"El regalo del fuego". Mitos y leyendas Shuar

Por Miguel Angel Montesinos Sanchez @EcuadordelSur

Me ha dado ahora por leer innumerables leyendas que llegan a mis manos de la gran cantidad de etnias indígenas del Ecuador, pero por ahora me quedo con esta que os paso a transcribir de la etnia Shuar, el grupo mas numeroso de jíbaros (termino acuñado por los conquistadores) amazónicos que habitan entre las selvas de Ecuador y Perú, la cual es enseñada en la asignatura de Lengua y Literatura de niveles básicos. Algo que me parece muy acertado, para mantener vivas las costumbres y leyendas ancestrales de las diferentes etnias para así valorar la riqueza multicultural del país.

Aunque su territorio ancestral no está deliminitado, se supone que en Ecuador habitan por las estribaciones de la cordillera y se extiende hasta las cuencas de los ríos Pastaza, Upano, Napo, Zamora y parte de los tributarios del Morona.

"En la región amazónica, un grupo de indígenas shuar no conocía el fuego y no podía cocinar sus alimentos. Comían crudos los zapallos, la yuca, las aves y los pescados. Tampoco podían alumbrar sus casas en las noches oscuras.

Cerca de ellos vivía un hombre llamado Taquea, acompañado por su mujer. Ellos eran los únicos que poseían fuego y se negaban a compartirlo. No dejaban que nadie se acercara a su casa y, peor aún a la fogata que permanecía encendida día y noche. Para vigilar el fuego, salían a trabajar a la chacra por turnos.

Un día, estaba la esposa de Taquea trabajando en el campo, cuando encontró a un quinde (colibrí) entre las plantas. El quinde estaba con sus alitas empapadas y no podía volar. Con una coz muy débil le habló a la mujer:

- " Por favor, ayúdame. Estoy mojado y tengo frío". La mujer se conmovió y lo tomó entre sus manos; lo llevó hasta su casa y lo puso junto al fuego para se secara.

El quinde había sido testigo de la avaricia de esta pareja; entonces, cuando se secó, aprovechó que la mujer se distrajo contando a su marido como había encontrado al pajarito, para acercarse al fogón, encender su cola y darse a la fuga por la ventana. Los esposo no pudieron deternerlo y se quedaron en la puerta de su casa culpándose uno al otro. Taque estaba furioso.

El quinde fue de casa en casa y repartió el fuego entre los demás habitantes de la zona. Desde entonces, todos concinan sus alimentos, y por la noche, encienden fogatas para sentarse a conversar."

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El Repe lojano