No entiendo las razones de tanta sumisión ante un hombre, que debería dar explicaciones ante la justicia (y no me refiero a la divina) sobre miles y miles de casos de abusos a menores, que han sido conscientemente ocultados por el Vaticano. La jerarquía eclesiástica ha valorado históricamente más su nombre y su prestigio en el mundo que el derecho a la verdad de quienes han sido víctimas inocentes, y nunca mejor dicho, de sus actos. Por ello, no alcanzo a comprender el desfile de instituciones ante su Santidad (¿?), que lejos de ovaciones y aplausos merece reprobación y condena.
Nos dicen que llega como un peregrino más, pero su presencia nos cuesta un ojo de la cara, también a quienes no le hemos invitado. Si Rouco Varela le quiere en España que corra él con los gastos de desplazamiento, alojamiento, seguridad y retransmisión de sus mensajes. Si su presencia ya nos resulta incómoda, su discurso es para echarse a temblar. Benedicto XVI no representa a la Iglesia; sólo a una parte de ella, y concretamente a la más conservadora, aquella que hace bandera de la ideología dominante y se sitúa con el poder, en vez de hacerlo con la ciudadanía. Hay, en cambio, otra Iglesia, y la conozco personalmente, comprometida con los principios éticos de respeto, tolerancia, igualdad, solidaridad y justicia social.
No me sorprende que los Reyes de España y los Príncipes de Asturias se inclinen ante el Papa. Al fin y al cabo, son miembros del mismo club. Sus privilegios se sustentan en base a los mismos atropellos, mentiras y tropelías. Tampoco me sorprende que Mariano Rajoy bese su mano; tienen en común su admiración mutua por el tea party y las ideas que éste grupo abandera. Reman en el mismo barco y eso une mucho. Ahora bien, ¿qué hacen Zapatero y Rubalcaba recibiendo con honores de Estado a Benedicto XVI? ¿No somos acaso un país laico? ¿No estábamos todos apretandonos el cinturón? La austeridad del Papa no tiene precio. ¿O sí?
http://www.escolar.net/MT/archives/2010/11/%c2%bfcuanto-nos-cuesta-la-visita-del-papa.html