El del domingo será un momento crucial, realmente clave, que marcará durante mucho tiempo la vida de una formación política con 140 años de historia y ahora más esencial que nunca para la democracia de este país. Lo dramático es que, si se cumplen los pronósticos, ese después que empezará el domingo por la noche cuando se conozcan los resultados de las primarias, no será un camino de rosas sino de abrojos ante los que tendrá que demostrar mucho más que cintura para sortearlos la persona en la que los afiliados depositen su confianza.
“El del domingo será un momento crucial, realmente clave, para un partido con 140 años de historia”
El riesgo de que el partido salga de estas primarias aún más roto que del penoso comité federal del 1 de octubre del año pasado es altísimo y casi me atrevería a decir que inevitable a estas alturas. Es indiferente si la elegida es Susana Díaz – como parece bastante probable – o si es Pedro Sánchez, algo que no puede descartarse por completo. Desde el inicio de la campaña para la recogida de avales hasta la fecha, Díaz y Sánchez han protagonizado un enfrentamiento suicida sobre las posiciones de cada cual en el pasado que corrobora toda la razón que hay en aquel sagaz comentario atribuido a Konrad Adenauer: “Hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido”.
Los dos candidatos con más posibilidades de convertirse en líderes del PSOE actúan exactamente como compañeros de partido, es decir, procurando hacerse todo el daño posible y rebuscando en el argumentario para desacreditarse y desprestigiarse recíprocamente sobre sus respectivas intenciones políticas. La inquina ha tomado tal intensidad que en los afiliados que vayan a votar el domingo pesará mucho más si le pasan factura a Sánchez o a Díaz que la fortaleza del liderazgo que puede representar cada uno al frente del PSOE.
Esos militantes en los que se escuda Sánchez y a los que apela Díaz apenas dispondrán para elegir entre uno y otro de proyectos, modelos o idea general de partido. De ellos se pretende un voto más sentimental que racional, más voluntarista que informado y basado más en la fe del carbonero que en la calidad de las propuestas. La falta de ideas en estas primarias ha sido tan clamorosa que sólo de patético puede calificarse escuchar a Díaz prometiendo créditos a los jóvenes como si estuviéramos en la campaña para las elecciones generales.
“De los afiliados se espera un voto más sentimental que racional, más voluntarista que informado”La cuestión es si hay alternativa al abismo al que Sánchez y Díaz parecen llevar al PSOE con su guerra sin cuartel. De hecho la hay pero sus posibilidades son muy escasas. Son las que atesora Patxi López, el único de los tres candidatos que ha evitado el enfrentamiento para, en medio del griterío de los otros dos, intentar plantear propuestas constructivas sobre el futuro del PSOE. Hay que reconocer que ha fracasado por completo, en parte porque carece del carisma mediático de sus contrincantes pero, sobre todo, porque la sensatez y el diálogo para resolver las diferencias estratégicas y políticas parecen haber huido despavoridas de Ferraz desde el nefasto comité federal.
Aunque es muy improbable que la obtenga, López merecería que los afiliados le brindaran la oportunidad de evitar que el PSOE se inmole en la hoguera de las vanidades políticas que han encendido Díaz y Sánchez para arrojarse dentro de ella. Me temo que es de las últimas oportunidades que le quedan al PSOE para que la cita que tiene el domingo con su futuro no se convierta en el principio de una travesía que puede desembocar en la nada política. De los afiliados depende.