Futuro no muy lejano, los héroes han desaparecido (Superman es ahora un agente encubierto del gobierno al que ocultan de las cámaras). Batman lleva ya 10 años retirado, el comisario Gordon está a punto de retirarse, EEUU está de nuevo en plena guerra fría contra los rusos, Gotham es ahora territorio de “los mutantes”, una banda ultraviolenta… Parece que la cosa está muy malita y es por eso que el viejo Bruce Wayne, aburrido de no hacer nada, decide quitarse el dodotis y ponerse de nuevo las mayas negras. Ya no es tan ágil y letal como antes pero, como se suele decir, sabe más el diablo por viejo que por diablo.
En 1986 Frank Miller consiguió demostrar a la gente de antaño que los comics no eran sólo para niños (ayudado por el Watchmen de Alan Moore). Una historia profunda, oscura, al igual que su dibujo, muestra a un batman que creó cátedra para sus futuros comics.
Puede que el dibujo no sea de mis preferidos, pero consigue mimetizarse con el argumento. Premia la historia, que juega con las reacciones que provoca el regreso de un batman cicuentón. Por un lado está el regreso de un legendario héroe visto desde el la perspectiva de los ciudadanos de a pie. Unos le critican y otros le idolatran. Luego su regreso tambien provoca el regreso de algunos de sus archienemigos como son Dos Caras o el Joker creando la duda de si es Batman el culpable de que existan estos villanos. Y luego está el punto de vista del propio Batman, que se fuerza hasta más no poder fisicamente, pero tambien emplea tácticas más acordes con su estado físico.
Por último tenemos al que para mi sobra un poco, el nuevo Robin… No se me da que no aporta casi nada…
Este es un comic que hay que leer sí o sí. Aunque hayan pasado lustros, sigue dando una lección de como hacer una buena novela gráfica. No digo más.