Érase una vez
un príncipeque amaba a una princesa,ambos mucho se querían;
cada noche, tras un beso y unas palabras,
se dormían.
Hasta que una vez el príncipe perdió la voz;él quería decirle a la princesa que la amaba,
quería,mas no podía.
Y pensaba la princesa
que ya no estaba en su cabeza,
que el príncipe no la quería;
y el príncipe la tomaba
de la mano y la llevaba
a un jardín de rosas amarillas,y le daba una a su princesa.
Ésta la tomaba
con alegría
y le decía:
-Mi príncipe, ¿por qué me das esta flor?
El príncipe contestar no podía,
así que un beso le daba,un lindo beso en la mejilla,y la princesa sonreía,
pues sabía
que aunque el príncipe no hablaba
aún pensaba en ella, la princesa,y en esos labios con sabor a fresa.
Así que guardaba la rosa amarilla
y cuando se acostaban
miles de abrazos y besos repartían,ambos se abrazaban,quietos se quedabany después se dormían