Ahora sí, a leer.
El pulso del libro
El libro latía en sus manos. Las hojas se deslizaban como líquido a través de su garganta. Ella estaba inclinada sobre las palabras, una cadena interminable que la jalaba hacia el final, y sumergía la nariz en la tinta.
Se aferró a las tapas, que se doblaron y se deshicieron entre sus dedos.
La última página estaba a un suspiro. Ella tensó los músculos, los ojos le ardían, el corazón le rebotaba por todo el cuerpo. Llegó a la última letra y emitió un largo suspiro. Se recostó, la cara blanca como el papel.
El libro palpitante, como la vida.
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