El Puente de Alcántara, Toledo

Por Pablet
Uno de los monumentos más famosos de Toledo es el Puente de Alcántara, (del árabe القنطرة al-qanţaratu, "puente") se levanta sobre el río Tajo, en la ciudad de Toledo (España).
El Puente de Alcántara es una fundación romana levantada en el lugar en que el río Tajo ofrece una menor superficie para proyectar su ejecución. Situado a los pies del castillo de San Servando y junto a la Puerta de Alcántara, se tiene constancia de su construcción en la época romana (siglo III), en la fundación de Toletum. Era uno de los puentes que daba entrada a la ciudad y era en el Medioevo entrada obligada para todo peregrino.
Ha sido, desde esa época, el punto de paso por el que las calzadas romanas cruzaban el Tajo, uniendo Zaragoza con Mérida y, en periodo árabe, para comunicar Zaragoza con Córdoba. Se trata de una construcción de tipo militar que sirve de entrada a la ciudad.
Historia

Toletum fue mansión de la vía número XXIV del Itinerario de Antonino. El trayecto anterior a nuestra ciudad venía desde Titultiam por la llamada, aún actualmente, «senda Galiana», pasando por Aranjuez y siguiendo la orilla izquierda del Tajo; deja a su izquierda el palacio de La Galiana, ya muy cerca de Toledo, teniendo necesidad de atravesar el Tajo para encaramarse hasta lo alto de esta ciudad, que debe su emplazamiento a una situación, tan estratégica, de eminencia circundada casi por el meandro encajado del Tajo que le sirve en gran parte de foso.
El sitio verdaderamente indicado para establecer un puente es el que corresponde a la situación del actual, donde se reúnen los dos brazos en que se dividía el Tajo y va a comenzar la verdadera hoz del río, abriendo la puerta de ingreso, que luego cerrará otro puente en la extremidad de la herradura que casi circunda la ciudad.
Tras sufrir numerosos daños, fué reconstruido, a finales del siglo X, por los árabes, quienes le dieron el nombre de Alcántara, que significa "puente o arco"., momento en que desaparece el tercer aro, que queda reducido a un portillo formado por un arco de herradura.
 Según una inscripción, el puente se acabó en el año 997 por Alef, hijo de Mahomat Alamerí, alcaide de Toledo nombrado por Almanzor
Se compone de un gran estribo árabe del siglo X, con un arquito de herradura en su extremidad superior y dos arcos ligeramente apuntados con una pila intermedia. Perdura una de las torres principales, hexagonal con doble puerta y, empotradas en la fábrica del puente, se conservan piedras labradas visigodas.
Pero este segundo puente no es tan importante como el que nos ocupa y es posterior en todos los aspectos como lo confirman las noticias que de él se tienen, la primera de las cuales es de 1203.
En 1258 fue dañado por una riada, lo que llevó durante el reinado de Alfonso X (1252-1284), a ser nuevamente reconstruido, levantando el torreón occidental que fue modificado más adelante por los Reyes Católicos,.
A esta última construcción pertenece el torreón occidental, modificado posteriormente bajo reinado de los Reyes Católicos, cuyas armas decoran sus muros; el torreón oriental fue sustituido en 1721 por un arco barroco. El lado oeste posee una puerta fortificada almenada con arco de medio punto que tiene en su interior otro de herradura. También tiene una estatua de San Idelfonso .
Está fuertemente protegido con dos puertas fortificadas en sus extremos, siendo una de ellas de estilo barroco y otra construida en época medieval. Este puente ha sido objeto de constantes ataques en el periodo de la Reconquista, y vuelto a reconstruir.
Por su parte, el torreón oriental fue sustituido debido a su estado de ruina en el año 1721 por un arco triunfal de estilo barroco. 
Contemplando el puente en su emplazamiento actual no se comprende porqué alguno de los historiadores establece la teoría de un puente romano primitivo que cedió el paso a un puente medieval.
Esto se refuerza por el hecho de que en los estiajes no se descubren vestigios de cimentaciones de pilas, en las zonas posibles para su emplazamiento, que pudieran encontrarse tanto aguas arriba como aguas abajo del actual.
Los romanos dejaron necesariamente un puente en esta zona, y nosotros por razones topográficas decidimos afirmar que su emplazamiento tendría que ser el mismo del actual. La hipótesis del puente de Safon tampoco nos parece aceptable.
 Los romanos dejaron otro puente en Toletum que era el puente-acueducto por donde cruzaba el Tajo; la conducción de aguas que venía desde el embalse del río Guajaraz (formado por una presa denominada actualmente de La Alcantarilla) y aparecía ante la ciudad también por la margen izquierda del rio, después de haber pasado el barranco correspondiente al actual arroyo de la Degollada.
Han perdurado hasta hoy cinco vestigios del dicho puente que son: las bases de las pilas, que estaban en los bordes del río a una distancia de 30 m aproximadamente y que eran las del vano central; el arranque de una bóveda en el vano adyacente al central del lado opuesto a la ciudad, y un frogón triangular del tímpano en el acceso sobre la ladera del lado ciudad. En todos ellos lo que subsiste es el hormigón interior que se vertió directamente en los moldes constituidos por la sillería que había de quedar al exterior y que fue arrancada, seguramente, para volver a utilizar sus sillares, que dejaron su impronta en la superficie actualmente vista.
Hay dos versiones para la reconstitución de este acueducto: una debida al ingeniero geógrafo, señor Rey Pastor, en un trabajo de principio de siglo, con tres pisos de arcadas para pasar las aguas a nivel, y otra versión de un solo piso de arcadas, con tres únicos vanos de alrededor de 30 m y paso del agua forzada en sifón.
La primera solución da como altura total del puente unos 80 m y la segunda unos 50 m. Las alturas y las luces del puente se deducen con bastante seguridad, pues se conoce el nivel de llegada del canal de la conducción, y el nivel del piso inferior, por reconstitución del diseño partiendo de los restos ya citados, que nos dan además las luces de los arcos en ambas soluciones.
Parece más lógica la solución de puente-sifón, pues los romanos no llegaron en la construcción de puentes y acueductos a la altura de 80 m, mientras que los 50 m es la altura del puente de Alcántara-Cáceres, una de las construcciones más elevadas de las que realizaron.
Al comparar la pobreza de los vestigios de este puente-acueducto con la esplendidez de la pervivencia romana en el puente que estudiamos situado a menos de 500 m aguas arriba de aquél resulta una desproporción evidente, pero es preciso tener en cuenta la esbeltez de los pilares del acueducto, a juzgar por la dimensión de sus arranques y la latitud de su plataforma que es de 3,35 m eñ el acueducto y de 5,40 en el puente. Frente a la robustez de la única pila del puente, resultan demasiado esbeltas las pilas del acueducto. Hay que tener en cuenta que una de las referencias más antiguas del puente de Alcántara, la del geógrafo árabe Edrisi, no se refiere al puente sino al puente-acueducto que es donde el acoplamiento de la rueda hidráulica era posible, ya que su plataforma tendría la pervivencia del canal romano.
La referencia más antigua a nuestro puente es la que da Menéndez Pidal en el prólogo al tomo III España visigótica, de su Historia de España recordada por Torres Balbás en el tomo V de la misma obra, y se refiere al llanto de la princesa Gulesvinta, hija del rey godo Atanagildo, al pasar por «el grandioso puente de Toledo», para dejar la ciudad y trasladarse a contraer matrimonio con el rey Merovingio de Neustria.
La comitiva con todos los carros del equipaje se detuvo sobre el puente, para permitir a la princesa despedirse con lágrimas abundantes, presintiendo su desventurado destino. El hecho de que en el año 567, que corresponde a esta referencia, se cruzase este «grandioso puente», atestigua la existencia en servicio del. puente romano, puesto que los visigodos no alcanzaron el nivel de civilización necesario para realizar una obra de tanta envergadura. Su relación con los puentes se limitó a alguna reconstrucción de arcos en los puentes romanos, como la de Eurico en el de Mérida y quizá en alguno de los arcos de Córdoba. En una cierta época se les atribuyó el puente de Pinos-puente (Granada) sobre el Cubillas, afluente del Genil, por ser los arcos de herradura, pero se rectificó la atribución pasándosela a los musulmanes. Torres Balbás es de esta misma opinión.
También Al Razi se refiere a esta destrucción y en su «Crónica» dice «que era una puente rica e muy maravillosa, e tanto que sotilmente labrada que nunca home puede asinar que otra tan buena haya fecha en España». Hasta la destrucción del Mohammat I seguimos con el mismo puente romano, pues como ya hemos afirmado no pudo ser construido ni por los visigodos, ni tampoco por los musulmanes anteriores. Se presenta el primer problema serio, con relación a la destrucción de Mohammat I y la reconstrucción correspondiente...
No está claro qué es lo que fue minado; parecería el arco principal por la catástrofe que se origina, pero el minado y su correspondiente destrucción parece que hubiera sido muy a la vista de los sitiados y sobre todo muy laboriosa, larga y difícil. Cabe otra hipótesis, teniendo en cuenta la teoría que luego desarrollamos del puente inicialmente de tres vanos, con un vano más que el actual situado en simetría con respecto al que existe junto a la ciudad. Este vano hipotético pudo ser más fácilmente minado que el central y menos hostilizado el trabajo que el del arco junto a la ciudad., muy al alcance de los sitiados.
Mi teoría se completa con la hipótesis de que la reconstrucción del derribo era más fácil, rellenando el hueco correspondiente al vano, que por otro lado tenía poco papel desde el punto de vista hidráulico, ya que sólo servía durante las avenidas muy importantes del río. Las cornisas verticales, que han quedado en ambos frentes, una correspondería al arco central y la otra, la más corta, al arco lateral desaparecido. Además observando atentamente la fábrica de mampostería del muro parece distinguirse una diferencia de color (más claro) delimitando la zona que correspondería al. cegamiento del vano desaparecido.
Ya hemos indicado una obra importante en los muros del lado opuesto a la ciudad, a finales del siglo X, que pudiera consistir en el relleno del arco y en un repaso general de los paramentos de mampostería. Volviendo a las noticias del puente, éste vuelve a figurar en las campañas de Abd al-Rahman consigue alcanzar el dominio de la ciudad en el 320 (932 d. C).

 Antes de terminar el siglo X llega por varios conductos la noticia de una reconstrucción realizada por Halaf o Chalaf hijo del gobernador de Toledo, Mahomet Alameri que se termina en el 997 y, en general, se considera como ordenada por Almanzor. Debió ser una reconstrucción de importancia, pues muchos de los cronistas llegan a considerarla como la verdadera construcción del puente actual, pero esto desde el punto de vista estilístico es completamente disparatado, pues la fábrica de la época es la mampostería y no la sillería que ocupa un lugar predominante en pila, parte inferior de los tajamares y en las bóvedas completas. Esta reconstrucción muy bien pudiera ser la que referíamos un poco más arriba, cuando se cegó el tercer arco, se restauraron paramentos de tímpanos y de muros, e incluso se pudieron recrecer los tajamares añadiéndoles los cuerpos superíores, tanto aguas arriba como aguas abajo.
Como construcción inicial la dan Ponz, Quadrado, Madoz y Amador de los Ríos. Figuraba la noticia en una lápida dentro de la fortaleza aneja al puente del lado Toledo redactada prímero en árabe y sustituida después por otra en romance. La siguiente noticia relativa al puente es la de las grandes avenidas a consecuencia de las lluvias persistentes durante el año 1249 «fue el gran diluvio de las aguas e duró hasta el Jueves XXVI días andados de Diciembre, e fueron llenas de las aguas muy grandes por todas las más de las tierras, e ficieron muy grandes daños en mucho lugares, e señaladamente en España que derribaron las más de las puentes que y eran. Entre todas las obras fue derribada una gran partida de este puente de Toledo».
Encima de la puerta interior de la torre defensiva del puente, por el lado de la ciudad, había una lápida que atestiguaba el enorme estrago que en el puente hizo esta memorable avenida de 1258 y su restauración connpleta bajo los auspicios de Alfonso el Sabio. Esto dice Quadrado, que también señala que el arco más inmediato a la ciudad se hundió y sufrió reparación en 1484. En otra inscripción que se encuentra a la salida de la torre junto al pretil del puente dice así: «Reedificóse este arco a industria y diligencia de Andrés Manrique, siendo corregidor e alcaide de esta ciudad por su Alteza, en el año MCCCCLXXXIM.
Aquí tenemos otra vez el problema de la construcción o reconstrucción del puente. Nosotros nos decidimos por lo segundo, pues le correspondió al rey Don Alfonso el Sabio, lo cual si hubiera sido lo primero no hubiera pasado desapercibido como una contribución importante en las aportaciones científicas y técnicas de este rey. Y lo aceptó como más verosímil aun teniendo en cuenta los datos que figuran en el tomo XXIII de la España Sagrada del padre FIórez sobre las grandes avenidas del río Tajo, en el siglo XIII, una de febrero de 1243 a la que atribuye el derribo de un pilar de la puente, y otra en febrero de 1249 en la cual dice que cayó la puente. Lo mismo que se exagera dando por construcción desde origen cualquier reconstrucción en un puente, se exagera también en lo referente a las averías causadas por avenidas en un puente dándole siempre que se cita alguna, el carácter más catastrófico posible.
 A partir de este momento no se consignan ya noticias de interés en cuanto a catástrofes naturales advenidas al puente. En cambio podemos consignar como final la referencia de un enriquecimiento correspondiente a la torre de entrada al puente, que fue construida en el año 1721 en el estilo de la época, que era el barroco, lo cual escandaliza a los cronistas posteriores que matizan las referencias correspondientes con frases despectivas y de tribulación.
Existía una torre anterior en dicho emplazamiento construida en el siglo XIII que se distingue muy bien en algunos de los paisajes de Toledo que figuran en varios cuadros de El Greco. Parece que los pretiles actuales y el enlosado son de 1835 (según Madoz).
Descripción 
El puente consta actualmente de dos arcos de 28,30 y 16 m de luz correspondiendo al mayor el paso de las aguas del Tajo, a excepción de las avenidas máximas, durante las cuales es ayudado por el de menor luz que le acompaña del lado de la ciudad. 
Entre ambos arcos existe una robusta piía con cuerpo rectangular de 5,40 m de longitud y 8,40 m de latitud que sobresale de ambos paramentos del puente mediante importantes tajamares, complicados por evidentes reconstrucciones que necesariamente han modificado su aspecto primitivo incrementando el volumen de sus fábricas. De estos tajamares tiene más importancia el de aguas abajo que el de aguas arriba, al contrario de lo que ocurre normalmente.
 La parte inferior de ambos, hasta el nivel de arranques del arco menor, se perfila en verdadero tajamar de planta triangular, arrancando de toda la latitud de la pila en el frente de aguas abajo, mientras que en el de aguas arriba existe una pilastra intermedia que reduce bastante la latitud del arranque, por lo cual el avance del tajamar resulta más reducido en el frente de aguas arriba que en el opuesto, aunque aquél sea más afilado que éste. Parece deducirse que, en origen, los salientes del cuerpo de la pila eran un tajamar triangular aguas arriba y un espolón trapecial aguas abajo, coronándose ambos a nivel de arranque del arco menor. 
En una segunda fase se homogeneizaron ambos, añadiendo aguas abajo en zona inferior una punta en. prisma triangular formada por la prolongación de los dos planos oblicuos del espolón primitivo, elevándose éste hasta coronación del puente. En el lado de aguas arriba el tajamar triangular se complementó con el recrecimiento de la pilastra ya existente que se subió además hasta coronación; enlazándose con el prisma triangular, existente mediante plano inclinado que recorta triángulo descendente en la superficie exterior.
 Las bóvedas correspondientes a ambos arcos son de medio cañón, arrancando la del principal a poca distancia del plano de aguas medias y la del arco menor a la altura que corresponde a su luz para formar bóveda de medio cañón, altura que define el nivel de coronación de los cuerpos bajos de ambos tajamares y se materializa en el cuerpo de la pila mediante una hilada saliente en el paramento lateral de la misma.
Las boquillas de ambas bóvedas son dobles, es decir, con dos roscas superpuestas, disposición ya empleada en el puente de Alcántara-Cáceres, con una nueva complicación en este caso, que es la de estar sus boquillas en planos verticales diferentes, coincidiendo el de la superior con el de tímpanos y quedando remetido»el de la inferior. 
Esta tiene las dovelas con los tizones dispuestos en dirección radial, mientras que en la otra, como en el puente de Alcántara-Cáceres, las dovelas ostentan radialmente su sección transversal que aproximadamente es cuadrada. En el arco principal la doble boquilla queda aparente del lado del muro, mientras que del otro lado (el de la pila), así como en los dos arranques del arco menor, esto no ocurre actualmente, aunque pudo verificarse en origen, pero las adiciones de los cuerpos inferiores de los tajamares los ocultan actualmente dando la impresión de que se trata de un arco rebajado, especialmente del lado de aguas arriba. 
Los tímpanos del puente aparecen en el momento actual enjutados con mamposteria de tipo mudejar, como la empleada en otros edificios de Toledo. También se utiliza esta mamposteria en los cuerpos añadidos a los tajamares, pues los cuerpos primitivos de éstos, así como el cuerpo de pilas y el intradós de la bóveda, están aparejados con sillería, que ostenta unos sillares bastante uniformes de dimensiones y buenas proporciones y aparejo en hiladas horizontales que enlazan muy bien las superficies de los tajamares con las del cuerpo de pilas. 
También son de sillería dos hiladas en coronación de tímpanos en toda la longitud del puente, incluyendo los muros de acceso de margen izquierda. Sobre esta coronación de los tímpanos se dispone el pretil, con dos hiladas de sillería, una de ellas de ortostatos aproximadamente cuadrados y la terminal con superficie cilindrica sirviendo de albardilla. 
Las dos arcadas del puente se enlazan a las laderas; por el lado de la ciudad, mediante una complicada construcción con recinto de murallas, y torre alineada con la plataforma del puente, en la que se suceden tres puertas que dan acceso a estancias intermedias. Por el lado contrario, el puente se prolonga con muros de acompañamiento en una longitud de 45 m, que se apoyan en el terreno natural donde aflora la roca. 
Como ya hemos dicho estos muros se paramentan con mamposteria concertada rejuntada fuertemente, muy típica del Toledo medieval, quedando perforados cerca de la extremidad del puente por un pasadizo de 1,72 m de luz y 5,40 m de longitud, que ostenta en ambos frentes huecos sencillos sin jambas, pero coronados por sendos arcos de herradura con salmeres dobles y dovelas muy dispares. 
Los muros recogen el arco de entrada al puente construido en 1711, para lo cual se ensanchan mediante pilastras a ambos lados. Por encima de estos muros corren las tres hiladas de coronación y el mismo pretil que en el puente, el cual se corta para dejar paso a un balconcillo saliente en cada frente, apoyados sobre cinco canecillos triples. En los paramentos de estos muros han quedado dos cornisas verticales, que descienden desde la coronación del puente con longitudes variables, las cuales debían pertenecer a los encuadramientos en arrabá del arco principal y del arco hipotético desaparecido.
El conjunto fue declarado Monumento Nacional en 1921.
http://informesdelaconstruccion.revistas.csic.es/index.php/informesdelaconstruccion/article/viewFile/2465/2777