Su vida política ha transcurrido siempre en los ambitos de las cloacas del Estado, cerca de las ratas, los secretos, los silencios, las maniobras, el dinero invisible, las voluntades doblegadas, los servicios de inteligencia, la policía, los agentes infiltrados, las operaciones encubiertas, los fondos reservados, la manipulación y las estrategias secretas. Cuando sale a la luz, con tez pálida, refleja y esparce la cultura del mundo oscuro al que pertenece. El suyo es un hábitat de sombras, que perdería toda su fuerza y eficacia en contacto con valores genuinos de la democracia como la luz, la transparencia y la verdad.
El reino de las cloacas es lo opuesto a la democracia. Para sus habitantes, lo importante es el fin, sin que importe el camino y el medio utilizado, pero para los demócratas el medio es tan importante como el mismo fin. "La mejor manera de evitar el pasado es matarlo", pensó el camboyano Pol Pot, y lo hizo, dejando más de dos millones de cadáveres en el camino. En las cloacas reina la oscuridad y es lícita la mentira, pero en la democracia la mentira está vetada y la prensa libre, la crítica ciudadana, la transparencia y la verdfad son las estrellas del sistema.
Rubalcaba dice que las revelaciones recien publicadas en la prensa, según las cuales los negociadores socialistas prometieron demasiadas cosas a los terroristas, incluyendo una negociación política de igual a igual, el perdón de sus asquerosos crímenes y hasta a cabeza de José Bono, un político que les estorbaba, carecen de importancia y que lo importante es el resultado. Asegura que se siente satisfecho de todo y que no se arrepiente de nada de lo que ha hecho con respecto a ETA porque ETA ahora está débil y lo importante, siempre, fue acabar con la banda.
Como príncipe de las cloacas, su razonamiento es impecable en su mundo, pero en democracia no vale un peine. Con esa filosofía, también podría decir que el 11 M mereció la pena, si su consecuencia directa fue la llegada al poder de Zapatero.
En el reino de las cloacas ni creen ni podrán creer jamás en la democracia, ni en la verdad, ni en los grandes valores que modelan la conducta humana. So limitaciones poco prácticas. Creen, simplemente, que hay que tomar las medidas eficaces para alcanzar el fin pretendido. El GAL, aunque fuera terrorismo de Estado, no tenía importancia si logró introducir el miedo en las filas etarras. El asesinato de 10.000 oficiales polacos por órden de Stalin, en la Segunda Guerra Mundial, no fue importante porque logró el fin deseado, que era doblegar la resistencia polaca. Mentir no tiene importancia, ni engañar, ni negar durante meses la existencia de la crisis, ni mantener negociaciones con ETA a espaldas del pueblo español, si se consigue ganar las elecciones y una paz con los terroristas que podría abrir las puertas a la permanencia en el poder ¿La democracia? Eso es un cuento para pusilánimes porque lo importante no es la democracia sino gobernar de manera que se consiga el apoyo popular, "lograr que el poder permanezca en nuestras manos".
Aireadas por la prensa sus maniobras y mentiras en el Caso Faisán y en las negociaciones del socialismo con ETA, Rubalcaba no sólo no ha pensado en dimitir, como ya hubiera hecho, ¡os lo juro!, cualquier demócrata inglés, alemán, norteamericano y hasta francés, sino que afirma sentirse "orgulloso" de todo lo que ha hecho. El caso Faisán y las actas de ETA le dejan en una situación muy delicada y sobre él se estrecha el cerco, pero el ministro del Interior, como buen habitante de las sombras, no dimitirá y proseguirá negando los hechos. Está acorralado y el mismo sistema le pide explicaciones, pero el no las dará, tal vez porque piensa que los medios que ha utilizado para negociar y, después, acosar a ETA carecen de importancia.
Para quitar importancia pública al escándalo, Rubalcaba dice que ETA no es creible y que las actas de la banda, publicadas por la prensa, están plagadas de mentiras, pero sus adversarios han recurrido a las hemerotecas, donde aparece con meridiana claridad el mismo Rubalcaba afirmando que "Eta nunca miente".
La presencia de seres como Rubalcaba en el poder constituye la pueba evidente de que la democracia española está en crisis profunda. La democracia no es un sólo sistema para que los ciudadanos elijan gobiernos cada cuatro años, sino una filosofía de convivencia y de avance que estimula el bien, es amiga de la luz y de la verdad, propicia los valores, controla los desmanes a través de la ley, que debe ser igual para todos, que exige la separación e independencia de los poderes y que entroniza la luz, los taquígrafos y la información libre como paradigmas del sistema. Cuando esos valores y principios no se respetan, la democracia deja de existir. Por eso en las cloacas la democracia ni siquiera se menciona, porque, simplemente, es imposible.