Encerrado en la caja nido en la que nació, a oscuras y acompañado de sus cinco hermanos, solo veía un rayo de luz que se colaba por el pequeño agujero de la entrada. Ahora todo es nuevo y enorme. Es la primera vez que ve el cielo, las nubes, los árboles y las flores. También es la primera vez que siente el viento y el calor del sol.
Mira hacia arriba y se queda embobado viendo a las gaviotas que gritan mientras pasan planeando por encima de su cabeza. Por fin sabe de dónde viene el sonido que escuchaba desde que nació.