Investigando un poco sobre la vida del autor, John. D. MacDonald, descubro que fue un escritor ciertamente prolífico. Desgraciadamente fallecido en 1989, sus setenta años de vida le permitieron escribir más de 500 historias cortas y casi un centenar de novelas completas pertenecientes principalmente a las categorías de misterio y ciencia ficción. Cuenta su biografía que una vez decidió convertirse en escritor profesional, pasó cuatro meses escribiendo 14 horas al día, siete días a la semana, perdiendo 9 kilos de peso hasta que por fin una editorial aceptó una de sus obras después de tener que soportar cientos de rechazos. Claramente un trabajador intenso y por ello la elección de la foto, que no podía ser otra que con nuestro autor delante de su máquina de escribir.
Si bien me ha entretenido la novela y no tengo dudas en recomendarla, debo decir que en el lado de las referencias culinarias (que siempre hacemos) la cosa es más bien pobre. Es cierto que la América profunda no es necesariamente la mejor fuente de inspiración gastronómica, pero como siempre, las menciones a la comida existen. Haberlas, haylas, aunque se limitan a filetes de vaca, un bocadillo de sardinas y una deliciosa hamburguesa. Y como ya estamos en temporada de barbacoas, os animo a que alimentéis a la tropa con estas últimas, las hamburguesas, y para que os queden como nunca las han probado antes, os aconsejo que añadáis un poco de esta mezcla a la carne picada. Les sorprenderá muy positivamente esta deliciosa mezcla de especias suaves que realzan el sabor natural de la carne.