El Puente del Milenio, una de las obras más significativas del siglo XXI, estuvo a punto de caerse el mismo día de su inauguración gracias a un defecto de construcción que se conoce como “Problema de Resonancia”.
La obra del arquitecto Norman Foster, representaba una de las obras más esperadas de la ciudad londinense. El día de su apertura, un centenar de habitantes y turistas caminaron a través de él produciendo lo que se conoce como “sincronización espontánea”. Este extraño fenómeno hizo que el puente sufriera deformaciones en su estructura, producto de las vibraciones que efectuaba la combinación de la sincronización con la carga de los transeúntes.
Los problemas de resonancia del puente se hicieron tan evidentes que llevaron a cerrarlo al público. Si el balanceo se producía de manera repetida durante todo el día, podría haber producido la caída del puente.
Los problemas del Puente del Milenio
Se cree que el principal problema del puente era su estructura flexible que fue diseñada con una frecuencia natural de resonancia muy parecida a la del paso humano. Al intensificar el número de caminantes estas vibraciones se hicieron cada vez más notorias, produciendo un balanceo preocupante.
El equipo de ingenieros que se encargó de su construcción, ajustó la estructura del puente incorporando 91 amortiguadores que absorbieron las oscilaciones laterales y verticales. La medida, que tenía como finalidad reforzar la estructura, fue pensada para modificar lo menos posible el aspecto del puente ya que la estética de su diseño era uno de los factores más interesantes del proyecto.
El día de su inauguración se registraron los movimientos del puente en el vídeo que puede verse a continuación: