Ahora que comienza un mes espectacular por la viveza de la luz y los colores y fragancias que despiertan las flores y el frescor verde, tras el lluvioso mes de abril que hemos pasado. Me ha venido a los recuerdos de cuando estudiaba en la facultad, un romance que escuché por casualidad un día, hace años, de un maravilloso grupo de música tradicional llamado “La Musgaña” en su disco “El diablo cojuelo”. El pasado viernes la temática del programa radiofónico de Julia Otero versaba precisamente sobre el diablo, sin embargo una pieza de estas características (y mira que pusieron composiciones musicales) no apareció, aunque sí en mi mente.
Romance del quintado, versión de La Musgaña (Diablo Cojuelo).
Quizá por eso o quizá por qué, yo mismo de pequeño, al igual que muchos, cuando correteabas en la calle aprendías por repetición romances que cantabas mientras jugabas y que posteriormente enseñabas para que los cantaran tus hijos. Y así de generación en generación se transmitía un género literario que estaba vivo y que formaba parte del acervo cultural de cada pueblo, de cada aldea cómo un tesoro propio, del que ni siquiera eras consciente o sabías apreciar.
Retomando mi historia inicial, mientras escuchaba “Un soldado menos” de “La Musgaña” pasó a mi lado mi abuela y me dijo:
- ¿Qué escuchas? Yo le indiqué que músicas que seguramente no conocía… a lo que ella me sonrió y al darle más alto al volumen empezó a cantar la misma canción pero con unos segundos de antelación respecto al sonido del casette. Yo permanecía con la boca abierta. Abuela ¿pero te la sabes? Mi abuela prorrumpió a reír mientras me narraba cómo era una de las canciones más sonadas de cuando ella era joven en las verbenas de su pueblo-.
El pueblo de mi abuela es uno pequeño muy cercano a la ciudad de Salamanca, mientras que “La Musgaña” en el disco comentaba que la recopilación de su tradición oral provenía de Cantabria. Ahí comenzó mi interés por este romance de gran belleza y que ha sido cantado por las plazas de medio mundo (incluyendo España, Latinoamérica, Marruecos, y una parte de oriente próximo, gracias a su difusión por los sefardíes).
El género literario del romance parte de la Edad Media y se transmite de forma oral de generación en generación. Juglares, primero y ciegos que recitaban romances después, los manuscriben para su difusión y forma de vida hasta el siglo XIX. Es una construcción poética popular que era muy difundida por su éxito, por lo pegadizo de su ritmo y fácil métrica, realizada en 14 versos de ocho sílabas con rima asonante (sólo riman las vocales) en los pares (versos que hacen número par). Relatan hechos históricos (sobre las crónicas de los reinados de Juan II, Alfonso V de Aragón, Reyes Católicos), épicos (cómo los romances de Los Infantes de Lara, El Mío Cid, Bernardo El Carpio o fuera de España, Roncesvalles, Lanzarote, Tristán) o líricos (romance del enamorado y la muerte; romance del prisionero, que tiene en común el mes de mayo, los amores la falta de libertad y algo en general que nos recuerda mucho a él) . En este caso sería un romance lírico qué corresponde a la temática de los soldados que van o regresan de un conflicto bélico.
Quizá el nombre por el que sea más conocido nuestro romance sea el de “El Quintado” cuyo sustantivo hace alusión a las quintas o levas de quintos dónde se reclutaba por obligación a uno de cada 5 mozos, es decir se reclamaba su asistencia a filas a una quinta parte de los hermanos varones o miembros de esa familia de sangre (por eso “quintado” viene de “quinto”) que al cumplir la edad de 17 años, debía servir al país en la guerra de turno y que hoy se ha quedado cómo “rito de paso” a la mayoría de edad y se celebra, sobre todo en los pueblos cómo una gran fiesta
“Mes de mayo, mes de mayo” otro de los títulos del mismo romance (o de alguna de sus múltiples versiones) se refiere al mes que acabamos de empezar, por eso las flores y los amores son recurrentes en este tipo de composiciones, como ocurre con el nuestro.
El último título por el que también se le conoce “Un soldado menos” hace alusión a cómo termina el romance y cómo por un soldado tampoco se gana o pierde ninguna guerra, en alusión a que la sociedad ya estaba cansada de innumerables e inservibles guerras que no ayudaban a nadie salvo a cuatro que sacaban beneficio y sin embargo sí dejaba una multitud de familias desechas ante las continuas muertes o ante el regreso de los llamados “tullidos de guerra”que en vez de ayuda solían pasar a ser una carga.
En un vistazo rápido se encuentran varias versiones de “El quintado” desde Santoña (Cantabria) Canarias (sobre todo en Gran Canaria). Desde, Cádiz (destaca la versión "El romance del soldado" que introduce el mar y el hospital de Cádiz), pasando por Asturias (Amieva), Galicia, Portugal (cómo en Braganza), Soria, La Rioja, Valladolid y dónde yo se lo escuché cantar a mi abuela en Salamanca. El "Quintado" junto a otro romance, Romance de Don Juan, hijo y heredero de los Reyes Católicos y Señor de Salamanca, que desgraciadamente moriría muy joven, tras su boda en 1497, se encuentra recogido en Tetuán por la profesora Weich Sahak. Por lo quegracias a los contactos que aún mantenían los sefardíes recién expulsados en 1492, con sus familiares que aquí quedaron, transmitieron esta cultura oral no sólo por Marruecos, sino también por todo Oriente Próximo. A veces, cómo en Canarias, mezclado o cómo introducción “El Quintado”+“La Aparición”, el tema de "La aparición" es la vuelta o regreso de la amante (o esposa) muerta y que se le aparece al amante o (esposo) y le da una serie de consejos amenazadores sobre algunas cuestiones morales que ha de emprender exponiéndose a grandes penurias y maldiciones si no los lleva a cabo (personalmente a mi me recuerda a “El estudiante de Salamanca” obra romántica del genial José de Espronceda y que tan presente está en la literatura romántica del siglo XIX precisamente al reencumbrar los temas medievales dotados de un toque fantasmal o de ultratumba.
Cómo datos técnicos “El quintado” según la recopilación de tradición oral realizada por el Seminario Menéndez Pidal es numerado con el 0176 en el _Catálogo General Descriptivo_ del Romancero Panhispánico publicado por el mismo Seminario. Con este título se encuentran varias versiones en la magnífica página de Suzanne H. Petersen doctora de la Universidad de Washington sobre el Proyecto del Romancero Panhispánico y en el que podéis colaborar si conocéis de algún romance que aún no esté recogido en este estudio.
Los tambores de Marte, el dios de la Guerra que sonaba cuando se llevaban a cabo las levas obligatorias de quintas, el mes de mayo, las flores y los amores se entremezclan con soldados y los géneros literarios que de pequeños, al menos hasta no hace muchos se transmitián de padres a hijos en pequeños juegos infantiles que al menos hoy por un día, apreciado lector, vuelven a la vida en la letra del romance:
Ciento y un quintado llevan, todos van para la guerra.
Unos ríen y otros cantan; otros bailan y otros juegan.
Si no es aquel buen soldado, que tan largas son sus penas,
que el día que le casaron, sus bodas fueron sin fiestas.
Ya se acerca el capitán, le dice de esta manera:
- ¿Qué tiene mi buen soldado; qué tiene que no se alegra?
Que el día que me casé me llevaron a la guerra
y he dejado a mi mujer, ni casada ni soltera.
Coge mi caballo blanco y vete en busca de ella,
que con un soldado menos, también se acaba la guerra.
Chema García