Últimamente, he reflexionado mucho acerca del tema y esa es la conclusión a la que he llegado: que mientras estamos vivos, nunca dejamos de crecer. Aún con todos mis defectos, mis miedos e inseguridades, me gusta la mujer en que me he convertido en muchos sentidos. Y sé que puedo ser aún mejor, que puedo seguir superando bloqueos, que puedo seguir aprendiendo y creciendo a muchos niveles, aunque me queden pocos meses para cumplir los 30. ¿Y qué? ¿Significa eso que debo enterrar del todo a esa niña dichacharera, aventurera, y de imaginación poderosa que no le temía a nada? En absoluto. Lo que quiero es seguir siendo ella, pero en versión adulta. No renuncio a mi imaginación, y quiero ver cada nuevo obstáculo que surja como lo veía cuando era pequeña: como una oportunidad para una nueva aventura, para poder llegar más alto y superarme a mi misma, no como algo que tenga que entorpecer mi camino, o algo insuperable que no pueda afrontar. Hoy, el muro de detrás del parque de mi barrio no parece tan grande como entonces. Recuerdo que solía jugar a escalarlo, y que imaginaba que era una alpinista en medio de una gran montaña nevada, e iba incluso grabando los diarios de semejante aventura. Se que los obstáculos de hoy son otros distintos, por supuesto, pero si logré coronar la cima esa montaña, ¿Qué me impide superarlos? Solo la diferencia de perspectiva. Boa con un elefante dentro, o un sombrero, tu eliges. Por supuesto que hay momentos para ponerse el traje de persona mayor y discutir de política, y otros para preguntarse si, en algún rincón remoto del universo, un cordero se ha comido o no a una rosa. Si me gusta la adulta que soy, es porque la he construido sobre la base de esa niña, y me parece demasiado importante como para olvidarla del todo, ¿no os parece? No es un equilibrio fácil, pero creo que merece la pena crecer sin perder del todo de vista esa perspectiva: lo esencial es invisible a los ojos. A los que hayáis leído el libro, siempre es buen momento para leerlo otra vez, y las que hagan falta, porque el Principito es uno de esos clásicos hermosos que nunca fallan. Y a los que no, de nuevo os lo recomiendo. Quizá os ayude a reflexionar sobre lo que entendemos por crecer, como a mí. Y nunca, nunca olvidéis que ese niño o niña que fuísteis, es la base del adulto que sois hoy, así que tomaros algo de tiempo para escucharle de vez en cuando. Y ahora, cerramos con una pocas fotitos, y.... ¡¡chan chan cha, podcast del libro que he grabado!! Espero que os gusten.
Y como colofón final, no nos olvidemos de... ¡¡los podcast!! Espero que os gusten. Más y mejor, muy pronto en Mi Pequeño Mundo: