El pueblo en la guerra de Sofia Fedórchenko (Hermida Editores, 2012) en Gonzoo

Publicado el 06 junio 2015 por Hermidaeditores
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LIBRO DE SOFIA FEDÓRCHENKO

La enfermera que dio voz a los soldados de la guerra

Sofia Fedórchenko recogió toda la barbarie de la I Guerra Mundial contada por sus protagonistas. Un coro atroz de soldados rusos heridos, en su mayoría, campesinos, que ni siquiera sabían escribir. Que tras perderlo todo en combate solo les quedaba la voz para hablar de su vida, para dar paso a la escritura de Fedórchenko. Las palabras que un día sonaron en el hospital llegan hoy como un testigo del dolor y de la masacre

MARÍA MERCROMINASe ve que es o el dolor, o es el combate.
Uno no alcanza a abarcar dos males al mismo tiempo.
Miles de jóvenes procedentes de la clase obrera o campesina combatieron en la I Guerra Mundial. Miles de hombres, muchos con espíritu aún de niño, que lucharon cuerpo a cuerpo en una guerra que no entendían. Miles de jóvenes analfabetos dando su vida en el campo de batalla. Soldados que no sabían leer ni escribir, a los que solo les quedaba la voz y la lucha, el dolor o la vida."Estuve en el foco de los acontecimientos, participé en ofensivas y retiradas, presencié victorias y derrotas. Todo era igual de horroroso e irremediable. Trabajaba, en todo reparaba, todo lo oía, todo lo compartía con los demás".Sofia Fedórchenko tenía 34 años cuando se alistó como enfermera. Su libro, uno de los imprescindibles para el escritor Thomas Mann y releído durante años por Elias Canetti, 'El pueblo en guerra', es un coro valiente de apuntes de sus dos años en el hospital. Un ejercicio decidido que recrea todas las conversaciones que retumbaron en las paredes del hospital ruso donde trabajaba. Las voces de los soldados rusos heridos, sus miedos, sus pesadillas, sus dolores. Los fragmentos del horror que vivieron y que quedaron reflejados gracias al lápiz y papel de Fedórchenko. "Si hubieras mirado a los ojos del moribundo, los verías por la noche. Yo anduve alrededor de seis meses como atacado: en cuanto cerraba los ojos para dormir, veía a mi muerto mirándome"."La ropa que llevamos es del zar, / pero el pellejo es nuestro". Trozos de una guerra en la voz del soldado anónimo, herido, superviviente, analfabeto. Aquí perdura lo atroz, lo que no se concibe, lo que no tiene nombre. La nostalgia, la enfermedad. La vida después de la muerte. Voces, que en su mayoría se habrían perdido de no ser por el trabajo  de la enfermera rusa."Era tan idiota que cuando me acostaba, cruzaba los brazos sobre el pecho, por si me moría mientras dormía. Y ahora no tengo miedo ni a dios ni al diablo. Después de haber metido la bayoneta junto con el brazo en una barriga, se me quitó todo...".Cómo iban a la guerra, lo que pensaban de sus causas, la instrucción, lo que pasó allí, cómo eran los jefes y los compañeros, cómo vinieron las enfermedades y las heridas, lo que contaban de los enemigos, que les quedaba del hogar y de la familia… Toda una colección de pasajes y trocitos de la vida de los que lo dejaron todo y pudieron vivir para contarlo. La imagen y la verdad de la I Guerra Mundial más fiel y aterradora."¡Ay, guerra, guerra! Deseada has sido para algunos y para otros inesperada. Nos has pillado poco preparados. No se han preocupado ni del cuerpo, ni del alma, sino que mandaron a una multitud de campesinos para que se convirtieran en el hazmerreír de todos los países, y explicar, no explicaron nada. Como que ya estaban viviendo mal, sin excesos, y así también podrían morir sin razón alguna".