Crónicas de Vestuario. –“El precio del liderazgo”Después de tantos dimes y diretes, en una semana de dudas y tensión: líderes. Son las circunstancias de un equipo como el azul, a expensas de unas urgencias históricas que empujan y presionan como en pocos lugares futbolísticos lo hacen. Sólo así se puede entender cómo después de una victoria ante el aguerrido Marino de Luanco muchos aficionados gritaran al cuerpo técnico y los jugadores como si hubieran perdido de goleada. Es la histeria de una ansiedad desmedida, de las expectativas que crecen tanto que se desbordan en una riada que se lleva consigo toda capacidad de análisis y raciocinio.Una semana después de todas las turbulencias, de las imágenes de la impaciencia… líderes. Allí dónde se quiso estar desde ese primer y esperanzador arranque de juego deslumbrante para ilusionar a una hinchada que ya ha encajado demasiados golpes y que sólo necesita un pequeño aliento para alimentar su esperanza, como ese enamorado que sólo desea una sonrisa, un pequeño brillo en los ojos para seguir creyendo que su sentimiento llegará a ser realidad. Pronto se acabaron las dudas, tras un centro de un Susaeta mucho más incisivo que en todas las jornadas previas, con el que Cervero abrió la lata y desbarató las intenciones defensivas de un Avilés acomplejado, sombra del desparpajo sólido con el que le hemos visto jugar esta temporada. Algo tuvo que ver en ello un conjunto azul macizo, serio, sin brillantez –Eneko ha perdido esa chispa por banda y se le echa mucho de menos- pero con una entereza como hasta ahora no se le había podido observar a los de Granero.Poco ofreció como alternativa el Avilés, equipo donde despunta el magnífico Álex Arias, anulado ayer -una sombra neutralizada por el buen hacer azul-, excesivamente acorralado en sus precauciones defensivas, sin bandas (las espectaculares demostraciones del gran Dani López desaparecieron), sin ritmo –la presión oviedista ahogó la línea de creación blanquiazul, ayer granota- y sin un plan distinto desde el primer cuarto de hora cuando vieron su portería vencida. Una decepción lo visto, con un entrenador al que se le supone categoría como Josu Uribe, incapaz de cambiar el guión, conformista hasta el hastío en un encuentro que fue muriéndose en una pelea en el medio del campo donde el Real Oviedo impuso sitio y determinación. Liberada la ansiedad que se había generado en los siete días transcurridos desde el encuentro ante el Marino de Quirós, el once azul disfrutaba de su ventaja sin los agobios que podían suponerse ante un equipo avilesino que partía como un invicto consistente. Atentos han de estar los blanquiazules de no entrar en una barrena de ansiedades como la de la temporada anterior, donde cayeron en un picado que por poco les cuesta la categoría. Y es que las expectativas, esa ansiedad desmedida, crean monstruos, pero el equipo azul ha de saber –y parece que está en el camino de esa mentalización- que su caso no tiene parangón con nada. Que todos –cuerpo técnico, jugadores, afición, medios- han de vivir en una constante de exigencia máxima hasta que el objetivo se cumpla. La primera estación –el líder- ya está ahí, frente a nuestros ojos. Ahora sólo queda conservarla hasta el final.MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 14 de octubre de 2013