Cuando en 1979 se convocaron las primeras elecciones en nuestra ciudad, la gente de la calle no tenía nada de cultura democrática. Apenas hacía cuatro años que había muerto el dictador y 40 años de tiranía habían arramblado con cualquier resto de costumbre democrática conseguido durante la república. ¿Elegir alcalde? ¿Qué es eso ? La gente lo que quería era vivir en libertad, y en un Hospitalet atestado de inmigración, cada uno decidió votar por la opción que más se acercaba a su forma de pensar o lo que es lo mismo, a "los suyos", pero sin una real intención de implicarse con los principios políticos de cada uno de los partidos. Bastante había en el día a día como para complicarse la barba.
Esta generación de nuevos votantes, identificados exclusivamente como votantes de "los suyos", sin ninguna tradición democrática previa, conforme fueron pasando los años y las elecciones, continuaron votando los que han considerado suyos. De esta forma, fueron desarrollando a medida que los hechos daban la razón a los escépticos que pensaban que eran los mismos perros con distintos collares (épica es todavía la lucha contra las tasas de las basuras y el giro copernicano de los socialistas cuando alcanzaron el poder) una apática falta de sentido crítico con los que ellos mismos habían decidido que gestionarían el municipio, con lo malo que todo esto tiene para la democracia de la propia ciudad. Eso si, a la hora de votar, votarían a "los suyos"... ¿a quién si no ?
El gran problema radica en el hecho de que el partido socialista actualmente en el poder, no tiene nada que ver -pero nada- con aquel que ganó las elecciones del 79. Ni las personas, ni la motivación, ni los principios fundamentales del partido, ni la ética, ni el programa... nada. Y a pesar de todo, aquella generación sigue votándolos porque, en su aislamiento político, ellos continúan votando a los que un día fueron "los suyos", sin darse cuenta de que los que están ahora, simplemente se están aprovechando de esta insólita "fidelidad" a prueba de bombas para perpetuarse en el poder al precio que sea, talmente como un PRI mexicano cualquiera. ¿Nunca se ha preguntado porque siempre se cambia de alcaldable a media legislatura? Porque en esta ciudad no se vota al alcalde, no se vota un programa, se vota a "los suyos". Y lo saben. Y se aprovechan de ello.
Afortunadamente, cada vez somos más los críticos que nos damos cuenta de cuál es el juego insano que impide una real pluralidad política municipal, y en cada legislatura el búnker socialista -si los que están ahora han sido socialistas de verdad alguna vez y no por mera conveniencia personal- se ve más reducido. Cada vez -a pesar de los extremismos desarrollados a la sombra justamente de esta falta de diversidad política en la ciudad- es mayor la cultura democrática existente entre la ciudadanía hospitalense, y más temprano que tarde acabará por entrar aire fresco en el Ayuntamiento. Seguro que no será el mejor aire posible, pero sin duda será aire nuevo y alejará el viciadísimo aire que se huele en la casa consistorial desde hace ya demasiados años.
Esperemos que la gente despierte de su letargo y vea finalmente que, aquellos a los que han estado votando con toda la buena fe del mundo, aquellos a los que han considerado "los suyos" durante años y años, en realidad no son quienes piensan, ya no son "los suyos". La ciudad entera, seguro que se lo agradecerá infinitamente.
Ah! Y sí. Yo también fui votante socialista.
Un voto cautivo no es una verdadera democracia