Tomás Gómez ha ganado las primarias del PSOE en Madrid; no le conozco personalmente, ni sé cuál será su programa político frente a Esperanza Aguirre, pero creo que su triunfo sobre Trinidad Jiménez es justo. Primero, porque ha demostrado que las bases de una formación política son libres para decidir y pueden actuar con plena independencia, al margen de los dictados del poder. Segundo, porque ha dejado fuera de juego a Zapatero, José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba, que le exigireron que se retirara para facilitar el paso a su candidata, y ahora han quedado desautorizados por las bases del partido en Madrid. Y tercero, porque Tomás Gómez, aunque todavía esté por ver, podría representar una alternativa en el seno del PSOE frente a quienes como Zapatero y Jiménez han hecho suyos los dictados de la derecha más reaccionaria en materia económica y social.
Trinidad Jiménez representa, desde mi punto de vista, una apuesta política construida exclusivamente sobre la imagen, los sondeos electorales, el marketing y las palabras vacías de contenido. Si tiene alguna ideología, lo disimula muy bien o, al menos, yo no me he enterado. Cuando su nombre empezó a sonar como el rostro de Zapatero en Madrid, pensé que podría ser la vencedora en este duelo, pero más tarde, cuando el presidente anunció que él no se jugaba “nada” en estas primarias, comprendí que su suerte estaba echada. Quienes le animaron a enfrentarse con Tomás Gómez empezaban a dejarle sola ante el peligro, y entre ellos, además del presidente, Blanco y Rubalcaba, que pasaron de ser sus valedores públicos a callar ante los medios de comunicación. Es obvio que no han querido vincular su futuro ni sus ambiciones a una apuesta perdedora. Todo un ejemplo de coherencia e integridad, que les retrata como personas.
Ahora nos dirán que ha ganado la democracia interna, que el partido está más unido que nunca, que Zapatero no queda tocado por la batalla de Madrid, e incluso que sale reforzado,…. Todo mentira. La derrota del presidente en este caso es tan real, que no pueden disimularla por mucho empeño que pongan. Su estrella se apaga y él es el único responsable de su declive. Sólo le falta que Tomás Gómez gane el próximo mes de mayo a Esperanza Aguirre, poco probable a tenor de todas las encuestas, para tener amte sí a un rival, al que no sólo no supo reconocer sino que desprecio, al querer imponerle a Trinidad Jiménez, sin respetar la voluntad de las agrupaciones socialistas de Madrid. La vida, en ocasiones, nos la mete doblada y Zapatero puede salir más que esquilmado de este “rifirrafe“. Blanco y Rubalcaba no han quedado mejor, aunque ahora miren para otro lado como si todo lo ocurrido les fuera ajeno. Ambos quieren sustituir al presidente cuando llegue el momento, pero a ambos les ha salido un duro competidor, con el que no contaban.