No me había fijado en esta novela, la verdad es que ni siquiera me había parado a leer su sinopsis y fue a través de alguna reseña como me decidí con su lectura ya que así supe que en ella se trata un tema poco habitual en literatura, de hecho entre mis muchas lecturas que yo recuerde ahora mismo solo en No y yo la mendicidad era el tema principal y ésta fue una novela que no solo me gustó muchísimo, sino que me hizo reflexionar sobre muchos aspectos. Así que sin dudarlo me lancé a por El puente de los tesoros.
Mi opinión
En 1986 Martín y Marga, de quince y doce años, quedan huérfanos tras la muerte de su madre. Hasta entonces habían vivido con ella en una finca de la provincia de Toledo en la que su madre trabajaba y ahora, con su fallecimiento, lo han perdido todo. Sin más familia que una tía lejana que no puede hacerse cargo de ellos de forma definitiva, deciden marchar a Madrid en busca del padre de Martín en la confianza de que él se hará cargo de ellos. Pero nada sale como esperan y los dos críos terminan malviviendo en la calle con la ayuda de una mendiga que los acogerá bajo su débil protección y los llevará a vivir con ella y otros indigentes en el madrileño Puente de Segovia.El puente de los tesoros es una lectura realmente fluida y ágil, sencilla en su estilo narrativo, pero no ha sido lo que esperaba por diversas razones. En primer lugar porque he tenido en todo momento la sensación de que partía de una situación para mí inverosímil, ¿dos menores de edad se marchan y nadie da la voz de alarma? ¿Nadie los busca? No solo mendigan por las calles sin que a nadie le llame la atención, sino que incluso adultos conocedores de su situación lo pasan por alto y no dan ningún tipo de aviso a los servicios sociales… Esto es algo que continuamente se repite y que para mí está fuera totalmente de la realidad. Entiendo que un autor cuando novela puede permitirse ciertas licencias, pero también creo que, salvo que estemos hablando de géneros particulares, en la medida de lo posible estas licencias deben ajustarse lo máximo posible a la realidad y no, sinceramente, ni en la actualidad, ni en los años ochenta, época en la que se desarrolla la novela, me creo que absolutamente nadie de todos aquellos con los que se cruzan dos menores de edad que viven en la calle, dé la voz de alarma. Llamadme ilusa porque sigo creyendo en el género humano y, aunque soy consciente de que yo misma miraré hacia otro lado en muchas situaciones, el uso reiterado de esta situación ha hecho que no pudiera creerme nada de lo que estaba leyendo.
La segunda razón por la que no he podido disfrutar de la novela, sin duda la más importante, es el tratamiento que se da a una situación tan extrema y tan preocupante como es la de las personas que, por diversos motivos, se ven obligadas a vivir en la calle. Lejos de profundizar en el origen del problema, El puente de los tesoros parece optar por el lado más sensacionalista, presentando breves historias de las distintas causas que han llevado a los numerosos personajes de la novela a vivir en la calle. Fue el lado reflexivo de la novela de la que os hablaba al principio, No y yo, el que me conquistó en aquella lectura, pero en esta mi sensación ha sido casi la de leer una noticia sin más fondo ni más objetivo que el de informar y exclusivamente criticar, sin entrar a profundizar en la denuncia de determinadas situaciones sociales y económicas que pueden desembocar en que alguien acabe en la calle. He sentido que se buscaba el morbo y no la reflexión, no el remover conciencias.
Como cualquier opinión ésta es totalmente subjetiva, son mis impresiones y mis sensaciones durante la lectura. En cualquier caso, antes de descartarla os sugiero que os animéis a leer otras opiniones muy distintas a la mía.