El pulso del azar

Publicado el 18 octubre 2012 por Anarod
Dicen, los que van recibiendo la novela, que tiene un título bonito.
(Y algunos que ya la van leyendo -y no cito nombres, para que no se piense que... pero son potentes, los nombres que prefiero omitir- sostienen que es apasionante, que promete -interés, novedad, ¡cuánto has debido de documentarte...!-...)
Pero lo cierto es que los títulos no los elijo por su "bonitura" (quediría Rosa Chacel).
Aunque no lo parezca, aquí la palabra clave es pulso, en una doble acepción: latido (con toda la posible irregularidad o capricho que el flujo de la sangre...) y desafío, de cuando decimos "echar un pulso".
Aparte, las quisicosas personales con algunos escritores amigos que tratan del azar en un sentido altamente poético. Yo, más prosaica, aborda la cara oscura del azar, su injusticia.

El azar quiso que hoy miércoles hubiese de acudir a mi instituto, el Infanta Isabel de Aragón (que, me enteré, no consiguió cambiar su nombre por el del alma que lo inspiró y nos formó: Angeleta Ferrer, la hija de la gran pedagoga Rosa Sensat), porque se celebra su 50 Aniversario.
Difícilmente me enganchan en una de estas efémiredes, pero... el corazón tienen sus razones, que la razón desconoce (Pascal).
El azar hizo que me sentase al lado de Victoria Badía, actual directora del Infanta y... hermana menor de quien había sido una de mis compañeras....
¡Nudos! ¿Literatura y vida!
Era el pulso del azar: el cúmulo de hechos fortuitos que en un momento dado de la vida nos paralizan y amarran a unas cuartillas para recordar y tal vez comprender. No te imaginas qué extraordinarios llegan a ser esos instantes que solo obedecen al capricho o a la casualidad. Algunos son enormes como un crimen, o despiadados y crueles como la enfermedad y la muerte a deshoras, pero también los hay tan leves y ridículos como una burda errata. Los peores, sin embargo, son los que consideramos banales e inocuos aunque resulten los más dañinos porque pueden pasar perfectamente desapercibidos. Son los que de verdad me emocionan: si se escapan, llevándose consigo el sentido de una vida entera en su imparable sucesión de tiempos, nos dejan para siempre el vértigo de lo que podría haber no sido. Y eso sí resulta insoportable.
Esto se lee en la contraportada de la novela, y aunque lo dice un hombre maduro, un padre, es algo que procede, naturalmente, de mis lecturas, que me llevan, cuando quiero y necesito descansar de la literatura, a frecuentar "géneros" fronterizos. En un tiempo, las autobiografías y memorias y... Más recientemente, la literatura de viajes.
Luego, en otras entradillas de las solapas, puede leerse una posible sinopsis de la novela.
En la cárcel de mujeres de Wad-Ras, una joven recibe un abultado paquete de so­bres: «Aquí está tu historia», le dice una de las guardianas. La lectura de esas cartas irá tejiendo la na­rración de unas vidas y unos hechos en un tiempo tan acotado como intenso: los días del Alzamiento y de la guerra civil, y cómo el conflicto bélico y su doloroso desenlace condicionarán la deriva existencial de los diferentes personajes, hombres y mujeres de todas las edades que desde Asturias o Málaga confluyen en la Barcelona agitada y convulsa de aquellos años, la Barcelona de los movimientos obreros y los sueños revolucionarios, teniendo que lidiar tam­bién con sus batallas personales y con las escisiones y conflictos dentro del bando republicano. Novela epistolar, El pulso del azar traza con fineza y maestría la marca indeleble del tiempo perdido, y es a su vez un réquiem por todo lo que pudo ser y
nunca fue.


Pues bueno, de lo que pudo haber estado y no está en la novela (no imagináis la poda; de hecho, los que me han seguido, se maravillan al ver el tomo), iré hablando aquí, quiza´s, quizás...