Es un hecho constatado que los partidos más desleales y llenos de odio a España están dirigiendo la política de socialistas y comunistas en España y recibiendo, a cambio de sostener al gobierno, dinero, concesiones, transferencias y otras ventajas, algunas de ellas desconocidas e inconfesables.
Algunas de las últimas han sido la fracasada ley del "Sí es Sí", que ha sacado de las cárceles o reducido las condenas de dos centenares de delincuentes sexuales, entre los que hay violadores y pederastas, la desaparición del delito de sedición, la reducción de penas por malversación, sacar la Guardia Civil de Tráfico de Navarra y realizar inversiones no reveladas en Navarra y Vascongadas. Anteriormente, fueron indultados, por exigencia de los delincuentes golpistas catalanes, los principales responsables del golpe de Estado perpetrado por el separatismo catalán hace algunos años, mientras se derrama una lluvia de dinero sobre Cataluña para comprar la lealtad de los golpistas.
La reducción de las penas para los sediciosos y malversadores hace posible que el próximo intento de golpe de Estado que preparan los separatistas catalanes, según admiten ellos mismos, sus líderes y autores no pueda ser condenado con la contundencia que merece. De hecho, el PSOE está despenalizando no sólo la malversación y la sedición, sino también la corrupción y la traición.
Pero esas concesiones no son las únicas porque hay muchas que permanecen en la sombra y que marcan la ruta del gobierno. Destacan el acoso a Madrid y la creación del impuesto a los ricos, con el que se pretende neutralizar las ventajas fiscales establecidas en Madrid, Andalucía y otras autonomías por el PP. Esos reajustes fiscales, que incrementan el expolio de ciudadanos y empresas en Madrid y Andalucía, son la cobarde y sucia respuesta del gobierno de Sánchez a presiones catalanas, que intentan por todos los medios a su alcance impedir el desarrollo económico de esas regiones.
Las concesiones y ventajas concedidas a vascos y catalanes a cambio de apoyos para gobernar han sido suciedades practicadas tanto por el PSOE como por el PP, pero nunca habían llegado tan lejos como en el presente, cuando Sánchez ha otorgado a los enemigos de España poder e influencia para dirigir el Estado.
La izquierda española ha condenado intelectualmente una historia de España que considera reaccionaria, lo que le ha llevado a compartir la hispanofobia de los separatismos, considerados, por contraste e injustamente, "progresistas". La izquierda marxista española, sobre todo el PSOE y el comunismo, han llegado hoy a la bajeza de rechazar a su propia nación, lo que les lleva a no considerar una tragedia que Cataluña y Vascongadas se independicen y que se entreguen a Marruecos las ciudades de Ceuta y Melilla.
Sánchez, que comulga con esas posturas de rechazo a la España del pasado, no tiene escrúpulos al aplicar terapias de choque antiespañolas, que se orientan a la demolición de lo que existe.
Esa posición intelectual e ideológica de los socialistas y comunistas representa hoy un riesgo mortal para la supervivencia de España, un país que tiene la desgracia de tener a sus peores enemigos en el propio gobierno.
Ese deslizamiento del PSOE hacia la barbarie antidemocrática acaba de ser denunciada por un grupo de intelectuales y ex políticos españoles, entre los que figuran ex ministros socialistas, en un documento que resulta demoledor para el sanchismo, al que los medios de comunicación, tristemente comprados por Sánchez, han condenado al silencio, sin dedicarle los espacios informativos que merece.
Francisco Rubiales