A propósito del viaje de Estado de la pareja presidencial de los Estados Unidos Mexicanos al Reino Unido (dentro de los actos que conforman el Año Dual México-Reino Unido 2015), nos ha parecido interesante realizar una retrospectiva de aquellas personas –individuos de a pie- a los que la vida les ha llevado a tener que enfrentarse al protocolo como parte integrante de su agenda diaria. Este es el caso de la primera dama de México: una actriz mexicana de telenovela, que choca verla ante el exigente ceremonial británico o luciendo la banda de la Real Orden de Isabel la católica en una cena de estado.
Siempre se ha dicho que la reina Sofia de España fue una profesional del rol que desempeñó a lo largo de su vida, aunque tenemos que reconocer que haber nacido dentro de ese círculo siempre ha jugado a su favor. Caso diferente es lo que les ha ocurrido a diferentes príncipes y princesas que nacieron plebeyos y que la vida les ha llevado a tener que convertir el protocolo en una sombra que les persigue en su día a día. Actualmente la lista es impresionante, especialmente desde que los antiguos matrimonios morganáticos pasaron a ser historia y la realeza rompió definitivamente el tabú de tener que emparejarse con personas de su mismo estatus social. Al frente de esta lista se encuentran la reina Máxima de los Países Bajos y la reina Letizia de España, que ya han subido un peldaño en las precedencias respecto al resto.
El último caso de transformación en princesa que se está llevando a cabo es el de Sofia Hellqvist, futura duquesa consorte de Värmland y princesa de Suecia a partir del próximo mes de junio, cuando contraiga matrimonio con el hijo de los monarcas suecos en la iglesia del Palacio Real de Estocolmo. Aunque se desconoce si tiene asignado un mentor personal –tal y como ocurrió con el príncipe Daniel, a quien tuteló Jan-Eric Warren, maestro de ceremonias de la Casa Real sueca-, es evidente que el cambio de imagen y su adaptación a la manera de hacer de palacio se está produciendo. Según parece la veterana Alice Trolle-Wachtmeister, máxima responsable femenina de la Corte Sueca, ha sido una de sus principales asesoras.
Entre este grupo de plebeyos que la vida ha convertido en aristócratas, están los actores y las actrices, quienes han tenido que cambiar platós y alfombras rojas por líneas de saludo, inauguraciones o cenas de gala. En este caso, suponiendo su capacidad interpretativa es evidente que el trabajo les debe haber costado algo menos, especialmente por estar acostumbrados a ser foco de los medios de comunicación.
Sin discusión alguna, la lista la encabeza Grace Kelly, una muchacha de clase alta estadounidense que triunfó en Hollywood antes de convertirse en Alteza Serenísima de un pequeño principado europeo. Cierto es que tanto su porte como su saber estar como miembro de una familia de la alta sociedad, ya le sirvieron de entrenamiento para el papel que le tocaría sobrellevar tras su matrimonio. Otros casos similares son el del breve coqueteo de la mítica Rita Hayworth con la aristocracia asiática tras su matrimonio con el príncipe Ali Khan, o el de la modelo galesa, Lilian May Davies, que tras vivir durante treinta y tres años junto al príncipe Bertil de Suecia, el 7 de diciembre de 1976 se convirtió en princesa de Suecia y duquesa de Halland tras su boda en el Palacio de Drottiningholm. Desde ese momento, la ya oficialmente princesa Lilian entró a formar parte de la Familia Real y, hasta su fallecimiento, participó en todos los actos oficiales de la casa real.
Pero evidentemente, no solo es necesario aprender a convivir con el protocolo si se entra en el mundo de la aristocracia o de la realeza, también llegar a convertirse en primera dama de un país republicano obliga a ello. En este ranking debemos incluir a todas las primeras damas de los Estados Unidos de América, destacando especialmente a Jackie Kennedy o Nancy Reagan; el particular caso de Raisa Gorvachova o de la actual primera dama china, Peng Liyuan; el paso de Carla Bruni o de Valérie Trierweiler por el Palacio del Eliseo, o el más actual de Angélica Rivera Hurtado en los Estados Unidos Mexicanos.
No exenta de críticas, y reconociendo la existencia de detractores absolutos a su labor, el papel protocolario reservado a la primera dama lo está sabiendo desempeñar, especialmente en su papel de anfitriona o de acompañante en las visitas oficiales y las visitas de estado que el matrimonio está realizando por diferentes partes del mundo. Mal o bien, debemos reconocer la voluntad de intentar ponerse a la altura... Algo así como ocurre en España con la nueva reina.
Para saber más:
Angélica Rivera, de estrella de telenovela a primera dama de México
Visita de estado, visita oficial, visita de cortesía
El programa de una visita de Estado con ejemplo práctico
Visita al Reino Unido