El Racó d’En Cesc

Por Baco Y Boca @BacoyBoca

Desde que conocimos a Toni Romero (Chef) y Edgar Rodríguez (Sumiller) en el maridaje que ofrecieron en la presentación de la cerveza Artesana 2104 de Albert Sanchís, íbamos detrás de ir a su restaurante, El Racó D’En Cesc, porque lo teníamos anotado en nuestra infinita lista de pendientes. Y por fin se nos presentó la oportunidad cuando tuvimos que elegir sitio para cenar con unos amigos.

Amantes de la cerveza, el vino y la buena mesa, la familia Cánovas nos deleitan en este encantador restaurante con su cocina tradicional catalana con algún toque de “diseño” sin que provoque la pérdida de esencia. Un local con una primera zona llamada el Rebedor D’En Cesc, para algo más informal que la mesa con mantel de tela. Una zona donde se pueden tomar cervezas artesanas de su carta, incluída su creación,  la cerveza Cesc 25 anys: con un toque de manzanilla y pimienta de Sichuan y acompañarlas de raciones que sirvan de picoteo.

Buenos productos, de temporada y bien elaborados son sugerentemente maridados con vinos y cervezas. Tuvimos la oportunidad de probar su cerveza junto con un aperitivo tan vicioso como unas patatas fritas que sientan siempre tan bien y sirven para abrir el apetito, mientras que elegíamos que vino y que platos de su cuidada carta íbamos a elegir para la cena. Tanto si sois cerveceros como si no,  probadla, es una cerveza muy refrescante y especial.

Ya habíamos elegido y empezamos con un pequeño bocado, también cortesía de la casa que yo no tuve el honor de probar: Bombon de Parmesano, bacalao y olivada. Me puedo imaginar que estaba muy bueno, aunque descarto en mi imagen mental el queso, el bacalao y la olivada es siempre una buena combinación. Éramos 4 y para empezar pedimos tres platos como entrantes para compartir, uno de ellos sugerido al tomarnos nota. Si es que siempre decimos lo mismo, si hay profesionalidad no hay nada mejor que dejarse aconsejar. Se trataba de un Carpaccio de Foie con salsa de frambuesa. Como negarse!!

Una bandeja repleta de virutas de foie acompañadas de la dulce salsa para contrastar. Una salsa casi como una mermelada pero no tan dulce ni tan contundente que estaba exquisita. Una ración completa, los cuatro comimos de ese plato y suficiente, nada de esos platos que tocan a “cata” por persona y te deja con la miel en los labios. Ración para degustar, repetir y saborear. Si vais y tenéis la suerte de que esté como sugerencia, no dudéis en pedirlo.

Otro de los entrantes que degustamos fue un pulpo a feira, con sus patatas confitadas y butifarra negra. Servido en una bandeja de forma ordenada, cuidadosa. La butifarra estaba marcada a la plancha, atemperándola y cogiendo algo de calor para deshacer su grasa y potenciarla. Un buen contraste de sabores, aunque el pulpo se merecía toda la atención por si solo, la patata confitada, dulzona, también tenía su mérito. De todas formas, cualquiera de los tres componentes podía tenía identidad propia que no obligaba a tener que mezclarlos. Esta era una opción más que nada para indagar en posibles nuevas mezclas. Todas casaban bien.

El tercer y último plato a compartir fue un magnífico Tataki de atún. Reitero, magnífico. Con soja y con “Xatonada” de anchoas que le servían de cama. Para nuestro paladar, en su punto, ya veis el color. Basándose en el típico plato catalán el Xató, mezclan la escarola y la salsa con alguna modificación: la anchoa para la Romesco. Logran así con este Tataki la mezcla de lo asiático y lo mediterráneo. Un buen producto y bien cocinado, un buen trozo loncheado que también fue suficiente para los cuatro y para más de un trozo.

Como segundos platos os hablaremos de los que tomamos nosotros, no de todos. Uno fue de carne y otro de pescado que al verlo en la carta no dudamos.

Escogimos estos salmonetes porque no es un pescado que habitualmente se sirva en los restaurantes. Entiendo que probablemente sea así porque es “difícil” de servir, ya que si lo hacen sin limpiar es incómodo de comer por las espinas, y si lo limpian, es un trabajo que seguramente más de uno prefiere ahorrarse. En el Racó d’En Cesc nos los sirvieron fileteados, sin una espina, sobre una cama de salsa de tomate y tacos de tomate crudo esparcidos por encima de los lomos. Un plato que iba del rosa asalmonado, pasando casi por el fucsia hasta llegar a un rojo intenso, pero sobre todo, un plato placentero y apetitoso.

El escogido de carne fue un Entrecot. Nombrado en su carta como Entrecot de ternera reposada con Parmentier de Boletus y jugo de trufas. Con mayúsculas por la calidad de la carne, por su gusto y por su buena elaboración y porque la guarnición no enmascaraba la carne. Era la justa y la protagonista del plato, y la proporción era la correcta para que así fuera. El trozo de carne tenía un buen grosor que permitía sellarla y dejarla rosada por dentro, justo al punto tal y como se hizo la comanda. Para carnívoros e incluso para los que no lo son, nos dejó muy buen sabor de boca.

Y como no, redondeamos la cena con los dulces postres que hicieron su función de cerrar una buena velada: una Crema Catalana, un clásico al que no pudimos resistirnos que además iba acompañado de helado de caramelo. Apto para muy golosos: dulce, muy dulce. El otro postre más vistoso y menos habitual fue un milhojas de fruta de la pasión con mango y helado de nata con pimienta de Sichuan. Mucho más exótico que el anterior con una presentación muy elegante, de las que da pena desmontar.

Todo lo acompañamos con un rosado, para romper moldes, para ir ya atreviéndonos a introducirlo como una opción más y elegir entre tres básicos y no solo dos, que los hay muy buenos. En esta ocasión, un PrioratMas D’En Compte aguantó a la perfección, Un DOQ Priorat de Porrera, fresco y muy bien conseguido que os recomendamos, sin duda, para un menú como el que comimos, en el que había diversidad. Mas d’En Compte forma parte de una buena carta de vinos en la que se encuentran vinos del país y de autor. Pero no olvidéis que El Racó d’En Cesc apuesta por la cerveza artesana y mucho. Además de sus creaciones, también pueden degustarse otras cervezas y comer acompañado de alguna de ellas. Os aconsejo que os dejéis llevar por sus sugerencias. De hecho, incluso han publicado un libro de maridajes: recetas para acompañar con esa bebida.

No nos defraudó lo más mínimo nuestra visita al Racó d’En Cesc. Nos resulta muy difícil destacar algún plato por encima de los otros. Todos estaban buenos. Y eso nos gustó. Nos gustó mucho haber confirmado nuestras buenas sospechas y quedar bien con nuestros amigos. Enorgullece, además de la otra satisfacción (la física) por haber cenado la mar de bien. Y además, con petit fours, con lo que nos gustan… La cena que tomamos nos costó poco más de 200 Euros (211 exactamente) , o sea, unos 50 Euros por persona. Pensad que faltan platos, los que tomaron nuestros compañeros de los que ni tenemos fotos ni de los que podemos decir nada, ya que no los probamos. Y de lo que no conocemos, no opinamos!.

Si vais por la zona, visitadlo. Ya sea para algún platillo o para cena de mesa y mantel. Queremos volver a algo más informal, al Rebedor, porque estamos seguros que tampoco nos desilusionará tomar algún platillo o alguna tapa con una cerveza. Una opción más en el Eixample de Barcelona, en pleno centro, Carrer de la Diputació, 201. Allí os recibirán con los brazos abiertos!