El príncipe y la sirena, capítulo V

Por Dashira

El té mágico

_ Hermano no tenemos escapatoria. Si no te lanzas moriremos quemados  por las llamas _ gritó el príncipe Marcos mientras lo abrazaba y lo lanzaba junto a él a las aguas.La joven Jarisna también se lanzó al mar convirtiéndose en sirena al instante. Bajo el agua, sin ser vista por los príncipes, entonó el canto de las sirenas. Cuando sus hermanas la sirena Sahira y la sirena Rina escucharon el canto comentaron muy preocupadas:_ ¡Nuestra hermana está en peligro, debemos ayudarla! _ dijo la sirena Sahira._ ¡Su canto viene del Este, naveguemos rápido!_ ordenó la sirena Rina.Ambas sirenas comenzaron a nadar hacia el Este y cuando llegaron al lugar encontraron a la sirena Jarisna y juntas entonaron su canto para dormir a los príncipes.Este dulce canto escuchaComo un tierno niño en su cunaDuerme bajo la dulce  melodía Que mañana brillará un nuevo día
Duerme que el azul del marTe hará dormir y descansarDuerme que ya tienes en tus manosEl descanso tan anhelado
No es verdad que estás en peligroSon cuentos tristes que te han leídoDuerme que alguien cuida  tus sueñosNo creas que Dios está  tan lejosMientras los príncipes dormían dentro de una burbuja que flotaba sobre la superficie del mar, las sirenas vieron al dragón que seguía lanzando fuego. Entonces ellas optaron por sumergir a los príncipes a las profundidades del mar y llevarlos a la cueva.

Allí dentro, la sirena Jarisna comentaba a sus hermanas la enfermedad del rey Alfonso y la manera de romper el hechizo.

_ Te ayudaremos a buscar las algas marinas; pero no podemos dejar a los príncipes aquí _dijo la sirena Rina._ Lo llevaremos a la orilla del mar. De esa manera no sospecharán que soy una sirena_ propuso la sirena Jarisna.

Las tres sirenas nadaron con los  príncipes en sus brazos hasta la orilla del mar. Allí los príncipes despertaron comentando:

_Siento que tengo la respiración agitada, no se… me siento como si aún estuviera nadando _dijo el príncipe Gustavo._ Menos mal que pudimos escapar de ese terrible dragón… Aunque la verdad es que no recuerdo cómo lo logramos _ expresó el príncipe Marcos._ Lo importante es que estamos a salvo. Recuerden que el unicornio nos ayudó _dijo la princesa Jarisna._ ¡Sí, gracias al unicornio azul! _ suspiró el príncipe Gustavo._ Príncipes, los dejaré por algunas horas, debo marcharme en busca de las algas marinas_ dijo la joven Jarisna mientras se montaba a lomo del unicornio.Lejos de los príncipes se lanzó al mar convirtiéndose en una hermosa sirena de larga y rubia cabellera y ojos azules._ ¡Me alegra que hayas vuelto hermana Jarisna!_ expresó la sirena Rina._ Nademos  en busca de las algas marinas _ decidió la sirena Sahira._ ¡Gracias hermanas por su gran ayuda! _ dijo la sirena Jarisna._ Debemos nadar hacia el Norte, en esa dirección hay un fondo rocoso donde podremos encontrar las algas_ comentó la sirena Rina.Conforme iban nadando se les apareció un pulpo gigante que extendió sus tentáculos y envolvió a las sirenas por el cuello, impidiendo que pudieran embrujarlo con su canto. Unas nereidas de extremada belleza, con el torso de mujer, cola de pez, piel blanca, ojos verdes, larga y dorada cabellera, cabalgaban a lomo de caballos marinos. Éstas advirtieron que el pulpo gigante había atrapado a las sirenas y decidieron ayudarlas._ ¡Suelta a nuestras amigas ahora mismo pulpo malvado!_ ordenó la nereida Silfa.

_ ¡No las soltaré, además tengo hambre y me las comeré!_ dijo el gigantesco pulpo moviendo sus tentáculos de un lado a otro y de arriba abajo mareando a las sirenas.

_ ¡Por última vez te ordenamos que sueltes a nuestras amigas las sirenas ahora mismo!  _mandó la nereida Naida muy enojada._ ¡No lo haré! _se negó el gigantesco pulpo. Las nereidas se acercaron al pulpo diciéndole:_ ¡Míranos a los ojos, te estamos hablando y deja de mover tus tentáculos! En ese mismo instante, el pulpo miró a las nereidas a los ojos y quedó hechizado con sus miradas._ ¿Qué me han hecho? ¡Estoy ciego, no veo nada!_ clamó el pulpo soltando a las tres sirenas que se estaban asfixiando y no dejaban de toser._ ¡Sí malvado pulpo quedarás ciego bajo nuestro embrujo por un mes! _ explicó la nereida Silfa._ ¡No por favor, no me hagan esto! _ suplicó el pulpo._ ¡Gracias amigas nereidas por salvarnos la vida!_ dijeron las sirenas._ ¡Las amigas están para ayudarse!_ explicaron las nereidas y se marcharon montadas en sus caballos marinos para continuar jugando con las olas del mar.Las sirenas continuaron nadando hacia el fondo rocoso en busca de las algas marinas hasta que las encontraron._ Gracias hermanas por ayudarme. Ahora debo marcharme, los príncipes me están esperando _ expresó la sirena Jarisna._ Subamos a la superficie y llamemos a nuestro amigo unicornio_ sugirió la sirena Rina.Subida a lomos del unicornio, la sirena Jarisna convertida en una joven llegó a la orilla del mar. _ ¡Me alegra que hayas vuelto Jarisna!_ dijo el príncipe Gustavo.En ese instante el príncipe Marcos se le acercó porque algo le llamaba la atención:_ ¡Jarisna, no entiendo por qué el color de tus ojos es igual al azul del mar!_ ¡Un día de estos lo sabrás! _ dijo Jarisna, y cambiando de tema, agregó: Aquí tengo las algas marinas, ahora sólo nos faltan las hojas de la planta guaco.

_No sabemos dónde podemos encontrar esa planta. Lo único que sabemos es que está sembrada en el bosque… ¿Pero dónde?_ preguntó el príncipe Gustavo mirando de un lado a otro, intentando orientarse por los puntos cardinales.

_ Caminemos hacia el Sur, quizás por ahí podamos encontrar la hoja de guaco _ sugirió el príncipe Marcos.Para su sorpresa, mientras iban de camino, dos ardillitas se acercaron preguntando:_ ¿Qué buscan por aquí, amigos humanos?_ Estamos buscando una planta que se llama guaco. ¿Saben dónde podemos encontrarla? _indagó  el príncipe Gustavo._ ¡Claro que sabemos, conocemos muy bien el bosque!_ dijeron las dos  ardillas. _ Al Norte de este bosque hay un manzano. En el centro del manzano hay un árbol mágico. Alrededor de este árbol es donde crecen todo tipo de plantas medicinales que curan toda clase  hechizos y enfermedades _ explicaron las dos ardillas. Continuará….  

Autora: María Abreu

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