Opinión personal:Reseñar un clásico tan maravilloso como lo es este libro, se me hace algo difícil. No es ni la primera ni la segunda vez que leo las aventuras de este joven llamado Principito, he disfrutado de su historia en incontables ocasiones, y siempre descubro algo nuevo entre sus páginas, algo que en anteriores lecturas se me pasó por alto.
El narrador nos cuenta la historia de cómo conoció al Principito, cuando su avión se quedó averiado en mitad del desierto. Al principio, el Principito es todo un misterio, solo hace preguntas, quiere que le dibuje un cordero, y lo único que se sabe de él es que viene de un planeta muy pequeño.Pero poco a poco, según van pasando los días, el narrador nos va desvelando nuevos datos que el Principito le aporta sobre su vida o su lugar de procedencia.
Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento describirlo aquí es sólo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos hemos tenido uno.
La figura protagonista de esta historia, como no podía ser de otra manera, es el Principito. Es de él de quien nos habla el narrador, de quien nos aporta los datos suficientes para conocerle, para saber de dónde viene, por dónde ha viajado, qué ha visto y vivido... Y de esta forma es como se conoce a este personaje tan adorable y enternecedor, que te hace sonreír y te recuerda cosas que a veces, cuando nos hacemos mayores, olvidamos.
A pesar de que se le considera un libro infantil, lo cierto es que dentro de la historia se encuentras varias y muy profundas observaciones sobre la vida. El tema más importante y característico, el que está presente de forma constante en la historia, es la amistad. Gracias al zorro, el Principito descubre lo que es la amistad y lo que esta conlleva; de la misma forma que, gracias a otros personajes que aparecen brevemente en la historia, conoce otras facetas del ser humano.
Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que la mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte". ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran!
Me ha encantado volver a disfrutar de nuevo de esta historia, volver a descubrir cómo cuando somos niños vemos las cosas de una manera y, cuando crecemos y nos hacemos mayores, todo se vuelve más complicado, porque en parte nosotros queremos complicarlo más de lo necesario en muchísimas ocasiones.
Y quizás esto sea lo más importante de la historia, que el Principito nos recuerde que de vez en cuando no está mal dejar salir afuera al niño que una vez fuimos y que aún llevamos dentro, aunque muchos no seamos conscientes de ellos; para dar un nuevo enfoque a la vida, una nueva perspectiva; para replantearnos si realmente las miles de preocupaciones que nos invaden la cabeza todos los días son tan importantes como nosotros pensamos o quizás las exageramos.
El Principito es una historia asombrosa, un clásico que todo el mundo debería leer, ya sean niños, jóvenes o adultos; una historia con moraleja que consigue sacarte al niño que llevas dentro, te deja huella y hace que te replantees ciertos aspectos de la vida.
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