El precio del poder. Posibilismo y pragmatismo. Los cambios en Podemos.

Publicado el 30 diciembre 2014 por Fthin @fthin

Se ha escrito bastante sobre las consecuencias de la irrupción de Podemos en el  arco de partidos en España. Su apuesta, discurso y la ilusión generada con su aparición. Son muchos aspectos los que han intervenido para que en menos de 1 año se cree un partido y se convierta a día de hoy, según todas las encuestas, en opción real de Gobierno en unas próximas elecciones generales. Es, precisamente  esa posibilidad factible de convertirse en primera fuerza política, junto con el proceso de institucionalización de pasar de confluencia de movimientos ciudadanos a partido político, lo que ha producido cambios notorios en la estrategia de Podemos. Cambios que, por un lado, pueden proporcionarle la tan ansiada victoria electoral, “Podemos no nació para resistir, nació para ganar” dijo Pablo Iglesias en el cierre de campaña de la elecciones europeas, pero, por otro, pueden generar cierto desencuentro con sus propios orígenes y simpatizantes primigenios, alejados del fenómeno fan/grouppie del que se rodea cualquier acontecimiento similar al efecto Podemos en la sociedad del imperio de los medios de comunicación y la política cool. A continuación se señalan algunos de esos cambios.

Viaje al centro: Parece algo innegable el viaje al centro que ha iniciado Podemos. Es una máxima de la matemática electoral que para conquistar la victoria en unas elecciones en España se debe ganar el centro.  Pero cuando hablamos de centro hay que referirse al centro electoral, porque en política el centro político como tal no existe, las decisiones no son inocuas, afectan, tomarlas en un sentido y no en otro no es cuestión baladí. En política, pasa como con la temperatura, no se puede decir que  0 grados no es ni frío ni calor, es frío y según donde puede ser mucho. Por el contrario, el centro electoral existe como autoposicionamiento de los electores con poca identificación ideológica, ya sea en un sentido u otro, con un grado importante de moderación, entendido como poco susceptible de cambios drásticos respecto a una época determinada. La conquista de ese centro es en el que se debate la victoria electoral en la historia de la España democrática. Así pasó con el PSOE, abandonando primero sus posturas marxistas y luego socialdemocrátas más clásicas que le llevó, en última instancia, a abrazar el socioliberalismo y con el PP que en su viaje interminable al centro (Recuerdo cuando Alfonso Guerra dijo sobre el PP “llevan quince años viajando al centro, ¿de dónde vendrían estos tíos?”) llegó a considerarse centro reformista.

Una representación gráfica del posicionamiento ideológico de los electores suele tener como resultado una curva normal con la joroba levemente escorada a un lado, en España un poco a la izquierda (Media 4,41 Barómetro CIS Octubre http://www.cis.es/cis/export/sites/default/-Archivos/Marginales/3040_3059/3041/es3041mar.html y algo constatado en series históricas).  No obstante, el centro electoral no es algo estático e inamovible, al contrario se trata de un espacio volátil acorde con el momento histórico. Recuerdo hace años Joaquín Leguina comentaba como, en las elecciones que luego ganó Allende en Chile, los partidos de la derecha  posteriormente golpista hablaban de nacionalización de la banca! Algo que hoy sería tachado de izquierda radical…¿dónde estaría el centro en ese momento?

La cuestión es que Podemos ha iniciado un viaje a ese centro electoral, de moderación. Quiere ganar y va a por ello, aunque eso genere ciertas contradicciones que asumen desde este momento. Si ya fue difícil explicar y entender para buena parte de su electorado que no son ni de izquierdas ni de derechas sino de sentido común (como explicamos aquí en el post 8 claves para entender el “efecto” Podemos ), una vez que se ha asumido ese nuevo tablero ideológico tridimensional en el que ocupan la centralidad dejando a los demás a los márgenes,no existe necesidad alguna de desplazarse al centro tradicional. Su sentido común ocupaba el centro, lo habían alcanzado, habían ganado el inicio de esa guerra de posiciones en términos de hegemonía Gramsciana de la que tanto gusta hablar a los líderes de Podemos. Había conseguido llevar al resto de formaciones a participar en un juego en el que tenían que posicionarse con sus claves, conceptos, ideas y valores que el resto de partidos desconocían. Los partidos del bipartidismo se veían obligados a compartir el nuevo marco propuesto y definido por Podemos, como la derecha de Chile asumió como propia la nacionalización de la banca en sus programas electorales. Abandonar ese tablero en el que tú eres el eje en torno a lo que gira el posicionamiento político, donde pones las reglas para volver a un escenario político-electoral tradicional es una clara renuncia a su discurso inicial. Renuncian al marco que habían creado y que traía de cabeza a los partidos mayoritarios. Si antes no eran ni de izquierda ni de derechas, sino que eran los de abajo contra los de arriba, ahora se dicen socialdemócratas (opción mayoritaria en España de esa curva normal ideológica levemente escorada a la izquierda de la que hablábamos) volviendo a la escala ideológica tradicional. Pero además, quizás más grave, es un error porque supone jugar con las reglas de los grandes partidos, con elementos que conocen y en un terreno en el que se encuentran más que cómodos. Podemos pierde desde ese momento parte de la iniciativa política que habían sabido ganarse definiendo un escenario distinto en el que su discurso y propuestas eran asumidas como lo razonable. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas. De hecho, no necesitaban viajar, ya eran el centro.

Cambios programáticos: Unas de la principales críticas sin sentido que ha recibido Podemos ha sido la ausencia de un programa político definido, cuando se trata de una formación que todavía no se ha presentado a unas elecciones generales. Resulta de gran cinismo que, en el país en el que gobierna un partido que al día siguiente de ganar las elecciones había convertido su programa electoral en papel mojado, unas de las principales críticas a Podemos vinieran por ese lado. Es más, esa exigencia que se hace con Podemos no se hacía con el resto de partidos que, a día de hoy, no tienen aún ningún programa electoral definido. No obstante, ante la ausencia de dicho documento, en el programa de las europeas sí que se mostraban las líneas generales de un proyecto político de cambio con una serie de medidas estrella. Es más, hay que recordar que una de las claves del éxito del resultado electoral de Podemos fue plantear los comicios europeos en clave nacional. Aquí es donde se produce un cambio más evidente. En su discurso actual, al dirigirse ya no a los de abajo sino a buscar convertirse en un partido centrado y atrapalotodo (catch all party), que busca la supuesta clase media, se observan renuncias a los planteamientos e ideas clave que formaban parte del eje sobre el que montaron su campaña electoral europea. Esa imagen de renuncia a estas ideas y principios en función de las posibilidades electorales no habla especialmente bien de los fundamentos sobre los que se construyeron, supuestamente, este nuevo proyecto político. Esto se hace especialmente notorio en el caso del proyecto de programa económico.

Programa Económico: Ante la insistencia de los medios y resto de formaciones políticas, Podemos casi se ha visto obligado a presentar propuestas económicas que definan su proyecto. El primer error es precisamente asumir esa reivindicación ajena y elaborar un documento económico propio sobre el que trabajar a falta de un año aún para las posibles elecciones (si Rajoy no decide adelantarlas, algo no descartable). Han perdido la iniciativa. Mientras antes eran la acción y cuestionaban al resto, ahora sus actuaciones son la reacción a las interpelaciones que reciben. De esta manera, se encargó la elaboración de un programa económico a Vincenç Navarro y Juan Torres, economistas de prestigio y que llevan años trabajando en una economía contracorriente en proyectos y organizaciones civiles antiglobalización como ATTAC. No se trata un documento definitivo, se trata de un documento de trabajo. Es decir, no es con el concurrirán a las elecciones pero si es definitorio de la nueva etapa política que ha asumido Podemos. Se trata de un documento excesivamente posibilista donde gran parte de las medidas estrella de la campaña electoral europea se han visto matizadas sino cambiadas (deuda, renta básica, jubilación…). Aún asumiendo el gran avance que suponen las medidas diseñadas, se equivocan en el fondo del planteamiento. Estamos ante una posibilidad histórica de cambio y, por consiguiente, es el momento de plantear un proyecto de máximos, que luego la realidad encontrada y los futuros escenarios se encargarán probablemente de matizar. Si Podemos asume un programa de mínimos, ese profundo cambio que ahora puede ser posible, real, se quedará en una leve reforma, una realidad maquillada, que no cuestionará los principios básicos que nos han llevado a la crisis de la sociedad actual. Pocas veces el escenario que se dibuja en el horizonte político ofrece la posibilidad que ahora se tiene, si no se apuesta por una profunda transformación de la forma de entender la economía se habrá perdido una oportunidad histórica de cambio social sin precedentes. Antonio Gutierrez Rubí citando a Sófocles decía que «Cuando las horas decisivas han pasado, es inútil correr para alcanzarlas», y ahora estamos en ese preciso momento. Es un tren al que no se debe renunciar.

Creo que Podemos ha asumido la crítica que hablaba de que sus medidas no eran realizables, que las tachaban de utópicas y ha decidido apostar por proponer medidas más modestas, que saben que tienen posibilidad real de hacer al día siguiente de las elecciones si ganaran los comicios pero que no cuestionan ni el sistema ni un profundo cambio de las relaciones económicas existentes. Ha dado un paso atrás, de llevar la iniciativa política parece que ahora están intentando dar respuesta a esta situación de forma realista, quizás por prudencia quizás porque sólo lleguen hasta aquí, sin crear unas expectativas excesivas que pudieran volverse en su contra. Con esas medidas, a pesar de suponer una indudable mejora, Patricia Botín y los poderes económicos que ella representa pueden seguir durmiendo tranquilos, no creo que como dicen el miedo cambie de bando.

Moderación del discurso: Esa búsqueda del centro electoral clásico, además de las matizaciones de las propuestas electorales hacia algo más mainstream, ha conllevado una previsible moderación en la modulación del discurso. Lo dice el propio Pablo Iglesias, el tono de su discurso ha variado, no es el mismo que hace unos meses. Se trata de un discurso menos rompedor, más sosegado y tranquilo. Dicen que es fruto de verse con la posibilidad real de convertirse en fuerza de Gobierno, pero la verdad es que ese discurso rupturista y apasionado, que integraba tanto elementos políticos racionales como otros dirigidos a los sentimientos, ha dejado paso a otro más posibilista, pragmático y uniforme que recuerda en gran medida a la apuesta comunicativa de los grandes partidos tradicionales. La respuesta clara, contundente e incisiva hacia cualquier duda planteada ha dado paso a una línea más integradora, dubitativa y eufemística. Además se ha producido de manera tajante, sin posibilidad de transición. En un momento hemos pasado de ver como en Podemos se referían a Felipe VI como “el Borbón” a ser ahora “el Jefe del Estado”o aplaudir efusivamente un discurso del Papa sin estadio intermedio previo, ni entender cómo se produjo el cambio. Expresiones como los de arriba y los de abajo, casta o vieja y nueva política, a pesar de constituir todavía el eje central del discurso podemista, cada vez aparecen de forma más residual o, cuando lo dicen, no tienen la contundencia anterior.

Perdida de ilusión: Esa moderación del discurso, menos político y por tanto más frío y enfrascado en propuestas concretas, que además no suponen una ruptura obvia con lo anterior, calma el estado de ánimo creciente que existía alrededor de Podemos. Por primera vez aparece una encuesta en el que el creciente apoyo a Podemos prácticamente no sube de un mes a otro, se mantiene igual (Podemos se confirma como tercera fuerza pero frena su ascenso http://www.eldiario.es/politica/Podemos-reafirma-tercera-fuerza-ascenso_0_339816279.html). Este es uno de los principales retos que debe asumir Podemos, construir un nuevo discurso, acorde con el cambio que ha realizado, que mantenga la ilusión de su electorado in crescendo de aquí a los próximos eventos electorales. No es una tarea especialmente fácil. Son sabedores de que ese es uno de sus fuertes y que la gente se seguirá sumando a su proyecto en torno a esa ilusión, pero que si produce un frenazo en la misma retomarla será una tarea complicada que podría dar al traste con sus posibilidades electorales. Como leí por twitter, es el problema de moderar el discurso cuando tu discurso triunfaba por no ser moderado. Construir un nuevo frame para este articulado discursivo, renovado, con nuevos códigos y elementos acordes con los nuevos objetivos centrados y reformistas, que lleguen a la gente de la misma manera que han hecho con anterioridad, manteniendo la ilusión del electorado, es una dura tarea que tiene por delante Podemos.

Papel en medios de comunicación: Conscientes de que este nuevo discurso despierta menos entusiasmo y la exposición mediática sufrida, gracias precisamente a los rompedor del discurso anterior que convertía su presencia en atractivo para los medios, Podemos ha decidido sabiamente darse una tregua en sus apariciones. Su exposición y frecuencia era tal que uno se sabía de memoria las respuestas a las posibles preguntas que pudieran plantearse a sus líderes. Ese discurso que primero ilusionó por rupturista y nuevo, cuando se repite hasta la saciedad puede producir hartazgo y volverse en su contra. Además, la nueva postura, más centrada, no tiene el atractivo de la constante provocación que supone poner todo constantemente en tela de juicio. Son conscientes de ello y espacian un poco la apariciones de sus primeras espadas: Iglesias, Monedero, Errejón, Bescansa y Alegre (dejo al margen la línea no oficialista de Rodríguez, Echenique y Urban). Especialmente es reseñable el cambio sufrido en el uso de las redes sociales. Ese era uno de los puntos fuertes de los líderes de Podemos, que hacían un uso natural de las mismas, respondiendo a preguntas, debatiendo y participando activamente en ellas al contrario del uso que proponían el resto de líderes de otros partidos. Eso ha dejado de ser así. La interacción y el contacto con el resto de usuarios ha dejado paso, en gran medida y salvo honrosas excepciones, en un caudal de información propagandística unidireccional que los acerca peligrosamente al uso de las redes sociales que hacen los partidos de la vieja política.

Inconsistencia de la segunda fila de sus cuadros: Este descanso de sus líderes ha llevado a los principales platós televisivos a nuevos rostros de la formación que no han producido el mismo impacto que supusieron los anteriores. Más allá de su preparación, bien por inexperiencia bien porque ahora con ese discurso centrado pueda ser menos atractivo defender posturas de Podemos, se han mostrado menos consistentes. Ya dijimos en el post anterior que esta podría ser una de las dificultades de Podemos, la búsqueda de cuadros, que llevado al nivel de las formaciones locales se hace todavía más evidente.

Respuestas a la supuesta corrupción: Valga por delante que cualquier comparación de los supuestos actos ilícitos cometidos por alguno de sus líderes que denuncian los medios de comunicación con la corrupción generalizada de los grandes partidos es un chiste de mal gusto. No obstante, he visto cierto titubeo tanto en los tiempos como en las explicaciones dadas al respecto. Es cierto que los medios van a buscar cualquier cosa que pudiera hacer daño a Podemos y que los poderes no van a escatimar esfuerzos en dicha labor pero la respuesta que deben dar tiene que ser clara, contundente y sin cortapisas. Han sido azote de corrupciones políticas en otros partidos y si pasara en el propio deberían estar a la altura de los niveles de exigencia que han definido. Ninguna permisividad. Hablar de persecución mediática (por mucho que pueda serlo, como he dicho) es la misma respuesta que se dio en primera instancia desde el PP con Gürtel y en general el resto de formaciones cuando les pillan con el carrito de los helados. La tan cacareada regeneración pasa precisamente por dar respuestas distintas a las mismas situaciones. Es destacable el ejercicio de transparencia del partido en muchos ámbitos: en sus proceso electorales y métodos de participación, o que sus cuentas claras, que pueden consultarse con todo detalle en la web (http://transparencia.podemos.info/cuentas-claras/), suponen un hito sin precedentes en las formaciones políticas en España. Pero espero que la respuesta contra cualquier atisbo de corrupción en Podemos sea rápida, ejemplarizante y no corporativa. De lo contrario estaríamos, una vez más, lejos de de una nueva forma de hacer política.

En definitiva, Podemos ha asumido su mayoría de edad, se enfrenta con posibilidades de asumir mayores responsabilidades y ha cambiado su discurso y actividad política hacia un posibilismo y pragmatismos que lo alejan de sus planteamientos iniciales. La cuestión será saber si este camino iniciado ahora suponen una mera estrategia electoral o, por el contrario, un proceso que lo pueda llegar a convertir en otro partido más, sin nada que ver con los principios básicos que permitieron su creación. Ese es el riesgo que corren al moverse en la dicotomía gobernar/mantener su esencia, problema de enfoque obvio porque se daban las circunstancias en las que podían concurrir su ascenso hacia el gobierno sin tener que poner en juego su pérdida de identidad. De las siguientes actuaciones y decisiones de su lideres, de cómo sepan articular el caudal de ilusión ciudadana que están recibiendo y cómo afrontar las críticas y ataques que van a recibir dependerá en buena medida el devenir del partido hacia uno u otro.