Como sospecháis, es seguro que esta breve serie de artículos sobre los equipos clasificados para los Playoffs 2012 no finalizará con el pronóstico de ningún hipotético ganador de la XLVI edición de la próxima Super Bowl; o quizá, sí. Pero no es menos cierto que de la lectura de mis comentarios, sagaces como sé que sois, podréis deducir qué escuadras son las que, a mi juicio, reúnen más ingredientes para afrontar con éxito esta colosal empresa. No os quedéis solo con mis impresiones; sacad vuestras propias conclusiones.
NEW YORK GIANTS. Confieso que hace solo escasas semanas que empecé a pensar en los New York Giants como uno de los equipos candidatos a la post temporada. Todos sabemos que tradicionalmente los azules han seguido la estrategia del globo, esto es, impresionantes al inicio de la regular season pero totalmente desinflados cuando llega diciembre. The Jings andan hoy concentrados en su preparación, seguros de sus fuerzas y confiados en la victoria. Y no es para menos.
Veo en estos Giants la fotocopia perfecta de aquel Big Blue Wrecking Crew que noqueó a los todopoderosos New England Patriots en la Super Bowl del 2008. Los chicos de la gran manzana conservan su cerebro en la figura del veterano head coach, un viejo zorro llamado Tom Coughlin. Su mayor mérito ha consistido en dar continuidad a su sistema substituyendo unas pocas piezas. Aunque él piense lo contrario, Eli Manning nunca pasará a la historia de la NFL por pertenecer a ese selecto grupo de quarterbacks de fantasía per muchas franquicias hoy entregarían su brazo derecho por contar con la fiabilidad del cada vez menos conocido por "hermano de Peyton". Ahmad Bradshaw substituyó a Brandon Jacobs pero rescatado éste del inevitable cambio generacional, los Giants cuentan ahora con un ataque terrestre de doble filo. Y allí donde la irresponsabilidad de Plaxico Burress puso en riesgo el poder del bigplay, los de New York han descubierto a una de las perlas negras de la temporada tras la figura de un agente libre no-drafteado, un tal Víctor Cruz quien, por méritos propios, ha acabado por desbancar no solo al lesionado Mario Manningham sino a todo un Hakeem Nicks como receptor preferente de Eli.
En silencio, a la callada, pero paso a paso, los Giants construyeron lo que acabó siendo un equipo de gloria. Se deshicieron de los Packers de Favre en aquella gélida noche, disolvieron la temporada perfecta de Tom Brady y ahora, vuelven a oír la llamada de la gloria. La historia amenaza con repetirse y si los Pierre-Paul, Justin Tuck, Osi Umenyiora y compañía mantienen su línea ascendente, los G-Men pueden estar a punto de dar una sonora campanada.
SAN FRANCISCO 49ERS. Es el equipo de todos... de todos los que nos metimos en esto hace ya más de treinta años. Constituyen el ejemplo perfecto, la máxima expresión de cómo un head coach con sentido común y mucho trabajo -algo de lo que carecen otras franquicias situadas más al sur de San Francisco y que no puede ser nombrada hasta que no cometan el merecido parricidio contra su head coach-, los resultados no necesitan de una reconstrucción ni larga, ni radical.
Jim Harbaugh ha sido capaz de recomponer los pedazos en los que Alex Smith se estaba -o le estaban- fragmentando. La operación Kaepernick, un nuevo salto al vacío, tan habitual por aquellos lares, ha quedado suspendida sine die. Más que eso, Jim ha dado al juego de los bay bombers un criterio y una consistencia que no se conocía en la bahía desde hacía décadas. De Michael Crabtree ya nadie espera que gane el partido solo con sus recepciones. El joven Kyle Williams puede participar en el juego sin la presión del "aquí y ahora". Las carreras de Frank Gore ya no son el recurso de emergencia al que recurrir a la desesperada. Se trata, en definitiva, de edificar un juego compensado y, por tanto, imprevisible. Y cuando el ataque entra en crisis, la defensa está ahí para mantener la distancia en el marcador. La defensiva de los 49ers ha mantenido al equipo en momentos importantes. Patrick Willis y Justin Smith forzando fumbles. Carlos Rogers, Tarell Brown y Dashon Goldson en la intercepción. Aldon Smith, Navorro Bowman y de nuevo Justin Smith, capturando al mariscal. Cuarta mejor defensa global, segunda a la hora de permitir puntos en contra -una increíble media de 14'3 pts/partido-, primera contra la carrera aunque decimosexta contra el pase -ojo al dato-. Un gran, gran trabajo de Vic Fangio.
Ahora nadie espera que los the red and gold sean la reproducción de aquellos niners que nos asombraron en su época. Sus aficionados han/hemos aprendido a esperar de sus jugadores lo que esta temporada han/hemos podido disfrutar: trabajo, equilibrio y resultados. Pero aunque ganar la NFC West no supone ningún aval viendo como están el resto de rivales divisionales, lo que los niners han sido capaces de construir esta temporada merece el justo reconocimiento de una post temporada. Y en este punto, aguardando en la ronda divisional, cualquier milagro es posible.
PITTSBURGH STEELERS. Si el acceso principal de Lambeau Field está presidido por la figura de Vince Lombardi, a la entrada del Heinz Field Stadium debería de instalarse algún tipo de reconocimiento al carácter indomable del equipo con mayor épica de este deporte. No puedo imaginar a ninguna escuadra con mayor capacidad de lucha, sufrimiento o creencia ciega en sus propias posibilidades. Nunca se dan por vencidos y jamás se arrugan ante las dificultades. De acuerdo que difícilmente lograrán la espectacularidad de otros equipos, pero de la misma forma hay que reconocer que lo que para otras franquicias representa un obstáculo infranqueable, para los de negro y oro solo significa un reto más que superar.
La temporada anterior lograron su clasificación para los playoffs a pesar de la sanción de cuatro partidos impuesta a su quarterback titular y estuvieron a un solo drive de dar la vuelta a la Super Bowl. Este año, con un Roethlisberger renqueante, han alcanzado la post temporada y ahora, sin uno de los mejores running backs de la liga, Rashard Mendenhall, se aprestan a librar una nueva guerra. Cada vez que dejan ir a alguno de sus consagrados receptores cometo el error de pensar que les será imposible cubrir el vacío de calidad que éste deja y, de nuevo consiguen lo imposible. En defensa quizá no luzcan esa terrible steel curtain que marcó una dinastía en los setenta pero, temporada tras temporada, encabezan la mayoría de clasificaciones defensivas. Y eso es algo que no se logra más que con un muy duro trabajo.
No sé si quedarán apeados de estos playoffs a las primeras de cambio o serán capaces de repetir aquello a lo que nos han mal acostumbrado. Solo puedo pensar que, en cualquier caso, con los Steelers sobre el terreno de juego, cada drive se convierte en una lucha sin límites, en un viaje a la esencia de este deporte. En Pittsburgh viven y mueren por y para el fútbol. Nunca fueron, ni serán, un equipo más. No les olvides, amigo.