Hace solo doce meses que, en una inspirada tarde de fútbol, los Seattle Seahawks -posiblemente uno de los peores equipos clasificados jamás para la post temporada-, se merendaron a los New Orleans Saints. Nadie, ni en la calurosa Louisiana, ni en el frío estado de Washington, han olvidado tan dura lección. Hoy echaremos un vistazo a esos equipos que sueñan con dar la campanada, con ser los nuevos Seahawks, con vivir para luchar un día más.
CINCINNATI BENGALS. Los equipos más débiles son los primeros en caer. El pase a la post temporada es su mayor premio y cuando el objetivo está cumplido, la relajación llega y ya es tremendamente difícil conseguir que el vestuario siga peleando por cada yardas. Con la simple clasificación para los playoffs, las defensas no se vuelven dominantes-salvo que lo fueran durante la regular season-, ni los ataques se transfiguran en lo que nunca fueron. Hasta aquí la teoría.
Los Bengals jugarán este enero convertidos en la cenicienta de la competición. Donde muchos ven mediocridad, yo descubro el trabajo que en pocos meses ha sido capaz de llevar a cabo Marvin Lewis. Lejos de aceptar como inevitable un sombrío futuro, más allá de escudarse con la excusa de la tierra quemada que en la huída dejaron tras de sí los Carson Palmer, Chad Ochocinco o T.O., Lewis y su equipo de colaboradores han hecho un trabajo excelente con toda su plantilla y particularmente en la adaptación al mundo profesional de su quarterback titular, Andy Dalton y de gente como A.J. Green en la recepción de pases. Aún con todo, el juego de los de Cincinnati podría describirse perfectamente con lo que en el especializado ambiente de los gurús y analistas de la NFL en los que me muevo se califica como "un equipito apañadito". No destacan en nada, solo es destacable su defensa, novena en cuanto a yardas y puntos permitidos por partido. Registros tan modestos que explican por sí mismos este nivel inferior que actualmente muestra la AFC. Les han bastado unas pocas victorias para dejar en el camino a Titans, Jets, Chargers o Raiders, franquicias sobre el tapete mucho más poderosas. Así que todo apunta a que los Bengals estarán disfrutando de sus merecidas vacaciones en pocos días. Los Texans les pasarán por encima, por debajo, por los flancos, por lo civil y por lo militar.
Acabo de darme cuenta de que, substituyendo Bengals por Seahawks, estas líneas serían las mismas que todos publicamos el año pasado a estas alturas del calendario. No escarmentamos. No aprendemos acabamos de admitir que la NFL nos ofrece historias emocionantes, sorpresas que van más allá de toda lógica o razón. Pero si sucede lo inexplicable, me alegraré por ellos. Es tan fácil dejarse llevar por los sueños.
DETROIT LIONS. Cuando al inicio de temporada Mariano Tovar profetizó que los Lions llegarían a la post temporada, incluso que serían firmes candidatos a esta Super Bowl, confieso que temí tanto por su salud mental que no pude contener el impulso de llamarle. Es la diferencia entre los que nos limitamos a comentar la actualidad y aquellos que, con su saber y experiencia, son capaces de adelantarse a los acontecimientos.
Los Lions son un equipo estructurado en base a impresiones falsas, un engaño semejante al que experimenta cualquiera que, cruzando el peor de los desiertos, experimente la visión de una buena alucinación. Todos creemos que el ataque flaquea y que su defensa es dominante. Quizá sea porque de Matt Stafford se han esperado tantas cosas que cuando no sucede lo extraordinario, cualquier valoración desmerece la realidad. Pero el quarterback de Detroit ha demostrado que, con el permiso de sus lesiones, puede volar a gran altura justo al nivel que los Nate Burleson, Calvin Johnson, Brandon Pettigrew o Titus Young necesitan.En defensa sucede justo lo contrario. Los derribos de Stephen Tulloch, DeAndre Levy, los sacks de Cliff Avril o Kyle Vanden Bosch y las intercepciones de Chris Houston y Eric Wright, buenas actuaciones individuales, solo son los árboles que nos impiden ver un bosque defensivo de una endeblez demasiado evidente como para pasar tan desapercibida. Lo cierto es que durante toda la temporada, los Lions no han sabido parar adecuadamente ni el juego terrestre, ni el aéreo rival.
Detroit Lions son un equipo abonado al "momentum". En una situación de inspiración, son capaces de derrotar a quienes se crucen en su camino. En una de sus tardes han demostrado que son capaces de mirar a los ojos a los mismísimos Packers y combatir el fuego con fuego. Pero si el ataque duda o la defensa cede de forma inesperada, los de Detroit aún son un equipo demasiado vulnerable.
ATLANTA FALCONS. Urgencias históricas. Bloqueos psicológicos. Los Falcons serán el equipo de playoffs sometido a un mayor miedo escénico. Desde aquella tremenda derrota a manos de los Green Bay Packers de la temporada anterior, en Atlanta han vivido prisioneros de aquella experiencia. Tal impacto tuvo aquel partido que sus efectos se han dejado sentir hasta el punto de socavar la autoestima de toda la franquicia. Fruto de todo ello, los inicios de temporada fueron erráticos. Empeñados en solventar sus partidos con demasiada precipitación y abuso del ataque aéreo, encajaron algunos reveses de importancia. Matt Ryan quedó en entredicho, Julio Jones asumió demasiada responsabilidad y Michael Turner pareció, durante varias semanas, un espectador más.
Pero llegó la redención y Mike Smith supo rectificar. A partir de ese momento, el juego de pase y carrera alcanzó el equilibrio buscado. Ryan empezó a servirse de Turner, Jones, White y del incombustible Tony Gonzalez. Diversificación ofensiva en estado puro. El equipo defensivo ha mejorado su eficiencia y aunque destacan en la protección contra el ataque terrestre, su agujero sigue siendo la defensa contra el pase, vigésima de la liga. En una división como la NFC, presidida por equipos con el potencial aéreo de Packers o Saints, eso es un grave problema.
Con todo, vuelvo al principio. Los Falcons han mostrado una gran irregularidad durante toda la regular season, sin olvidar que su último enfrentamiento contra los Saints fueron literalmente masacrados sin compasión. Es el momento en el que Smith debe saber que hasta la mayor amenaza puede ser utilizado en su favor. La base de cualquier triunfo que los de Atlanta puedan ser capaces de conseguir esta temporada pasa por encauzar el aspecto psicológico porque, como no me canso de repetir esta semana, los Playoffs ofrecen a cualquiera una posibilidad real de triunfo. Si saben encauzar tanto la amarga experiencia del año anterior frente a Packers y la humillación de hace apenas un par de semanas contra los Saints, pueden convertirse en un enemigo temible. Tienen cuanto necesitas: poder de pegada, una defensa creciente y un rol de maverick envidiable.