Como gratitud a nuestro arzobispo emérito, SE Juan Luis Cipriani, y bienvenida a nuestro arzobispo electo, Mons. Carlos Castillo, les comparto el presente artículo que he preparado para EL CORREO MARIANO y del que hablaremos en la emisora RADIO MARÍA, programa PERÚ, TIERRA ENSANTADA de este domingo 24, a la 1 p.m.
El protagonismo de los arzobispos de Lima en la historia del Perú
En la historia del Perú los arzobispos de Lima han desempeñado un rol decisivo. Podemos destacar que han sido el verdadero artífice de la forja, organización y desarrollo de la Iglesia. Su labor se refleja en los numerosos concilios provinciales y sínodos diocesanos convocados, así como en las visitas pastorales y fundaciones (pueblos, seminarios, hospitales), sus aportaciones culturales (sermones y pastorales, donación de libros, creación de colegios y la propia Universidad, escritos y mensajes), éticas y solidarias. Como en toda América, en la selección de los candidatos se tenía en cuenta su formación teológica, su experiencia de gobierno y su ejemplaridad de vida. Así lo afirman especialistas, como Paulino Castañeda, que atribuye a los prelados "una extraordinaria influencia en el conjunto de las decisiones adoptadas sobre la conformidad de la estructura colonial en su globalidad y muy especialmente sobre el ideario de la misma".
Pensemos en el primero, Fray Jerónimo de Loayza, dominico, que le corresponde un papel de pacificador en el momento de las guerras civiles entre Almagro y Pizarro; el segundo Toribio Alfonso Mogrovejo que cimenta la sociedad en pilares de santidad y desarrollo pleno; el último del virreinato y primero de la república Bartolomé de las Heras, auténtico bálsamo de serenidad en los convulsionados momentos de la Independencia.
Inmediatamente después de la fundación española de la Ciudad de los Reyes, Lima, se pensó también en convertirla en sede de una diócesis. Y como tal fue eregida con la bula "Illius Fulciti Praesidio" del Papa Paulo III el 14 de Mayo de 1541, declarándola, como en el caso del Cuzco, sufragánea de la diócesis española de Sevilla. Dos años después, el 25 de julio de 1543, entraba en Lima su primer obispo, Jerónimo de Loaysa. El 11 de Febrero de 1546, el mismo Papa, Paulo III, le otorgó el carácter de Metropolitana, desmembrándola de la Arquidiócesis de Sevilla, y le adjudicó como sufragáneas las diócesis de Panamá, Nicaragua, Quito, Popayán y Cuzco, a las cuales se añadieron más tarde otras diócesis que se extendían por todo el continente. Así, Lima se convirtió en Arquidiócesis adquiriendo el título de primada del Perú y de todo el Suramérica.
El magisterio de la Iglesia ponderará la misión excepcional de los Obispos: "Anuncien a los hombres el Evangelio de Cristo llamándolos a la fe por la fortaleza del Espíritu o afianzándolos en la fe viva, propónganles el misterio íntegro de Cristo, es decir, aquellas veradades cuya ignorancia es ignorancia de Cristo, e igualmente el camino que ha sido revelado por Dios para glorificarle, y por eso mismo para alcanzar la bienaventuranza eterna" ("Christus Dominus" (ChD) 11-12). El texto del Decreto Conciliar "Christus Dominus" del Vaticano II señala claramente el deber fundamental de los sucesores de los Apóstoles quienes "como de almas, han sido enviados por el Espíritu Santo y por el Sumo Pontífice, a perpetuar la obra salvífica de Cristo, Pastor Eterno (cfr. ChD 2).
Treinta y tres arzobispos han guiado al pueblo de Lima durante cuatrocientos setenta y seis años como pastores de la Iglesia Católica; quienes inicialmente atendían buena parte del territorio de la América hispana; llegando en algún momento de su historia a ser la arquidiócesis más extensa del mundo.
De los 33, 6 han superado los 20 años del último Mons. Juan Luis Cipriani. En primer lugar Juan Landázuri con 35 años, luego Jerónimo de Loayza con 33, Liñán de Cisneros 31, Pedro Villagómez 30, Santo Toribio y Juan González de la Reguera 25.
Les invito a visitar la sacristía de la Catedral de Lima donde encontrarán la galería más completa de nuestros arzobispos, pudiendo contemplar su efigie y los datos más importantes de su vida y misión. Basta en esta aptretada síntesis con dar cuenta de sus nombres y el periodo que rigieron los destinos de la diócesis limeña:
1. 1542-1575 Jerónimo de Loaysa
2. 1578-1606 Toribio Alfonso Mogrovejo
3. 1609-1622 Bartolomé Lobo Guerrero
4. 1625-1626 Gonzalo de Ocampo
5. 1630-1638 Fernando Arias de Ugarte
6. 1641-1671 Pedro de Villagómez
7. 1674-1676 Juan de Almoguera
8. 1676-1708 Melchor de Liñán y Cisneros
9. 1711-1722 Antonio Zuloaga
10. 1723-1730 Dego Morcillo Rubio de Auñón
11. 1734-1739 Francisco Antonio Escandón
12. 1742-1745 José Antonio Gutiérz de Zevallos
13. 1751-1758 Pedro Antonio Barroeta Angel
14. 1758-1761 Diego del Corro
15. 1761-1779 Diego Antonio de Parada
16. 1780-1805 Juan González de la Reguera
17. 1805-1823 Bartolomé María de las Heras
18. 1833-1839 Jorge de Benavente y Macuaga
19. 1841-1844 Francisco de Sales Arrieta
20. 1845-1849 Javier Luna Pizarro
21.1855-1857 José Manuel Pasquel
22. 1860-1872 José Sebastián Goyeneche y Barreda
23. 1873-1886 Francisco de Asís Orueta y Castrillón
24. 1889-1898 Manuel Antonio Bandini
25. 1898-1907 Manuel Tovar
26. 1907-1920 Pedro Manuel García y Naranjo
27. 1920-1931 Emilio Lissón Chaves
1931-1933 Mariano Holguín (Administrador Apostólico)
28. 1933-1945 Pedro Pascual Farfán de los Godos
29. 1945-1954 Juan Gualberto Guevara
30. 1954-1989 Juan Landázuri
31. 1989-1998 Augusto Vargas Alzamora
32. 1999- 2019 Juan Luis Cipiani Thorne
33. 2019- Carlos Castillo Mattasoglio
Agradecemos los intensos veinte años de S.E. Monseñor Juan Luis Cipriani en los que destaca como él mismo ha reconocido en su entrañable carta de despedida a los fieles, su aprendizaje "de las multitudes que con devoción acompañan al Señor de los Milagros todos los años en el mes de octubre; de los innumerables adoradores de las más de 80 Capillas de Adoración al Santísimo que han hecho de Lima una Ciudad Eucarística; del inmenso mar de laicos comprometidos que caminan todos los años apoyando en la Marcha por la Vida; de mis grandes amigos que pueblan los cerros de Manchay, tierra noble y generosa abierta a la esperanza; de los padres de familia, maestros y estudiantes de nuestras escuelas parroquiales que sostienen la valiosa tarea educativa y promueven con esmero los valores de la familia católica; y de los kilómetros y kilómetros de peruanos que rodeaban las calles de Lima para saludar al Papa Francisco en su reciente visita".
Y saludamos y encomendamos el futuro ministerio episcopal del Padre Carlos Castillo, limeño, sociólogo sanmarquino, doctor por la Gregoriana de Roma, brillante teólogo y celoso pastor, quien manifiesta su admiración por su antecesor Santo Toribio y su deseo de auscultar los signos de los tiempos para conducir la vasta arquidiócesis limeña, tierra ensantada pero necesitada de comunión y de misión. Su lema "A ti te digo levántate" (Tibi dico surge) es una invitación a ponernos en marcha. Que Santa María de la Evangelización le acompañe en todo momento.
José Antonio Benitojoseantonio.benito@ucsanjose.edu.peange