A lo que voy es a que en un trabajo que pretende ser considerado artístico, para empezar, no puede hallarse dicha pretensión. Y no quiero decir que el artista deba renunciar a serlo, pues necesariamente tiene que haber en él la intención de hacer arte y de trascender. Sin embargo, su obra nunca deberá resultar pretenciosa, lo cual es una cuestión de esencia, de entrañas. Por otra parte, tendría que haber en ella una interpretación de la realidad, un filtrado de la misma a través de una mirada singular. Sin ese acercamiento al mundo y sin esa voluntad de multiplicarlo y hacerlo crecer no hay arte. Además, tengo la certeza de que no puede faltar esfuerzo en el hecho artístico y de que su valor radicará necesariamente en él.
Las tasaciones, supongo, tendrían que ser siempre relativas, tomando en consideración los precios de las obras que universalmente se han reconocido y evaluado. Por eso, desorbitada es la suma a la que no se puede dar explicación cuando, tomando las forzosas referencias, sacar conclusiones acerca de su congruencia es una
tarea imposible.
Por cierto, el cuadro es de Barnett Newman y se titula Onement VI (1953). Podrá gustar poco o mucho y transmitir más o menos sensaciones..., pero esa es otra cuestión.