El profeta debería regresar

Publicado el 09 noviembre 2015 por María Bertoni

Esta mañana fue la última proyección de ‘El profeta’ en el marco del Festival LatinArab.

Ojalá la versión animada de El profeta vuelva a proyectarse en Buenos Aires, acaso en algún otro festival de cine inspirado en la iniciativa del 5° LatinArab. La película elegida para la apertura de la muestra que arrancó el jueves pasado en nuestra ciudad también podría llamar la atención de los dueños de las salas comerciales, dado el brillo multiestelar de la producción que Salma Hayek se cargó al hombro y que presentó fuera de competencia en el Festival de Cannes de 2014.

Liam Neeson, Alfred Molina, John Krasinski, Frank Langella, la propia actriz y productora de origen mexicano -y ascendencia libanesa- les prestaron sus voces a los personajes de la historia central que hilvana los poemas del libro original de Kahlil Gibran. La dirección general fue obra de Roger Allers, responsable de La bella y la bestia, Aladino, El rey león entre otros éxitos de taquilla.

Para la ilustración de los poemas, Hayek convocó a animadores ajenos a los estereotipos estéticos de Hollywood (Bill Plympton es el más conocido). Para la musicalización, a Damien Rice, Yo-Yo Ma, Glen Hansard y Gabriel Yared.

Los cortos inspirados en los versos de Gibran les hacen honor a los textos que el poeta libanés publicó en 1923. La voz de Neeson embriaga tanto como el canto aterciopelado de Rice y los dibujos de Gaëtan y Paul Brizzi, Mohammed Saeed Harib, Tomm Moore, Joan Gratz, Nina Paley, Joann Sfar, Michal Socha, el mencionado Plympton.

El trazo de Plympton es inconfundible en el poema dedicado a los alimentos.

Distinto es el caso del marco narrativo a cargo de Allers. Le juegan en contra la estética Disney y el acento norteamericano exacerbado de Krasinski y de la pequeña Quvenzhané Wallis.

En este artículo que publicó en Indiewire, Matt Mueller citó a Hayek cuando en Cannes reconoció esas manchitas en el film. La actriz y productora se refirió a una exigencia de financiación que amenazó con detener la producción (cuyo costo rondó los 12 millones de dólares), y que terminó imponiéndole una impronta industrial al hilo conductor.

El sello de Tomm Moore es igualmente reconocible.

Algunos espectadores también creemos reconocer indicios de una estrategia de marketing que busca seducir a los consumidores de productos made in Hollywood. Así como el tango que bailan los protagonistas del poema ilustrado por Sfar, el estilo acordado a la historia de Almitra, Kamila, Mostafa, Halim también suena a concesión destinada a ampliar la audiencia según los criterios del entrenamiento global (léase occidental).