Y dicen que hoy empieza el juicio del Prestige. Formalmente así es. Sustancialmente este juicio huele a podrido, no sólo porque parezca trucado, que también, sino porque el tiempo lo ha dejado marchitar sin posible recuperación.
Hablar ahora de juzgar el Prestige, cuando el hecho sucedió hace diez años, no sé si es para llorar o reír, pero desde luego es algo caduco, trasnochado. Y más aún cuando se juzga a tripulantes –el capitán, el primer oficial y el jefe de máquinas-- y salvo el director general de la marina mercante –hombre de paja--, quedan fuera todos los responsables políticos. Todos los que tomaron la decisión de mandar el buque mar adentro, en vez de –como todas las recomendaciones juiciosas dictaban— acercarlo a la costa, ayudando a que el infortunio fuera mucho mayor.
Si vemos quienes eran los responsables políticos hace diez años, la cosa queda clara. Hoy, han sido promovidos, políticamente, o han quedado fuera por cuestiones poco ejemplares.
Empecemos por el ministro de Medio Ambiente, que era Jaume Matas. Un personaje corrupto que ha sido condenado por sus actividades delictivas como presidente de las Islas Baleares. El entonces ministro de Fomento, Álvarez Cascos dio la desgraciada y famosa orden de enviar al buque al quinto pino lejos de la costa. Hoy este exministro ha llegado a ser Presidente de Asturias y sigue tranquilamente como líder de un partido hecho a su medida en el Principado.
Además, recordemos a Arias Cañete, entonces ministro y hoy de nuevo en ese cometido, que minusvaloró la catástrofe y anunció a los pocos días que el desastre estaba controlado –cuando el daño aún era incipiente— y que en unos días se abrirían los caladeros de pesca (tardaron años).
Y podemos hablar del actual presidente del gobierno, que en aquellos momentos era vicepresidente y portavoz del gobierno Aznar y que asumió la coordinación de la gestión de la crisis y fue el responsable de comunicar a la opinión pública la situación real. Bueno, pues este buen hombre, hoy máximo responsable del gobierno será recordado por su explicación mentirosa y simplona cuando anuncio que del buque salían "pequeños hilillos de plastilina en estiramiento vertical".
Fueron días en los que se demostró la valía de ese gobierno Aznar. Rajoy y sus hilillos, por otra parte Trillo, ministro de Defensa en aquellos tiempos, comentó que se había estudiado bombardear el barco, Fraga quiso rememorar su baño en Palomares y se ofreció a repetirlo en Muxia. El actual director general de la Guardia Civil, Fernández de la Mesa, por entonces delegado del gobierno en Galicia, dijo que probablemente el fuel no tocaría la costa gallega o que el carburante se hundiría en el fondo del mar y se convertiría en adoquín. No me dirán que si no fuera por las graves consecuencias que tuvo, no era para que fuera una historia propia de El Jueves.
Bueno pues ni Rajoy, ni Arias Cañete, ni Matas, ni Álvarez Cascos, ni ningún otro miembro de aquel gobierno irresponsable ha sido imputado y me temo que no comparecerán ni como testigos, lo que hace que este juicio se parezca más a un circo que a un acto de la Justicia.
Después de diez años, el capitán del buque será el culpable. Un hombre de 77 años. Los responsables de la gestión desastrosa se han blindados ante la Justicia. No están imputados ni se les espera. Este desastre que pudieron evitar parece no tener que ver con ellos.
Una farsa, una verdadera función circense, que durará cerca de un año, es lo que se va a efectuar. Un juicio fuera del contexto de los hechos, que ocurrieron hace diez años, y con los máximos responsables de las decisiones equivocadas fuera del proceso.
Lo único que se salvó de aquel disparate fue la sociedad civil que, desde el movimiento Nunca Mais, fue capaz de exigir responsabilidades y de aglutinar a más de 120.000 voluntarios capaces de limpiar de chapapote las playas afectadas, demostrando, como contraposición a un gobierno inerme y deslavazado, una solidaridad ejemplar que ayudó a paliar en parte aquel desgraciado infortunio.
Salud y República