Muchos de los avances progresistas de España, como los 30 días de vacaciones pagadas, el voto femenino, las viviendas sociales construidas de manera masiva y otros fueron obra de la derecha, lo que demuestra que el progreso es cualquier cosa menos un monopolio de la izquierda, que muchas veces es campeona del retroceso y el atraso.
Lo que es realmente progresista es la libertad, los derechos humanos y la exaltación del individuo sobre todo lo demás. Para muchos pensadores y analistas, el progresismo no es hoy otra cosa que un disfraz propagandístico de la izquierda, que así esconde sus tendencias comunistas y totalitarias.
José Borrell, responsableactual de la política exterior en la Unión Europea, ha declarado que el partido independentista catalán Ezquerra Republicana de Cataluña (ERC), al que Pedro Sánchez está seduciendo para que apoye su investidura, cuyo líder Oriol Junqueras está en la cárcel condenado por sedición, “no es progresista” y argumenta con razón que el nacionalismo exacerbado no puede ser jamás progresista.
Pero lo que Borrell no se ha atrevido a decir es que el PSOE tampoco es progresista, al menos por media docena de grandes razones, entre ellas porque su brutal corrupción es la antítesis del progreso y porque tampoco puede ser progresista un partido que pacta, para formar gobierno, con totalitarios, amigos del terrorismo y nacionalistas extremos que propagan el supremacismo, la división y el odio.
Al socialismo de Sánchez hay que aplicarle la sentencia sabia de "Dime con quien andas y te diré quien eres". Si fraguas alianzas con el nacionalismo de la rebelión, el adoctrinamiento y el odio, no hay duda de que eres un miserable.
Hacer que el futuro de España dependa de delincuentes encarcelados y someter el gobierno a un juego de subasteros tampoco es progreso, ni lo es la utilización del dinero público para ganar poder y crear redes clientelares, como ha hecho el PSOE en Andalucía y otras regiones de España.
Llamar progresista a un partido que, por el número de delitos cometido por sus miembros y por los muchos que están en espera de juicio, se ha convertido en una asociación de malhechores, es un disparate. Es más bien un partido cercano a las cavernas, cuando el ser humano estaba lejos de las leyes y de la civilización. Tanto el PSOE como el PP son hoy, estadísticamente hablando, las mayores asociaciones de malhechores de España, junto con la banda terrorista ETA. Si eso es "progreso", que venga Dios y lo vea.
Lo mismo ocurre con la política catalana de los socialistas españoles. Cuando Sánchez negocia el destino de España con delincuentes condenados por sedición y malversación no está practicando precisamente el progresismo.
Algunos afirman que ser progresista es, sobre todo, respetar los derechos humanos. No es cierto porque el progresismo verdadero es muchos más que eso y consiste en gobernar bien y anteponer siempre el bien común a los intereses del partidos Si nos atenemos a los derechos humanos, recuerden que el PSOE es el único partido político de España que practicó el terrorismo de Estado, que ha mantenido Andalucía en el atraso y la pobreza durante décadas, malversando y robando el dinero público, y que también es un partido que tiene a decenas de miles de militantes y cuadros que no pueden justificar los patrimonios que acumularon ejerciendo la política.
Francisco Rubiales