El puzzle de la historia

Publicado el 20 noviembre 2012 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

Es más fácil negar la verdad que enfrentarse a ella” (Mariano José de Larra)

¡Va por ti Agustín!

Las piezas del puzle de la Historia van apareciendo.

Hemos tenido la suerte de estar en el sitio oportuno en el momento oportuno.

Hasta ahora la historia del fútbol se venía escribiendo repitiendo lo publicado en textos anteriores, salvo honrosas excepciones que investigaban nuevos datos antes de realizar nuevas publicaciones. Importantísimas todas estas recopilaciones ya que han sido un punto de partida y de información muy valiosa para muchos apartados.

El problema con el que se encontraban los anteriores investigadores eran los medios, más que su capacidad o interés. Localizar un dato en la hemeroteca de Sevilla se convierte en labor cercana a lo imposible.

Las nuevas tecnologías, y la voluntad de instituciones y particulares, nos permiten llegar a Escocia, Nueva Zelanda o Huelva a un golpe de clic.

Un grupo de “locos con ratones” nos aventuramos un día a rastrear ese mundo inexplorado, para la historia del fútbol en nuestra ciudad, y nos lanzamos al ciberespacio.

Muchas han sido las anécdotas, intrahistorias de símbolos y partidos, de jugadores y escuelas, que han ido redescubriéndose; pero lo más trascendente, entendemos, han sido las piezas sobre la constitución de los clubs puestas encima de la mesa.

Esto es un trabajo de equipo, todas estas piezas han aparecido basándose en otra pieza menor puesta sobre la mesa por alguien distinto al que acaba teniendo la suerte de encontrar la pepita de oro.

Al buscar datos sobre el Sevilla Fútbol Club sabemos que no estamos en mundo aislado, que no existe un puzle del Sevilla Fútbol Club en solitario, sino que forma parte de una imagen compuesta por todos los que a su alrededor practicaron el fútbol. Las piezas de otros clubs le sirven al Sevilla, y las del Sevilla sirven para otros clubs. Las piezas que encontramos las ponemos sobre la mesa para que cada cual las estudie y las interprete.

La Historia se comparte y no se esconde.

Cuando comenzamos, la opinión publicada y que se pensaba contrastada, y así se defendía, consistía en que el Club Recreativo de Huelva no se había registrado hasta la década de los veinte, por imposición de los nuevos Estatutos de la Federación Española de Fútbol. Entonces localizamos y colocamos sobre la mesa esta pieza, que sirvió de revulsivo a los investigadores onubenses para la búsqueda y reinterpretaciones de sus datos y publicaciones sobre el Registro.

Más cercano tenemos al club vecino, el Real Betis Balompié. Fuera de otras interpretaciones, que cada cual haga las que crea convenientes, hemos localizado, en tiempo real, el reflejo en la prensa de la constitución de las distintas sociedades fundidas en el Real Betis Balompié:

Todo eso está muy bien, pero lo que nos llega al corazón, lo que nos hace saltar del asiento más que con un gol de Manu del Moral, es cuando aparece una pieza de nuestro Sevilla Football Club.

De un lado, cuando había quien negaba 1905 y lo atribuía todo a un invento de Arturo Otero, encontramos esto:

Y luego están nuestros “protos”, aquellos sevillistas decimonónicos a los que tenemos un cariño especial. Con 1890 entre ceja y ceja, buscamos piezas del puzle que nos dijeran que aquella pandilla de la colonia inglesa de Sevilla, o del Club Inglés, como llamaban otros, no era otros que el Sevilla Fútbol Club.

Primero, en Nueva Zelanda, encontramos a su presidente,

Luego dimos con el artículo original que referían en Otago.

Ya teníamos piezas en la mesa que completaban la imagen de un club constituido, pero algo faltaba…

Mientras paseaba por los Jardines del Alcázar, y hallándose muy preocupado don Pedro con la idea de a qué Juez confiaría el sentenciar un pleito sumamente enmarañado y oscuro, cortó una naranja en dos mitades, y colocó una de estas en el agua de un estanque.

Hizo venir a un Juez y le preguntó qué era lo que sobrenadaba. Contestole el Juez que era una naranja, y descontento el rey lo despidió.

Mandó llamar sucesivamente otros varios jueces, de quienes, habiéndoles hecho la misma pregunta, obtuvo también la misma respuesta.

Llegó por último uno que al escuchar la pregunta del Rey, desgajó una rama de un árbol, y trayendo hacia sí el objeto a que aquél aludía, lo sacó del agua.

-“Es media naranja, Señor”, contestó.

Entonces, dijo el Rey:

- “Tú serás quien sentencie la causa”

Y la puso a su cuidado.”

Naranjas sevillanas, en el siglo XIX, unos vapores que amarraban en el Guadalquivir, y, Atlántico arriba, llegaban hasta Dundee para hacer mermelada.

Con la rama del árbol de nuestros días, le dimos la vuelta a algo que flotaba en el agua del ciberestanque, y apareció esto…

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