El regreso de los almañeros

Por Davidalvarez

En 1953 se crearon en nuestro país las Juntas de Extinción de Animales Dañinos, que tenían por objeto exterminar aquellas especies que se consideraban nocivas para la caza, la ganadería o la agricultura. Entre estas especies se incluían todos los mamíferos carnívoros, desde mustélidos hasta osos y lobos, que eran de los más codiciados, y por supuesto las aves rapaces e incluso muchos reptiles. Los alimañeros se encargaban de perseguir y capturar a estos animales y cobraban un dinero, que variaba según "la calidad" de la víctima, al presentar su cadáver.
Afortunadamente, en la actualidad, la figura del alimañero ha desaparecido y el Estado ya no paga a los particulares por la presentación de una pata de un lobo o las garras de un águila real. Durante el periodo comprendido entre 1953 y principios de los años 70 del pasado siglo, cuando desparecieron estas juntas, se habían matado más de 4 millones de animales, entre ellos osos, lobos, comadrejas, martas, linces, gatos monteses, unas 20.000 aves rapaces, entre águilas reales, halcones, aguiluchos, alcotanes y otras especies, y cientos de lagartos y serpientes.
Portada del libro para niños sobre Animales Dañinos, o alimañas.
A pesar de que esas juntas de alimañeros nos parecen algo propio de nuestro pasado más oscuro, en los últimos años ha resurgido con fuerza la reivindicación del control de depredadores por parte de varios colectivos sociales. Los pescadores piden (y consiguen) que el gobierno financie campañas de control de cormoranes grandes porque dicen que se comen a "sus peces"; también se matan lobos, no solo por furtivos, sino también por la propia Administración que debería protegerlos, porque matan al ganado o a la caza de los cotos. Los guardas de los cotos de caza de la Junta de Andalucía han solicitado que se cree la figura del "controlador de depredadores", que se encargaría de eliminar búhos reales, ginetas o meloncillos, por cierto, todos ellos están protegidos por la legislación actual, porque se comen a "sus piezas de caza"
Pero los últimos alimañeros no han sido solicitados por un grupo de cazadores o pescadores, ni siquiera por los ganaderos o agricultores. La última campaña de "control" de depredadores se va a llevar a cabo dentro de un proyecto LIFE en el que participan la Fundación Biodiversidad y sociedades conservacionistas como SEO/Birdlife, que financia actuaciones dirigidas a la conservación del Urogallo, pretende matar un número indeterminado de zorros, jabalíes, martas, garduñas, tejones, y otros potenciales depredadores de estas aves.
El proyecto de conservación del urogallo incluye actuaciones tan polémicas como las denominadas de "mejora del habitat", de las que ya he hablado en este blog y que en resumidas cuentas han consistido en utilizar maquinaria pesada para destrozar el monte sin contemplaciones, de esta forma se pretende "mejorar el hábitat de cría de la especie". Se ve que el concepto de mejorar que utiliza esta gente dista mucho del mio y del de otros investigadores.
Marta (Martes martes). Una de las próximas víctimas del proyecto LIFE en que particiopa la Fundación Biodiversidad y SEO/Birdife. Foto de Héctor Ruiz
Pues si con esa salvajada no hubiera sido suficiente, el siguiente paso ha sido unirse al coro de alimañeros y se comenzará a "extraer" depredadores potenciales del monte con el fín de que los urogallos nacidos en el centro de cría de Redes tengan más posibilidades de sobrevivir. Antes de extenderme con este tema, quisiera que en primer lugar prestarais atención a la terminología que usan y que resulta totalmente Orweliana. Los nuevos alimañeros no hablan de matar o eliminar, utilizan el término "extraer", como los políticos y gestores usan el de "controlar" cuando hablan de matar lobos o cormoranes. Se ve que no es tan duro y es mucho más acorde con el vocabulario de una asociación conservacionista. A mi, personalmente siempre me ha recordado al "retirar" que usaban los Blade Runners cuando mataban a un Nexus 6. Así no se sentían tan mal, y así estos señores deben pretender que a nosotros no nos resulte tan fea esa matanza de depredadores como realmente es.
Pero vayamos por partes, porque el tema lo merece. En el proyecto se comenta un supuesto aumento del número de depredadores en las zonas de cría del Urogallo y que esto afecta en gran medida al éxito reproductor de la especie. Ante estos argumentos me surgen varias dudas y preguntas:
(a) ¿ese supuesto aumento del número de depredadores se basa en criterios objetivos? ¿Se han realizado censos durante varios años que confirmen esa tendencia? Mucho me temo que no y si se han hecho no estaría mal que se hicieran públicos.
(b) ¿se ha confirmado la relación entre depredación y descenso poblacional de urogallos o hay otras causas que afectan directamente a la supervivencia de la especie?, por ejemplo furtivismo, destrucción de hábitat, etc
(c) supongamos que sí se hubieran hecho esos censos y que se observara un aumento del número de martas, por ejemplo. En el supuesto control, ¿cuantas martas se "extraerían" para alcanzar el nivel considerado como correcto? ¿2 por cada km2, el 10%, el 20% del número total? No se sabe ni figura en ninguna parte.
Red trófica en un ecosistema ártico
Lo que me sigue resultando sorprendente, y en este caso aun más, ya que el plan de control alimañero parte de una asociación conservacionista, es la falta de conocimientos de ecología, la idea absurda y trasnochada de pensar que la depredación es un mal en si mismo, cuando lo cierto es que los depredadores son un eslabón necesario e insustituible en una red trófica, y que su eliminación no implica necesariamente el aumento de sus presas, sino que por el contrario y aunque pueda parecer paradójico, puede contribuir a su extinción. Los depredadores eliminan selectivamente los individuos menos aptos de la población o aquellos que tienen alguna tara. Igualmente es probable que depreden sobre los nidos de aquellas hembras que no sean lo suficientemente hábiles para ubicar sus nidos en el lugar correcto. La depredación es una fuerza selectiva importantísima en la evolución de todas las especies.
Pero hay otros muchos argumentos para desaconsejar, o al menos plantearse, ese supuesto control de depredadores. Como ya he comentado anteriormente, todas las especies forman parte de una red trófica muy compleja, que incluye no solo a depredadores y presas, sino también las posibles interacciones de competencia entre todos ellos. De esta forma, la eliminación de una especie de depredador puede afectar a la presión ejercida por otros depredadores sobre las presas, en este caso, el urogallo, lo que podría tener consecuencias imprevisibles. Asimismo, al eliminar un depredador podría aumentar la densidad de otras de sus presas que podrían competir directamente por los recursos del urogallo, con lo que el remedio sería peor que la enfermedad.
Por último, no debemos olvidar que un proyecto de reintroducción como el que se pretende llevar a cabo con el Urogallo tiene todas las papeletas para ser un fracaso, de hecho todos los proyectos realizados con esta especie en otros países en lo que se soltaron individuos nacidos en cautividad han fracasado. Solo los proyectos en los que la reintroducción se realizó mediante traslocación de individuos salvajes de otras poblaciónes han tenido cierto éxito. Por ejemplo, en Escocia el urogallo se extinguió en el siglo XVIII, pero se logró recuperar en el S. XX después de traslocar aves salvajes procedentes de Suecia.
Las políticas de repoblación basadas en la suelta de individuos criados en cautividad son un error, como ya he comentado para el caso de los salmones,  y tienen un elevado índice de fracaso, debido sobre todo a que la estancia de los juveniles en un ambiente tan diferente al natural (ausencia de depredadores, alimento abundante y constante, sin oscilaciones meteorológicas, etc.) afectarán negativamente a su futura adaptación al medio.
NOTA: si estáis interesados en el Urogallo y su problemática, os recomiendo visitar los enlaces Urogallo Cantábrico, específico sobre esta especie, y el blog Cantábricus, con abundante información sobre conservación y gestión, ambos actualizados por Mario Quevedo, profesor de la Universidad de Oviedo, que lleva varios años trabajando en la conservación del gallo.