Bajo el sanchismo, España se cuece lentamente en un caldo oscuro, creado por el gobierno, con ingredientes como la corrupción, el separatismo enardecido, el pacto con la escoria de la nación, el retroceso, la invasión de inmigrantes ilegales, la arbitrariedad en el reparto de los recursos, el incremento notable de la inseguridad y el delito, la ruina económica y el asesinato de la democracia y el Estado de Derecho.
Los rasgos del PSOE siempre han sido los mismos: negativa a dimitir, sentirse con derecho a gobernar siempre, hipertrofia de la propaganda y la mentira, dominio de todos los recursos, resortes e instituciones, un Estado obeso e insostenible, puertas abiertas a la corrupción, odio a las clases medias y un profundo déficit de amor a España.
Un partido que se siente con derecho a gobernar siempre y que no reconoce ese mismo derecho a sus adversarios de derecha es incompatible con la democracia, un sistema donde la alternancia en el poder y el sometimiento a la voluntad de las urnas son leyes irrenunciables.
El Caso Koldo, el de los Eres, el de los cursos de formación, el del Tito Berni y los muchos que estallaron en los tiempos de Felipe González y Zapatero tienen el mismo patrón e idéntico estilo, marcados por la falta de escrúpulos y la creencia malévola de que el partido tiene derecho a todo.
Son muchos los que creen que el PSOE no tiene remedio ni puede regenerarse, salvo que sea reseteado y refundado, porque lo que es lo lleva en sus genes.
Francisco Rubiales