El próximo gobernante de Cuba

Publicado el 18 marzo 2013 por Jediloy @jediloy
Dicen que escucha más que habla, tiene cierto atractivo  y le llaman
   El 'Richard Gere cubano'
"El hombre que está llamado a ser el próximo gobernante de Cuba no puede ser más diferente de lo que hoy tienen en la isla, exceptuando que fuera mujer y negra. Pero Miguel Díaz-Canel, 52 años, no se apellida Castro, es ingeniero eléctrico sin carrera militar ni batallas de Sierra Maestra", escribe hoy el periódico vasco EL CORREO DE BILBAO.

“Si ha sido nombrado por Raúl Castro, es más de lo mismo”, opina la escritora cubana Zoé Valdés, radicadaen París. (izquierda)
 La periodista y paisana suya en Villa Clara, Mercedes Rodríguez (a la derecha con Fidel), escribió estas palabras que parecen proféticas: «La gente le cree, le agrada su figura y esa manera suave pero firme de llamar la atención. Disfruta con una canción de los Beatles, de Silvio, de Pablito; un poema de Benedetti, de Neruda... Importante le resulta existir intensamente. Con hombres así, mi país avanzaría más rápido».


Digo yo, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, el nuevo número dos cubano, candidato al poder de la isla, “es, sobre todo, un hombre cercano, de a pie”. A partir de ahora se hablará de él, se hablará de sus formas, sus costumbres y su tiempo noble, los años de la gran incondicionalidad a Fidel y su Revolución. Eso nadie lo puede negar, aunque hoy muchos pensemos diferente.
Como le conté a Isabel: «Le corresponderá a él y a otros como él llevar a Cuba por nuevos senderos, lo que la sociedad espera y desea (dentro y fuera). Y aunque irreversiblemente ahora será un continuista de la Revolución Marxista, deberá mirar hacia adelante y pensar en la necesaria renovación».



El revolucionario fan de los Beatles

Le llaman el Richard Gere cubano, ama el deporte y defiende a los gays. Si nada se tuerce, Díaz-Canel pondrá fin a la dinastía de los Castro en 2018 Isabel Ibáñez/Hoy de Badajoz/Atrio Press
VISTO desde fuera, el hombre que está llamado a ser el próximo gobernante de Cuba no puede ser más diferente de lo que hoy tienen en la isla, exceptuando que fuera mujer y negra. Pero Miguel Díaz-Canel, 52 años, no se apellida Castro, es ingeniero eléctrico sin carrera militar ni batallas de Sierra Maestra, dicen que escucha más que habla, tiene cierto atractivo -le llaman el 'Richard Gere cubano'-, es de provincias y defensor de gays, lesbianas y transexuales en un país donde la homofobia aún habla por boca de muchos camaradas (todavía se lucha para que incluyan en el censo a las parejas del mismo sexo). Raúl Castro le designó su sucesor el pasado 24 de febrero, al proclamarle vicepresidente del Consejo de Estado. «El compañero no es ni un advenedizo ni un improvisado», dijo como excusando su juventud en un país que ha hecho de la gerontocracia un arte de gobernar. Raúl confirmó también que sus días como jefe de la nación están contados. Aunque no sean pocos: promete que lo deja en 2018, con 87 años, los que hoy tiene su hermano Fidel. Pero la longevidad tiene garantía en esta isla.
 Un lustro le queda a Díaz-Canel, serio en la política, bromista en la intimidad, para seguir forjando su imagen de digno mandatario y encajar en un pueblo acostumbrado al carisma primero de Fidel y en menor medida de su hermano. Dicen también que deberá convencer a los viejos militares que integran el aparato del partido, muchos de ellos guerrilleros. Tendrán que obedecer órdenes de un civil que solo ha cumplido con el servicio militar obligatorio de tres años en unidades antiaéreas. Aunque la Constitución cubana deje claro que el poder recae en el Partido Comunista.
 Cinco años en los que pueden pasar muchas cosas. Ocurrió con otros que parecían llamados a dirigir el país: Felipe Pérez Roque y Carlos Lage, ministro de Relaciones Exteriores y vicepresidente, respectivamente, destituidos en 2009 al parecer porque fueron grabados haciendo chistes sobre el régimen. Y antes Roberto Robaina, también ministro de Exteriores, depuesto en 1999 por «deslealtad», «corrupción» y por «autopromocionarse como candidato de la transición poscastrista». Son estos ejemplos los que ponen un interrogante sobre su futuro. Como lo hace el periodista cubano Luis Cino en su blog (www.circulocinico.com): «¡Son tantos los delfines que hemos visto explotar! Cinco años es tiempo suficiente para que cualquier delfín cometa un desliz, se torne arrogante, se corrompa, se aficione a las mieles del poder y caiga víctima de una purga».
 Díaz-Canel nació en la provincia de Villa Clara, en el centro de la isla. Aquí, en la ciudad de Santa Clara, descansan los restos del Che Guevara, lo que la convierte en lugar de peregrinación. Otros llegan cautivados por motivos bien dispares: fue pionera en dar cobijo y libertad al movimiento homosexual y transexual cuando la homofobia era más común en la isla (en esa época se rodó 'Como fresa para chocolate' -1994-, sobre la represión de los gays en los años setenta).
 'La cueva de los maricones'
 En Santa Clara, donde vive la primera funcionaria cubana transexual (sufrió dos años de cárcel), abrió El Mejunje sus puertas, un bar, un centro cultural que desde hace tres décadas es refugio de rebeldes, tatuados y rockeros cuando esta música andaba proscrita de facto. En este garito se le podía ver a Díaz-Canel con su melena, aficionado al rock (uno de sus dos hijos toca en un grupo de «música alternativa»), como dirigente de las Juventudes Comunistas y luego primer secretario del Partido en la provincia. «Fue incondicional en los momentos más difíciles», recuerda Ramón Silverio, dueño de El Mejunje, que habla para este diario: «Un aliado, un amigo. Cuando al Mejunje aún lo llamaban 'la cueva de los maricones', él tuvo toda la comprensión del mundo, nos traía a compañeros, políticos, artistas... La gente lo sintió mucho cuando lo mandaron a Holguín...».
 Añade Silverio que es «cercano, gente honesta que no ha cambiado». Le recuerda bailando, escuchando a los Beatles, amante de la cultura y el deporte; jugaba al fútbol, al béisbol y al baloncesto... Precisamente en los entrenamientos de basket coincidió Díaz-Canel con Guillermo Fariñas, disidente cubano famoso por sus huelgas de hambre, que le define como «afable, exigente y pragmático», aunque «no es el Gorbachov cubano», avisa.
 Era de esperar que, en un país donde todo suele ser blanco o negro, estas novedades no convencieran a los anticastristas. Hasta su apellido sirve para llamarle «canelo». En resumen: si ha sido nombrado por Raúl Castro es más de lo mismo. Así opina la escritora Zoé Valdés: «¿Crees que un hombre de Raúl Castro, nombrado a dedo, constituirá una novedad? Ha habido otros y mira dónde están, tronados, en Plan Pijama (retiro forzoso) o en prisión domiciliaria, y algunos tenían una carrera más gruesa e interesante que este señor. Sin nombrar a los asesinados o muertos en extrañas circunstancias». En una de sus columnas, Valdés lo calificaba de «efebo calientapollas del castrismo»: «Los Castro poseen esa fragilidad de los muy machos, que se enamoran de los jóvenes que creen apuestos, de los que tienen perfil para encandilar a las masas. Es sabido que a Castro II le gustan los efebos. De cualquier modo no es importante su sexualidad, pero sí es gravísimo que sea nombrado por el tirano para dirigir la vida de los cubanos por su sexualidad».
 Francisco Rodríguez, periodista del diario 'Trabajadores' -órgano de la central sindical-, gay y bloguero de influencia (paquitoeldecuba.wordpress.com), tacha de ridículas y homofóbicas las insinuaciones sobre la supuesta homosexualidad de Díaz-Canel. No se atreve a calificarle como la gran esperanza del movimiento gay, «porque no es algo de una persona, pero su apoyo es muy importante». Sobre su ascenso, considera que «nadie con criterio serio puede descalificar un cambio de este tipo. Tiene experiencia desde la base, no es un dirigente probeta, ha pasado por muchos puestos hasta que fue ministro de Educación. Da la impresión de escuchar más de lo que habla y hay que reconocer que con 52 años tiene una imagen muy atractiva, que no viene mal en una figura política incluso en Cuba», zanja.
 Rumba, ron y cubanas
 También le conoció en su juventud el periodista cubano afincado en España Jesús Díaz Loyola (atriopress.blogspot.com.es): «Me saca cuatro años. Nos encantaban la rumba y las cubanas, el ron y la cerveza. Su melena es la misma que ha llevado hasta hace poco, la que llevábamos por moda. Pocas veces usaba los 'Lada 1600' soviéticos porque iba en bicicleta. Es un hombre cercano, de a pie. El espíritu de atleta, común a todo cubano, lo justifican en él las colosales marchas juveniles, caminábamos días enteros, nos divertíamos, acampábamos en cualquier parte, dormíamos y hasta ligábamos con alguna criolla, pero sobre todo eran los años nobles de la gran incondicionalidad a Fidel y su Revolución. Eso nadie lo puede negar, aunque hoy muchos pensemos diferente». Y concluye: «Le corresponderá a él y a otros como él llevar a Cuba por nuevos senderos, lo que la sociedad espera y desea. Y aunque irreversiblemente ahora será un continuista de la Revolución Marxista, deberá mirar hacia adelante y pensar en la necesaria renovación».
 En aquellos años de Villa Clara, la periodista y paisana suya Mercedes Rodríguez dejaba escritas estas palabras que parecen proféticas: «La gente le cree, le agrada su figura y esa manera suave pero firme de llamar la atención. Disfruta con una canción de los Beatles, de Silvio, de Pablito; un poema de Benedetti, de Neruda... Importante le resulta existir intensamente. Con hombres así mi país avanzaría más rápido».
 Nació el 20 de abril de 1960 en una finca familiar en Las Villas, en el centro de Cuba. Su padre trabajaba en una planta de cerveza y su madre era maestra. En 1982 se graduó en Ingeniería Civil. Después cumplió con el servicio social, pero no es militar. Con su primera esposa tiene dos hijos treintañeros. Ahora está casado con una profesora universitaria.
 Trabaja de profesor universitario y entra en la Unión de Jóvenes Comunistas. Entre 1987 y 1989 cumple una 'misión internacionalista' en Nicaragua. En 1994 se convierte en primer secretario del partido en Villa Clara. En 2003 pasa a Holguín. En 2009 le nombran ministro de Educación Superior. Y en 2012, vicepresidente del Consejo de Ministros.