El objetivo declarado es “garantizar el conocimiento del castellano” entre los alumnos. Si los niños catalanes salen sabiendo peor el castellano que los niños de Cuenca o de Sevilla podría tener algún sentido, pero es que no hay ninguna prueba que esto sea así, y de hecho las pruebas comparadas indican lo contrario (los niños catalanes tienen un conocimiento del castellano ligeramente superior al de la media española).
El objetivo es sencillo. Acabar con el modelo de inmersión lingüística catalana y poco a poco dejar el sistema educativo catalán parecido al valenciano. En Valencia el conocimiento del catalán (y si quieres llamarlo valenciano, el valenciano) ha retrocedido mucho, el valenciano/catalán es además un problema de confrontación social hasta el punto que el propio nombre genera una polémica innecesaria. En Valencia el número de personas bilingües de las nuevas generaciones son menores a las de Catalunya.
En Catalunya es muy difícil encontrar alguien que no tenga competencias lingüísticas en castellano. Es algo menos difícil, encontrar alguien que haya acabado el ciclo educativo y que no tenga competencias lingüísticas en catalán, y una parte importante de las personas que no han pasado por el sistema educativo catalán de la inmersión lingüística (por generación) no tiene esa competencia lingüística en catalán.
El modelo lingüístico educativo catalán expresa un consenso social y convivencial que hace que a excepción de unas 40 famílias de más de 1.000.000 digan que hay un problema con la inmersión lingüística en la educación.
El modelo lingüístico educativo catalán garantiza tan bien como el resto de modelos educativos españoles las competencias lingüísticas en castellano de quien pasa por él.
El modelo lingüístico educativo catalán es el único que realmente tiene capacidad de hacer de una persona que el catalán no es su lengua materna una persona funcionalmente bilingüe.
El modelo lingüístico educativo catalán es el único que ha permitido que una lengua minorizada haya podido avanzar socialmente en todo el estado (y de hecho en toda Europa) sin que ello hiciera retroceder en conocimiento y capacidad de uso a la lengua fuerte.
El problema de la lengua en Catalunya no es la cooficialidad de ambas lenguas, los catalanes sabemos hacer leyes que han logrado el avance social del catalán sin que retroceda el conocimiento y capacidad de uso del castellano. El problema de la lengua en Catalunya no somos los castellanohablantes. Cientos de familias cuyos hijos tienen como lengua materna únicamente el castellano se están escolarizando sin problemas y sin oposición por parte de las familias en un modelo de inmersión.
El problema de la lengua en Catalunya tiene un nombre: instituciones españolas, que son utilizadas con un objetivo homogeneizador intentando aplicar un hegemonismo lingüístico por parte de un nacionalismo español que no es capaz de aceptar que una parte de España tenga un comportamiento lingüístico y sociolingüístico distinto al modelo que aplica al resto del estado.
El problema de la lengua no es ni la cooficialidad ni los que hemos nacido en familias castellanohablantes, el problema son las instituciones españolas utilizadas por personas que quieren hacer del catalán una lengua folclórica y relegada a un papel siempre secundario.
En cambio las instituciones que sí podemos controlar los catalanes (Parlament, Govern, ayuntamientos, sindics de greuges, consells escolars), nunca han provocado estos problemas y han sabido encontrar soluciones institucionales eficaces para que la lengua no sea un problema en Catalunya.
Algunos ya estamos cansados que desde las instituciones españolas se generen problemas convivenciales lingüísticos que son extraordinariamente minoritarios en Catalunya.
Y ese problema no se soluciona ni con pactos ni con acuerdos ya que después de 40 años de democracia en España, no ha habido ningún año en que estas instituciones españolas hayan intentado desmantelar la legalidad catalana, la soberanía catalana con respecto a su modelo educativo y el modelo convivencial y educativo lingüístico catalán.
Al final la solución pasa por impedir que esas instituciones españolas puedan seguir haciendo de la lengua un problema y es hacer que ninguna institución que no responda a la soberanía catalana pueda meterse en nuestro modelo convivencial lingüístico.