El protagonista de "Caché" se estrena tras la cámara

Publicado el 20 abril 2011 por Fimin

Los primeros pasos como director de uno de los principales actores del cine francés es la principal atracción entre las 13 novedades que llegan hoy a los cines franceses. Distribuída con la nada desdeñable cifra de 513 copias, "La fille du puisatier," ópera prima que además de dirigir, también protagoniza, supone una especie de vuelta a los orígenes para Daniel Auteuil a través de la obra de Marcel Pagnol, quién ya le dio la oportunidad de convertirse en una celebridad con el César al Mejor Actor en 1987 por "El manantial de las colinas". Un debut como director que coincide con el principio de una aventura: Pathé, su productora,  aprovecha el estreno para anunciar que Daniel Auteuil realizará a partir de 2012 otras tres nuevas versiones de la obra de Pagnol. Son "Marius", "Fanny" y "César," aunque hoy toca hablar de "La fille du puisatier."

Esta nueva versión de "La tempestad de almas", dirigida por Pagnol en 1940, es la historia de Patricia, de 18 años de edad, y Jacques Mazel, piloto de caza. A Mazel lo envían repentinamente al frente después de seducir a Patricia y justo cuando esta espera un hijo suyo. Al principio, los ricos padres del muchacho creen que se trata de una forma de chantaje. Patricia y su padre, el pocero, son los únicos que reciben al niño con alegría. Los Mazel los envidiarán muy pronto cuando se les informa sobre la desaparición de Jacques. La película, protagonizada por Daniel Auteuil en el papel del pocero, cuenta también en el reparto con las estimables presencias de Kad Merad, Sabine Azéma y Jean-Pierre Darroussin.

En palabras a Cineuropa, Daniel Auteuil define la cinta como "una magnifica historia de amor, dolor y perdón. “Este mundo de Pagnol es universal, lo que hace que 70 años después siga divirtiéndonos y emocionándonos. En todas las épocas, los sentimientos son siempre los mismos, los enamorados son siempre los mismos, los padres son siempre los mismos, los ricos y los pobres también”. A propósito de su puesta en escena, confiesa “haber descubierto la fascinación de filmar los rostros, y ciertos paisajes que son como rostros" y reivindica el clasicismo en su manera de filmar la película: "Quería algo fluido, con movimiento, pero sin efectos, ni grúa, ni steadycam… quería a la vez lirismo y sencillez. Mis obsesiones están ligadas a la vida, a la verdad, a la rectitud de los sentimientos, a la naturaleza”.