"Mi narración no tiene nada de emocionante y, por encima de todo, no es extraordinaria, pero puede que interese a algunas personas que, habiéndose esforzado en la misma vocación que yo, encontrará a menudo mi experiencia un reflejo de la suya."
El profesor fue la lectura con la que el Club Pickwick se estrenó y:
1. No me gustó nada nada.
2. Me lo pasé genial leyéndolo.
¿Bipolaridad? Puede, pero las razones son otras: William (¿o la Brönte?) se pasa medio libro rajando de los belgas, el resto de los continentales, es decir, los europeos a excepción de los ingleses, y los que profesan la religión católica, apostólica y romana, por lo que sus salidas nos dieron mucho juego para comentar y quedarnos muy a gusto poniéndolo verde.
Todo comienza cuando
"No tiene usted ningún poder, no puede hacer nada; ha naufragado y está varado en la playa de la Industria, obligado a chocar contra los hombres prácticos a los que no puede soportar, porque usted no será jamás un industrial"Durante todo el libro se puede apreciar la falta de experiencia de Charlotte, tanto en la falta de fluidez de la historia y su escritura, como el excesivo desarrollo de ciertas partes y escaso detenimiento en otras que eran las que podían levantar todo el asunto. Ahí la vi muy poco avispada a la chiquilla. La parte introductoria es demasiado extensa para la función que tiene que cumplir y podría poner a dormir a cualquiera, además de presentar personajes que luego no resultan importantes para el resto de la trama, mientras que, el triángulo Reuter, William y Frances, que es donde hay tomate, no es exprimido lo suficiente y Charlotte concluye de forma bastante rápida la subtrama que podía haber arreglado este desaguisado. Lo que resta del libro, resulta aburrido y previsible.
A esta historia, hay que añadir unos sentimientos siempre muy comedidos y contenidos y unos personajes que, aunque muy bien construidos y creíbles, antipáticos e insufribles en plan o los tiro por la venta o me tiro yo porque no los aguanto. William el primero. Durante todo el libro actúa con superioridad moral y desprecio hacia todo lo no british, creyéndose perfecto en todo a excepción de cuando tiene que hablar francés "con su execrable estilo del sur de Inglaterra". Frances, por otro lado, me daba cierta pena por ser una chica tan sumisa, apocada a la que William parecía gustarle hacer sufrir haciéndose el difícil e indiferente, mientras que en otras ocasiones, su falta de sangre en el cuerpo y emoción resultaba ciertamente irritante. Los que sí molaban fueron Reuter, la mala malísima que con sus maquinaciones insidiosas tenía potencial y apuntaba maneras, además de resultar menos obvia que el resto de personajes, y Hudsen, con sus comentarios jocosos y mordaces, pero su peso en la historia contrasta con su carácter de segundones y escaso tiempo en escena.
Conclusión, cada cual que coja el libro por su cuenta y riesgo. Es una historia en la que ni se llega a conectar con los personajes ni hay suficiente acción para que sea una historia atractiva.
¿Lo habéis leído?