El lunes pasado, en el programa de la Cuatro "Tiki-taka", se analizaba el partido Granada CF-Real Madrid, que terminó 0-1 y que tuvo en el transcurso del mismo algunas jugadas polémicas. Un par de penalties claros a favor de uno y otro par más dudosos a favor de otro, fue la base fundamental de la polémica de los contertulios allí presentes que, salvo el Lobo Carrasco, no se atrevieron en ningún momento a mencionar el nombre del adversario del Madrid ni tampoco ninguno de sus jugadores. De hecho, hubo un par de agarrones a Cristiano Ronaldo, cometidos por un jugador de cuyo nombre no quisieron acordarse en el largo desarrollo de sus lamentos. Que si el jugador por aquí, que si el jugador por allá, nadie se atrevía a desvelar la verdadera identidad de semejante y desconocido ente. Pues bien, tras arduas investigaciones y múltiples contactos con el FBI y la CIA, se ha llegado a la conclusión de que el jugador desconocido no era otro que Pape Diakhaté, internacional 73 veces con Senegal y que ha pasado por equipos como el Olympique de Lyon o el Dinamo de Kiev, antes de tener la desgracia de recaer en un equipo fantasma como el Granada C.F.
El jugador desconocido
Que estos forofos incondicionales del Madrid o Barcelona, lloren como plañideras y reclamen cual pedigüeños alguna falta o incidencia arbitral frente a un equipo modesto es una desvergüenza sonrojante e infame. El Real Madrid, con un presupuesto de 450 millones de euros, le gana al Granada, de 22 millones, por un sólo gol y estos tipos ponen el grito en el cielo por un par de errores arbitrales, cuando, en buena lid, deberían haber conseguido un resultado tan abultado como sus propios presupuestos. Claro que, el fútbol es fútbol, y quizás sea un despropósito pagar tanto dinero por algo que probablemente no lo valga. Que esa serpiente de verano, ya convertida en una anaconda de tamaño monstruoso, del fichaje de Gareth Bale se haya convertido en tema fundamental de nuestras vidas ya es un indicativo, sobre todo del despropósito de pagar cerca de cien millones de euros por un sólo jugador. En proporción, él sólo debería de enfrentarse al Betis, Rayo, Levante y Osasuna. Eso sería lo justo. Esta diferencia brutal de poder económico ha hecho una liga poco interesante y con una diferencia, en cuanto a puntos, realmente insalvable. Se ha reducido a un enfrentamiento dual entre Barcelona y Madrid y es poco probable que otros equipos, antaño aspirantes a ganar la liga, Valencia, Athletic de Bilbao, Real Sociedad, Atlético de Madrid y algún que otro más, sea capaz de poner su pie en el primer puesto de la clasificación. Algunos han hablado de que estos equipos que siempre ganan deberían hacer una superliga europea, algo parecido a la Champións League y fuera, lógicamente, de sus competiciones patrias. Esto sería un disparate, no sólo económico sino institucional que provocaría la agonía del fútbol histórico. En el fondo es una treta para callar las bocas de los que expresan su disconformidad. Los poderosos tratan así de silenciar a los que creen que ambos monstruos económicos necesitan imperiosamente la colaboración de los llamados modestos. Se necesitan mutuamente y, por lo tanto, no parece proporcionado el reparto televisivo, otra forma de ir hundiendo la competitividad del deporte rey.Es un escándalo, que el Madrid y el Barcelona sean capaces de llevarse toda la tarta y dejar las migas a los demás, un agravante sin sentido que queda en evidencia si observamos como se hace en otros países. La tabla del reparto que figura más arriba no tiene por donde cogerla y es indecente. No voy a discutir que ambos equipos sean más mediáticos que los demás, que gracias a ellos hay tal chorreo de dinero, pero las diferencias no pueden ni deben ser tan traumáticas. No si queremos una liga más fuerte, más competitiva, en suma, más divertida que la actual. Es natural que tanto uno como otro sean dos entidades que atraen más publicidad, más negocio, pero también es muy cierto, que los periodistas deportivos y contertulios nos han saturado de información sobre ellos, que su foco va en una sola dirección y que, en definitiva, son capaces de derrochar horas y horas hablando de la titularidad de Casillas, por citar un ejemplo, que de cualquier otro asunto. Los demás no existen, son sólo fantasmas que deambulan por los estadios.