Yo no sé si el joven que fue detenido el pasado domingo como supuesto agresor del consejero de Cultura en Murcia habrá visto la película En el nombre del padre. Desconozco si conocerá la historia de ‘Los cuatro de Guildford’ o la de ‘Los siete de Maguire’. Lo que sí se sabe hoy es que está libre (aún con cargos) y que, en su caso y por fortuna, no tendrá que arrostrar una condena injusta. En 1975, cuatro jóvenes de ascendencia irlandesa fueron condenados por la colocación de una bomba en un local público. Se llamaban Paul Hill, Gerry Conlon, Patrick Armstrong y Carole Richardson. Todos eran veinteañeros. El atentado, que se produjo en octubre de 1974, se lo atribuyó el IRA provisional. En el pub ‘Horse and Groom’ de Guildford murieron cinco personas y 75 más resultaron heridas.
En 1976, siete personas fueron condenadas como responsables del manejo de una fábrica de armas para el grupo terrorista norirlandés: fueron Anne Maguire, de 40 años, sentenciada a 14 años; su marido Patrick Maguire, de 42 años, sentenciado a 14 años; sus hijos Patrick, de 14 años, sentenciado a 4 años y Vincent, de 17 años, sentenciado a 5 años; William Smyth, hermano de Anne Maguire, de 37 años, sentenciado a 12 años; Patrick O’Neill, amigo de la familia, de 35 años, sentenciado a 12 años y Patrick ‘Giuseppe’ Conlon, cuñado de Anne Maguire, de 52 años, sentenciado a 12 años de prisión. Éste último, detenido cuando viajaba de Belfast a Londres para ayudar a su hijo, Gerry Conlon, uno de ‘Los cuatro de Guildford’, moriría en la cárcel en 1980 debido a sus problemas respiratorios. En ambos casos se demostraría que las condenas fueron injustas y que el proceso, en su instrucción, estuvo plagado de multitud de irregularidades. La película de Jim Sheridan se basa en estas historias interconectadas, las cuales desembocaron en dos de los más monumentales errores de la justicia británica contemporánea. Magistralmente, el actor Daniel Day Lewis interpretó a Gerry Conlon y el recientemente desaparecido Pete Postlethwaite a ‘Guiseppe’ Conlon.
No sería hasta 2005 cuando el Gobierno de Gran Bretaña pidiera perdón públicamente a ‘Los cuatro de Guildford’, quienes soportaron tres lustros de cárcel. Fue su primer ministro, Tony Blair, el que en la Cámara de los Comunes y a través de la televisión lamentó “semejante experiencia e injusticia”. Lo de Murcia no ha llegado tan lejos. Ochenta horas ha estado retenido un hombre bajo la sospecha de que podría haber sido corresponsable de una brutal agresión. Al parecer, se le identificó por parte del agredido, a través de una serie de fotografías que le mostró la policía. Y eso bastó para una precipitada detención. A partir de entonces, su fusilamiento mediático fue inexorable. Mas cuando pasadas las 72 horas pertinentes la jueza convocó una rueda de reconocimiento, no se pudo asegurar con certeza que ése fuera el agresor. A su salida del juzgado, y cuando lo que ansiaba era abrazar a los suyos y darse una reconfortante e higiénica ducha, el todavía sospechoso dijo que no guardaba rencor y que no fue maltratado en todo este tiempo. Lo que sí es más que seguro es que nadie hará aquí lo que hizo en su día, aunque algo tarde, todo un premier británico con ‘Los cuatro de Gildford’: pedir perdón a quien merecería quedar completamente y públicamente exonerado por tan mayúsculo error . Me temo que eso no lo verán nuestros ojos.