"Conduje hasta la consulta del médico como si fuera la protagonista de una película que Phillip estuviera mirando: ventanillas bajadas, cabellos al viento, una sola mano en el volante. Cuando frené ante el semáforo en rojo, continué mirando misteriosamente al frente.«¿Quién será? -puede que se pregunte la gente-, ¿Quién es esa madurita del Honda azul?» Crucé a paso tranquilo el aparcamiento del edificio, entré en el asecnsor y pulsé «12» con dedo indiferente y amante de la guasa; la clase de dedo que está dispuesto a todo."
Negro y rosa, título llamativo y me lancé a la lectura sin tener del todo claro de qué iba la trama. A veces lo hacemos supongo, al menos a veces yo sí que lo hago con mayor o menor tino, para qué mentir. Hoy traigo a mi estantería virtual, El primer hombre malo.
Conocemos a Cheryl, una mujer de cuarenta y tantos que trabaja en un puesto medio/alto en una empresa que enseña defensa personal a mujeres y vende vídeos aplicando esas técnicas de defensa al fitness. Enamorada platónicamente de un compañero de trabajo llamado Phillip, llega una vida solitaria y marcada por unas normas que la impidan dejarse caer en esa soledad que se manifiesta en forma de un bulto en la garganta que la impide llorar y, en los peores momentos, incluso tragar. Cheryl parece ir por la vida mirando niños, para descubrir si son esa suerte de hijo que debió tener y que la dice que ha nacido una vez más, pero no de ella, mientras usa a su compañero como fuente de fantasías. Sin embargo, cuando recibe a una huésped del todo inesperada llamada Clee, su vida se ve sacudida desde los cimientos.
El primer hombre malo es un libro complejo y extraño que se mueve con soltura dentro de lo políticamente incorrecto. Es divertido y angustioso, casi desgarrador, pero sin por ello buscar la lágrima del lector. De hecho, uno de los grandes aciertos para conseguir esa dualidad entre terrible y divertido, se basa en que el narrador sea la propia protagonista. Eso hace que no la veamos tan patética como seguramente la considera su entorno, nos dejamos seducir por sus palabras y sin darnos cuenta comenzamos a formar parte de su propia fantasía. Hasta un límite, claro. Del mismo modo que comienza a hablarnos de esa mujer pelo al viento, empezamos a ver como afloran sus canas, sus grietas, y la vemos resquebrajarse justo delante de nosotros. Porque es de eso justamente de lo que trata el libro, de Cheryl. Esta mujer de mediana edad que es superviviente de su propia vida en la que lo más apasionante que puede sucederle es fantasear con su compañero de trabajo, recibe a una mujer joven llamada Clee casi por obligación en su casa. Una huésped que toma posesión de su sofá y de parte de sus costumbres sin consideración alguna: grosera, maleducada y mal aseada, podríamos pensar que será lo que la protagonista necesita para reaccionar y hacer algo en su vida... pero no, no van por ahí los tiros en esta novela. En realidad sirve como modelo de exploración personal, y como detonante para mirar con otros ojos todo el entorno de Cheryl y las relaciones cruzadas que se producen, ninguna del todo correcta, ninguna convencional: como la vida misma parece decirnos la autora.
Cualquier persona expuesta bajo una lupa puede ser la protagonista de este libro: con sus lados tristes y patéticos, sus pulsiones sexuales, su grado de acomodación y también sus filias y fobias que evita como puede diariamente. Y sí, también con esa parcela de fantasía. En el caso de Cheryl, pronto descubrimos que en realidad es un personaje gris, tan poco valorado en su entorno como se valora ella misma. Y la autora arriesga y entra de lleno en el plano sexual, sin ser por ello una novela subida de tono en absoluto, y mezcla realidad (el deseo por su compañero de trabajo) con fantasía para mostrarnos a una mujer que comienza tímidamente fantaseando con un hombre algo mayor, para hacerlo después como partícipe u observadora de las relaciones que él mantiene... y abre una puerta con ello. La fantasía se cuela en esa zona compleja de su cabeza y pasa de lo masculino a lo femenino, de la violencia a lo físico, y mezcla realidad y fantasía siguiendo una senda que a buen seguro nunca imaginó. Cheryl es un gran rompecabezas humano que se hace y deshace girando sobre sí mismo, cuya angustia en forma de bola se va derritiendo a medida que se explora y busca su sitio.
No os diré si lo encuentra, por supuesto.
El primer hombre malo es un libro que, estoy segura, no ha sido fácil de escribir. Si algo destilan sus letras es honestidad, y eso hace que se quede durante mucho tiempo en la cabeza del lector. Pocas veces uno se tropieza un libro sabiendo que será diferente bajo cada mirada, y en este caso tampoco me cabe duda de ello. Cada lector y, sobre todo, cada lectora, recibirán una versión diferente de Cheryl. Puede ser la más parecida, pero también la más llamativa, la que se les antoje más extraña o la que despierte miedos, eso no lo sé. Pero seguro que donde yo hablo de un peculiar sentido del humor, y de un sentimiento cercano a la lástima, otros lectores recibirán una imagen completamente diferente. Y me encantará comentarlo, de hecho, esta es una de esas lecturas para comentar, para tirar del hilo y seguir.
Estoy segura de que muchos estáis sorprendidos de que no sea una novela negra con el título que tiene. Pero los títulos, al igual que las cubiertas, a veces engañan, ¿cuál ha sido el último libro por cuyo título os dejasteis llevar y resultó ser algo completamente diferente?
Gracias