El primer campeón olímpico… de Literatura

Publicado el 07 octubre 2015 por Desequilibros
La edición de los Juegos Olímpicos de Estocolmo 1912  fue la primera en la que se introdujeron competiciones en disciplinas que nada tenían que ver con el deporte: se trataba de competiciones de arte, a saber: escultura, pintura, arquitectura, música y literatura que se mantuvieron en el calendario hasta Londres 1948.
La primera medalla de oro olímpica en literatura la ganó la obra "Oda al deporte", que se presentó bajo el pseudónimo de Georges Hohrod y Martin Eschbach.
¡Oh Deporte, placer de los dioses, esencia de la vida! Tú eres la Belleza, la Justicia, la Audacia, el Honor, la Alegría, la Fecundidad, el Progreso, ¡Oh Deporte, tú eres la Paz!
A través de ti, la juventud del mundo aprende a respetarse y, de este modo, la diversidad de las virtudes nacionales se convierte en fuente de una emulación generosa y pacífica.
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Estocolmo fue la única ciudad candidata para organizar los Juegos Olímpicos de 1912. Como supondrán, fue la ciudad elegida, aunque el Comité Olímpico Internacional, presidido por el fundador Pierre de Coubertin, instó a Suecia a que la organización fuera digna y centrada únicamente en los aspectos deportivos y en el espíritu clásico de los Juegos. Y no menos importante, que fueran más baratos.
La edición anterior de 1908 se celebró finalmente en Londres cuando la ciudad seleccionada había sido Roma. Una inoportuna erupción del Vesubio en 1907 provocó que los esfuerzos económicos de Italia se destinaran a la reconstrucción de una devastada Nápoles. Así que hubo que cambiar de sede a última hora, con apenas un año de margen. Suponemos que las prisas hicieron que estos Juegos no estuviesen a la altura de las pretensiones del Barón.
Lo cierto es que Suecia se volcó en la organización y desarrollo de los juegos; el propio Rey Gustavo V fue el presidente honorífico del comité organizador. Y el resultado global fue tan satisfactorio a todos los niveles que se considera que fueron estos Juegos Olímpicos de Estocolmo 1912 los que consolidaron el movimiento olímpico, reinstaurado en 1896. Y ello a pesar de que la siguiente edición, la de 1916 en Berlín, tuvo que ser cancelada como consecuencia de la I Guerra Mundial.

Delegación de Finlandia
en la Ceremonia Inaugural Estocolmo 1912

Fueron muchas las novedades que se introdujeron en aquellos Juegos, como el cronometraje eléctrico de las pruebas de atletismo y la foto finish; muchos los hitos deportivos, como la implantación de la disciplina del decatlón, que había de designar al mejor atleta del mundo; y muchos también los avatares extradeportivos, como que Finlandia, entonces todavía anexionada por la Rusia Zarista hasta su independencia oficial en 1917, desfiló como delegación independiente bajo su propio pabellón, aunque no bajo su propia bandera sino con la de la Asocición de Mujeres Gimnastas de Helsinki.
A su curiosidad dejo conocer un poco más en profundidad los casos del atleta indio americano Jim Thorpe, que representaba a los Estados Unidos y uno de los mejores atletas de todos los tiempos; del Irlandés K.K. McArthur que ganó la maratón corriendo por Sudáfrica; o de Greta Johansson, la saltadora de trampolín sueca, que terminó revolucionando su disciplina como entranadora en Estados Unidos. O el caso de Francisco Lázaro, atleta portugués que falleció mientras disputaba la maratón, pasando así a ostentar el dudoso mérito de ser el primer atleta en fallecer en unos Juegos Olímpicos.
Estocolmo 1912 fue la primera edición de los Juegos Olímpicos en la que se introdujeron competiciones de arte: escultura, pintura, arquitectura, música y literatura.
Pero con ser los primeros Juegos verdaderamente globales, con más de 2400 atletas, 28 países participantes y más de 100 disciplinas, lo que nos interesa realmente de Estocolmo 1912 es que fue la primera edición en la que se introdujeron competiciones en disciplinas que nada tenía que ver con el derpote: se trataba de competiciones de arte, a saber: escultura, pintura, arquitectura, música y literatura.

Competición de Literatura. JJOO de Estocolmo 1912

Eran otros tiempos y el mundo tenía poco que ver con lo que es hoy en día, desde el punto de vista deportivo (algunas de las pruebas que entonces se disputaban provocarían sonrojo actualmente), político, cultural, incluso geográfico.
Todo esto habría de cambiar tras la I Guerra Mundial, que terminó con el viejo mundo para meternos de forma dramática en el s XX. Pero esto es otra historia; se lo cuento únicamente para que entiendan que las motivaciones de entonces poco tenían que ver con las actuales. Así que no les extrañe que, fieles al espíritu olímpico clásico de unir cuerpo y mente, se introdujeran también competiciones artísticas. La condición era que las obras estuviesen relacionadas de alguna manera con el deporte.
Este tipo de competiciones olímpicas de Arte se seguieron dispuntando, con sus modificaciones puntuales, hasta los Juegos de Londres 1948. A partir de entonces se decidió que como sus contendientes eran profesionales, su participación no era admisible en un evento que solo admitía deportistas amateurs. De hecho, los ganadores de estas disciplinas no aparecen en la nómina oficial de Campeones Olímpicos ni sus preseas en el recuento de los medalleros.
De todas formas, como herencia de estas inciativas artísticas quedó el mandato olímpico de que cada ciudad sede de los Juegos tiene que organizar un programa cultural paralelo "para promover las relaciones humanas, el entendimiento mutuo y la amistad entre los participantes y otros presentes en los Juegos Olímpicos".
Pero volvamos a Estocolmo 1912. Las bases para participar en las competiciones de arte eran:
  • La Quinta Olimpiada incluirá competiciones en Arquitectura, Escultura, Pintura, Música y Literatura. 
  • El Jurado sólo considerará obras no publicados exhibidas o realizadas anteriormente, y que tengan relación directa con el deporte. 
  • El ganador de cada una de las cinco competiciones será galardonado con la medalla de oro olímpica. 
  • Las obras seleccionadas se publicarán, exibirán o realizarán, en la medida de lo posible, durante los Juegos Olímpicos de 1912. 
  • Los competidores deben notificar su intención de participar en una o más disciplinas antes del 15 enero de 1912, y las obras en sí deben estar en las manos del jurado antes del 1 de marzo de 1912. 
  • No hay limitación en cuanto al tamaño y extensión para manuscritos, planos, dibujos o lienzos. Solo los escultores están obligados a enviar sus modelos en arcilla y no deben exceder los 80 centímetros de altura, longitud o anchura.
Se enviaron varios ensayos, composiciones musicales, pinturas, obras de escultura y de arquitectura, que fueron sometidas al examen del jurado designado por el Comité Olímpico Internacional.
Las lista de los ganadores y sus obras seguramente no les dirá nada; no obstante también merecen el honor de ser recordados aunque solo sea por ser los primeros campeones olímpicos de arte:

An American Trotter. Oro olímpico en escultura 1912

• Escultura:
Oro: Walter Winans, USA. Estatuilla de bronze Un trotón americano.
Plata: Georges Dubois, Francia. Modelo de la entrada a un estadio moderno.
• Pintura:
Oro: G. Pelligrini, Italia. Tres frisos conectados que representan Deportes de invierno.
• Arquitectura:
Oro. EUG. Eugène-Edouard Monod  y Alphonse Laverriére,  Suiza. Plan de construcción de un estadio moderno.
• Música:
Oro: Ricardo Barthelemy, Italia. Marcha Triunfal Olímpica.

Oda al deporte.
Oro olímpico en Literatura 1912

• Literatura:
Oro: Georges Hohrod y Martin Eschbach, Alemania. Oda al deporte.
No pregunten por las medallas de Plata y Bronce; simplemente no se concedieron.
Pero… ¿Quiénes eran estos tales Georges Hohrod y Martin Eschbach, ganadores de la Medalla de Oro en Literatura?
Detrás de este pseudónimo se oculta nada menos que el mísmísimo Barón Pierre de Coubertin, que, además de inspirador de los Juegos Olímpicos Modernos, se convirtió así en el primer ganador de la Medalla de Oro Olímpica en Literatura.
El texto original de Oda al deporte se presentó en dos idiomas, francés y alemán.
Y, traducida al castellano, decía más o menos así:
Oda al deporte
I¡Oh Deporte, placer de los dioses, esencia de la vida! Has aparecido de repente en medio del claro gris donde se agita la labor ingrata de la existencia moderna, como un mensaje radiante de épocas pasadas, de aquellas épocas cuando la humanidad sonreía. Y sobre la cima de los montes destella un resplandor de la aurora, cuyos rayos de luz salpican el suelo de los oquedales sombríos.
II¡Oh Deporte, tú eres la Belleza! Eres el arquitecto de este edificio que es el cuerpo humano y que puede convertirse en algo abyecto o sublime dependiendo de si es degradado por las viles pasiones o si es cultivado por el esfuerzo. No existe belleza sin equilibrio y proporción, y eres el maestro incomparable de una y otra pues engendras armonía, ritmas los movimientos, aligeras la fuerza y fortaleces lo que es ligero.
III¡Oh Deporte, tú eres la Justicia! La equidad perfecta, perseguida en vano por lo hombres en sus instituciones sociales, se instala por iniciativa propia en ti. Nadie sería capaz de superar ni un milímetro la altura que puede saltar ni de un segundo el tiempo que puede correr. Sus fuerzas físicas y morales combinadas son las únicas que determinan el límite de su éxito.
IV¡Oh Deporte, tú eres la Audacia! Todo el sentido del esfuerzo muscular se resume en una palabra: atreverse. ¿De qué sirven los músculos, de qué sirve sentirse ágil y fuerte, de qué sirve cultivar la agilidad y la fuerza si no es para atreverse? Pero la audacia que inspiras no tiene nada de la temeridad del aventurero que lo juega todo al azar. Se trata de una audacia prudente y meditada.
V¡Oh Deporte, tú eres el Honor! Los títulos que confieres sólo tienen valor si se adquieren con absoluta lealtad y perfecto desinterés. Si alguien consigue engañar a sus compañeros por cualquier método inconfesable, sufrirá las consecuencias en el fondo de su alma y teme el epíteto infamante que se asociará su nombre si se descubre la trampa de la que se ha beneficiado.
VI¡Oh Deporte, tú eres la Alegría! A tu llamamiento la carne se anima y los ojos chispean; la sangre circula abundante a través de las arterias. El horizonte de los pensamientos se purifica. Puedes incluso aportar una diversión saludable a la pena de quienes se ven sumergidos por la tristeza, mientras que permites a los que son felices que disfruten de la plenitud de la alegría de vivir.
VII¡Oh Deporte, tú eres la Fecundidad! Por vías directas y nobles, tiendes al perfeccionamiento de la raza, destruyendo los gérmenes mórbidos y enderezando a su pureza primitiva las taras que la amenazan. E inspiras al atleta el deseo de ver crecer junto a él hijos despiertos y robustos que le sucederán en la pista de deportes y ganarán gloriosos laureles.
VIII¡Oh Deporte, tú eres el Progreso! Para servirte es necesario que el hombre se perfeccione en cuerpo y alma. Le impones la observancia de una higiene superior y le exiges que se guarde de cualquier exceso. Le enseñas las sabias reglas que infundirán a su esfuerzo la máxima intensidad sin comprometer el equilibrio de la salud.
IX¡Oh Deporte, tú eres la Paz! Estableces relaciones amistosas entre los pueblos, acercándolos en el culto de la fuerza controlada, organizada y dueña de sí misma. A través de ti, la juventud del mundo aprende a respetarse y, de este modo, la diversidad de las virtudes nacionales se convierte en fuente de una emulación generosa y pacífica.
Pierre de Coubertin. 1912
Otros tiempos, efectivamente.
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Bibliografía y para saber más:
• Documental Las olimpiadas del sol 1912, de Jenes Lind
• The Olympic Games of Stockholm 1912. Official report. (pdf)
• In search of the lost champions of the Olympic Art Contests. (pdf)
• Un mundo de campeonato: competencias de arte en las olimpiadas.
• Concours d'Art 1912 Stockholm.
• Olympic Gold Once Honored the Arts.
• "Hohrod and Eschbach", a mistery finally solved. (pdf)
• List of Olympic medalists in art competitions.
• Traducción de la Oda al deporte: Revista Olímpica XXVI-32, abril-mayo del 2000. p. 29, sacado de "Oda al deporte", la solución de un misterio.