El primitivo film Alice in Wonderland

Publicado el 01 junio 2015 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Fotograma de Alice in Wonderland (1903) de Cecil Hepworth y Percy Stow.

Por Iván Rodrigo Mendizábal

Se conoce de la existencia de alrededor de 46 adaptaciones para cine y televisión de la popular Alicia en el país de las maravillas (1865) y de su segunda parte, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí (1871), ambas de Lewis Carroll –seudónimo de Charles Lutwidge Dodgson–. Un número considerable para un par de novelas cuyo propósito era enseñar lógica y matemáticas a las hermanas Liddell, sobre todo a Alicia, cuyo nombre inspiró para hacer la personaje célebre de las novelas en cuestión.

Del conjunto de las obras para cine y televisión, quizá las más recordadas son la versión de Alicia en el país de las maravillas (1951) que hiciera la productora de Walt Disney con la dirección de Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske y la más reciente Alice in Wonderland (2010) de Tim Burton. Pocos saben que la primera película que toma al primer libro es una producción británica, dirigida por Cecil Hepworth y Percy Stow, también bajo el título de Alice in Wonderland del año 1903.

Se trata de un cortometraje que originalmente tenía 12 minutos y que el BFI National Archive restauró en el 2010, en la actualidad disponible para ser vista de forma pública y global en YouTube. Se puede apreciar el corto en 9:32 minutos, rescatado del material encontrado, severamente dañado, de acuerdo al informe del citado BFI National Archive de Inglaterra en su respectivo canal de la popular red social de Internet.

Comparado al film de Burton u otros, el corto de Hepworth y Stow probablemente es un ejercicio teatral que ahora puede parecer demasiado casero o poco llamativo. Sin embargo, se trata de épocas diferentes de producción. Hacia inicios del XX el cine estaba aún en pañales; era todavía experimental para ser considerado un arte. Quienes hacían cine en 1903 tenían una cámara de manivela, sin ninguno de los artilugios de las actuales cámaras de cine. El cine de entonces era estático, en plano general, con fundidos hechos a mano, toda vez que se detenía la cámara y se volvía con manivela unos pocos centímetros de la cinta. Por ello había saltos de imagen e incluso visibles ciertos “efectos especiales” como oscurecer ciertas partes del cuadro. Lo más notable de entonces era el coloreado a mano de partes de la película para dar la impresión del paso del tiempo narrativo.

Todo lo anterior y otras cosas más tiene Alice in Wonderland de Hepworth y Stow. A primera vista incluso su argumento tiene lo básico de la novela de Carroll: Alicia se encuentra con el conejo blanco, le sigue, pasa por la habitación donde debe beber para achicarse y a la salida comer algo para volver a crecer; pasar por la casa del conejo, visitar al sombrerero loco y la fiesta del té; encontrarse y luego fugar de la maldad de la Reina de Corazones; finalmente despertarse de un sueño en el parque donde Alicia estaba echándose un descanso.

Visto así, es evidente que el corto es solo acción, sobreactuación, desfile de personajes. Para los ojos de hoy sería un film “inocente”, “primitivo”. Inocente porque muestra el contenido de la novela como un sueño. Hay una economía de las imágenes mudas y de los letreros que aparecen; pues de lo que se trata es hacer evidente el hilo argumental de una novela que es más densa. Nada de explicaciones matemáticas, de juegos lógicos, etc. Solo un recorrido a través de lo fantástico. Para su tiempo eso es lo rescatable. En efecto, el corto de Hepworth y Stow es una pieza de museo. Su primitivismo cinematográfico la convierte en un film fantástico para el tiempo en que fue filmada y para nuestros ojos tal cuestión fantástica aparece por el brote de sus imágenes, por la “viejura” de la cinta, porque solo al ver el corto nos suscita el asombro de haber sido realizada en un pequeño estudio, en un día, planificando las tomas con los actores, unos de teatro, otros no expertos, además poniendo en escena una cantidad de vestuario donde los directores querían emular los dibujos de John Tenniel, el diseñador quien graficara algunas de las páginas de la primera versión publicada de Carroll.

Fotograma del film Alice in Wonderland (1903) de Cecil Hepworth y Percy Stow.

Ver un film viejo, de los primeros tiempos del cine nos debe causar una serie de impresiones. Nuestros ojos acostumbrados a los efectos especiales, al color, a los procesos digitales, a sin fin de recursos en la actualidad disponibles, nos hacen ver estas piezas de museo como maravillosas. Piénsese solo el paseo de la Reina de Corazones en el corto de Hepworth y Stow: es el desfile de niños disfrazados en un parque; el hecho que de fondo aparezcan vacas, además de una maceta, muestra una especie de dos mundos paralelos sobre el que aparece Alicia. Se trata de una síntesis de varias cosas: querer hacer cine fantástico en los tiempos en los que los recursos del cine se estaban explorando; era un oficio de aventureros imagineros que apostaban a todo para sacar mejor partido de una caja filmadora con manivela. Por otro lado, en la imagen está un paseo majestuoso con “soldados” que visten los naipes, todo organizado, con fondo de la naturaleza en bruto; es decir, un tiempo-espacio moderno frente a un tiempo-espacio naturalista, donde lo moderno es pura parafernalia y lo naturalista aparece como una especie de exceso que se filtra en la imagen. He aquí lo mágico de la imagen: no sé si su descuido del escenario es el motivo para su gran belleza que contrasta con todo lo preparado. Así era el cine de los primeros tiempos, accidentes de imagen. Si no habría que preguntarle a Georges Méliès que descubrió por accidente el montaje que inmediatamente se popularizó; muestra de ello es este corto, Alice in Wonderland.


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