El PSOE de Felipe González nunca podría pactar con un partido furiosamente comunista como Podemos, ni con independentismos llenos de odio a España, pero el de Pedro Sánchez lo hace sin que le tiemble un músculo y sin que la conciencia le remuerda el alma. Ninguna izquierda europea en el gobierno se atrevería a subir masivamente los impuestos, ni a pactar con partidos contrarios a la unidad nacional, ni a gobernar a golpe de decreto, ni a enfrentarse abiertamente a la mitad de su pueblo, como hace en España el guaperas Sánchez.
Es evidente que la izquierda española, capitaneada por el PSOE, ha cambiado y se está deslizando intensamente hacia el marxismo nuevo, el que, con distintos métodos, quiere destruir el mundo occidental democrático y capitalista para construir sobre sus cenizas el domino del Estado intervencionista, todopoderoso y dueño de todo, como lo era el de Stalin.
Las izquierdas españolas no se apoyan ya en los trabajadores, que les han abandonado, ni en los sindicatos, que están en la ruina, ni en la batalla económica, que han perdido definitivamente, sino en los descontentos y frustrados, sobre todo en colectivos indignados a los que reactiva y teledirige para que subviertan el orden y combatan el establishment. Ha ocurrido con las mujeres, a las que ha querido convertir en feministas combativas y llenas de furia, con los colectivos LGTBI, a los que utiliza como fuerza de choque, con los inmigrantes, a los que empieza a utilizar como martillo y ariete, y con muchos otros grupos, cuyo descontento y marginación reconduce para que arremetan contra las sociedades prósperas y acomodadas del mundo desarrollado.
Muchos pensadores y analistas observan estupefactos la hoja de ruta de Pedro Sánchez porque ven en ella demasiados riesgos de que las clases medias y todo el establishment se levanten para defender sus derechos y esperanzas, que las nuevas izquierdas pisotean. Mientras el mundo baja impuestos para prosperar, Sánchez los quiere subir. Mientras el patriotismo se recupera en todo el mundo, Sánchez pacta con antipatriotas obsesionados por destruir España.
Las atrevidas "locuras" de Sánchez triunfan en España gracias al poderoso aparato de propaganda socialista, reforzado hasta límites insospechados con la compra de medios de comunicación, que se someten a los dictados del partido.
Para muchos analistas y pensadores, la ruta de Sánchez no es inteligente ni brillante, sino únicamente suicida y estúpida. Pero habrá que esperar a que el tiempo les de o les quiete la razón.
Por el momento, en España Sánchez triunfa y parece tener fuerza suficiente para gobernar, aunque existe una explicación: el pueblo español es el más izquierdista y cobarde de toda Europa, el más pasivo y remiso a defender sus derechos y conquistas frente a los que llegan para arrebatárselos.
Francisco Rubiales