El regreso es parte del Viaje

Publicado el 29 junio 2010 por Lacoleccionistadeespejos

Santiago Porras Jiménez

La palabra literatura procede del vocablo latino littera, que significa letra, es decir que se denomina literatura al conjunto de obras y escritos que, según Aristóteles (s. IV a. C.) era/es un arte o una actividad creadora (espiritual, libre) que el hombre desempeña mediante el lenguaje, con el afán de crear algo, por el placer de crearlo.

Hoy día se considera literatura al conjunto de obras artísticas creadas mediante el lenguaje, oral o escrito, donde literatura es creación lingüística y artística; la obra resultante de dicha creación es una obra de arte u obra literaria destinada a dar o, proporcionar un fin de esparcimiento y/o relajación. La creación literaria, en cambio, es un acto lingüístico, un acto de expresión, de significación y de comunicación que, como cualquier otro hecho del lenguaje, el texto creado es un mensaje emitido por un emisor, recibido o captado por un receptor, transmitido por un medio de transmisión o transmisor, producido en una situación histórico- social y en un contexto lingüístico-literario determinado, referido a un referente, y cifrado conforme a un código:
6. Referente REALIDAD FICTICIA
1. Emisor AUTOR 3. transmisor VOZ, LIBRO Mensaje OBRA, TEXTO 3. transmisor VOZ, LIBRO 2. Receptor OYENTE/LECTOR
4. Situación y
5. Contexto de Creación 7. Código LENGUA LITERARIA Situación y Contexto de recepción

Pese a que parece indicar eso, no hay una estructura para ser escritor, simplemente estoy estableciendo una lógica personal de trabajo en la que la creación literaria, es un acto lingüístico de expresión, significación y comunicación que, como cualquier otro hecho del lenguaje, hace que el texto creado, independientemente de si prosa o poesía, sea un mensaje emitido por un emisor, recibido o captado por un receptor, transmitido por un medio de transmisión o transmisor, producido en una situación histórico-social y en un contexto lingüístico-literario determinado, referido a un referente, y cifrado conforme a un código, simples, métodos y recursos utilizados por los escritores, que sin importar su técnica, estilo o lo que tengan que decir desempeñan siempre una función en el medio.
Costa Rica, es un pequeño país, al sur de cualquier escritor famoso; cuyos verdes y oscuros están dados por distintos tipo, estilos, géneros y detalles de prosistas que; se llevan bien. En apariencia no tienen muchas afinidades externas, o internas, pero si muchas afinidades generales, por lo que en lo futuro, cuando hablemos de literatura costarricense, especialmente de la prosa, debemos distinguir lo convencional de lo tradicional, lo natural de lo innovador, lo conveniente de lo cotidiano pero sobre todo lo controversial de lo común; puesto que no es secreto que el escritor, el verdadero escritor, sin importar su índole, se hace de lecturas profundas que lo hacen consolidar el batir de las alas de mariposas elevando un vuelo supremo por encima de péquelas (no pequeñas) gulas, otorgados por amigos, pequeños esfuerzos individuales que ensucian el trabajo en silencio y sin ribetes. Sin salirme del todo del tema, porque me interesa hablar de los viajes y su redondez metafísica, restablezco, que todo lo que se escribe, lo escrito y lo que queda en el tintero es, según Maria Zambrana, Hacia un saber del alma, es un instrumento para calmar el ansia incontenible de comunicar que suele tener dentro quien escoge ser escritor; porque con ello debemos atender, entender que la palabra como un ser viviente, se respira, nutre y crece con cada golpe de la mano sobre el papel.
De Santiago Porras Jiménez, nativo de la zona guanacasteca del país, me atreví a tener una visión: …este viajante de la palabra, probablemente, cuando estudiaba en El Zamorano, descubrió un sonrisa que no se ha ido y que continua siempre a lo largo de su caminar: lo que se mira por fuera, a la distancia, siempre es mucho más encantador y real que todo lo demás; porque es una flor de grandes pliegues...

Lo que los conocedores llaman semiótica que en este caso idealiza la subjetividad haciéndola asequible a nuevos lectores y valores. Aquí, tenemos un escrito distinto a lo convencional, algo que Bajtin, podría clasificar como la práctica de una alquimia verbal que identifica bien lo que está, lo que tiene: la voluntad de la ficción que admite más de una lectura y reconocimientos de mundos contenidos dentro de detalles; de la función poética del lenguaje, siempre presente ya sea hablemos de poesía o de prosa, creando un universo de ficción que no se identifica con la realidad de nadie más que del autor; ampliamente caracterizado por el hecho de que el mensaje crea imaginariamente su propia realidad; a través de un proceso intencional de generar un universo de ficción que no se identifica con la realidad empírica (lo “real”), que en los últimos tiempos; por aquello de la inmersión en el postmodernismo, algunos autores, mediante pocos elementos y muchas verborrea, insisten en legar al lector el contexto extraverbal, o contexto “real”, para que construya la obra, sin tomar en cuenta que toda situación vivida depende del lenguaje mismo, pues el lector no conoce nada acerca de ése contexto ni de ésa situación antes de leer el texto literario; sobre todo tomando en cuenta que el lenguaje literario es semánticamente autónomo: tiene el poder suficiente para organizar y estructurar mundos expresivos enteros, sin precisamente ser explicado pero no verificado; constituyéndose en un discurso de contexto cerrado y semánticamente orgánico, es decir que; TODO PUEDE SER VERDAD, ( impone) una verdad propia, EN EL MUNDO QUE DEFINA EL LECTOR PERO NO EL AUTOR...

Viajar es alejarse de los lugares comunes para ver desde otro punto de vista la secuencia de una cosa con otra que siempre implica regresa. El regreso representa, un ir y venir a lo largo de un mismo encuentro, donde nada cambia bajo la mirada de la costumbre pero si lo hace una vez tocado por la cartografía de la forma de hacer palabra; inevitable es entonces, pensar el escritor es siempre un viaje que no podemos eludir…
Entre el mundo imaginario creado por Porras Jimenez, y el mundo real, hay vínculos, pues la ficción literaria no se puede desprender jamás de la realidad empírica, que es propia, de estructura y dimensiones específicas:
a.- No se trata de una deformación del mundo real, pero sí de la creación de una realidad nueva, madurando una relación de significados con la realidad objetiva que podría ser la establecida por el simple proceso de selectividad.
b.- Aunque el lenguaje connotativo se opone al denotativo, la connotación no es exclusiva del lenguaje literario sino de unconocimiento que verifica en muchos dominios y niveles lingüísticos
c.- A mi parecer lo que WILLIAM WATSON caracterizó con el término de “ambigüedad” nos parece aquí plurisignificativos (para referirnos a su característica de portador de múltiples dimensiones semánticas, en contraposición a los lenguajes monosignificativos: utilizados por la matemática, la física, la lógica, etc., donde la palabra tiene un solo significado); pero según Anne, podría ser que simplemente se constituye en base de valores literales (literalidad = significado real de una palabra. El significado “del diccionario”), es decir, el lenguaje literario conserva y trasciende simultáneamente la literalidad de las palabras; unidos a dos planos:
.. Un plano vertical o diacrónico (por la vida histórica de las palabras, la riqueza que el curso de los tiempos ha depositado en ellas).
.. Un plano horizontal o sincrónico (donde la palabra se compara con las obras de su misma especie, tenor: las relaciones conceptuales que las palabras contraen con los demás elementos de su contexto verbal).
Queda claro, entonces que el texto, es una estructura cuya palabra cobra valor al integrarse dentro de una unidad estructural que se registra en el uso de ciertas palabras, aunque contribuye al significado global del tema que, a diferencia de un poema, la novela, el cuento nunca presenta un significado rígido y unilineal, porque encierran siempre múltiples implicaciones significativas...
La lengua simbólica, con las que estan escritos los textos es por su estructura una lengua plural, y su código está constituido de forma que cualquier palabra, cualquier obra por él engendrada, posee significados múltiples” (Roland Barthes, de Crítica y verdad…); con ello digo que el lenguaje literario siempre busca transgredir la regla. La actividad del escritor, diría Zúñiga Díaz, define la recusación intencionada de los hábitos lingüísticos, por la exploración inhabitual de las posibilidades significativas de un lector asiduo que sabe de que manera retrucar sus palabras sobre papel y con ello constituir un saber válido en sí mismo, se convierte en una disciplina preliminar ampliamente fructífera para los diversos estudios literarios particulares y éstos contribuirán a corregir y fecundar los principios y las conclusiones de la teoría de la literatura; para que, como dijo T.S. Elliot en su famoso ensayo La tradición y el talento individual, establecer que toda obra poética, o en este caso prosistíca, es incomprensible si no se considera sus relaciones con el pasado, con el orden de la literatura, que actúa modificándolo y enriqueciéndolo. El secreto, las dimensiones peculiares del cosmos de cuentos como estos radica en las estructuras comunitarias del lenguaje que Porras Jiménez utiliza con acierto.
Siempre me ha llamado la atención la vida dentro de los libros, lo que un creador puede hacer mediante el uso de la polisemia; el reconocimiento de mundos literarios reales para el autor que al ser aplicados al papel son el tropos, imaginación expresiva cuyos valores al ser influenciados por la sinécdoque (la utilización de términos de mayor significación), y la creación interior, pero sobre todo atracción que alguien puede sentir por lo que escriben los demás. Eso me a-no-nada, me impresionan quienes pueden expresarse, cultivarse y exacerbarse con palabras sencillas.

Luego de ver la naturaleza de la obra literaria, enfocamos hacia sus posibilidades y propósitos. El objeto material de la teoría literaria es la literatura, el cual no se identifica con el objeto formal de la historia literaria ni con el de la crítica literaria: se integra en las ciencias del espíritu; cuenta con un objeto, métodos y meta que no son los mismos de las ciencias de la naturaleza. El desconocimiento de ésta verdad muestra que muchas veces las historias literarias conceden demasiada atención a aspectos y elementos no literarios de las personalidades y obras que estudian, donde se da más importancia al hombre de cierta configuración mental representativa, que a lo que realmente atañe a la historia literaria: el artista y sus sentimientos convertidos en fuentes de emociones estéticas e imaginación…
En este libro la distancia, el ir y venir, es una flor entre cuyos pliegues, la arruga que produce el paso del tiempo, entre las que hay oculta una ovulación que puede dar frutos extraños, distintos a lo común, maduros, reverberando siempre, y pueda que, lo perciba uno o no, lanzando el dardo de su espermatozoide dentro de la flor palabra, fecundación de la que resulta una nueva realidad…
La temática está, desde luego unida ala sombro del hombre que establece admiración ante la vida que ahora retoma como un algo nuevo: encuentra ahí realización que le da voz, a su propio corpus de realidad que no se limita a ser solo eso, sino también la identidad de los textos, que al regresar a sus raíces forman un solo detalle que viven y se disfrutan humanos.
…entonces la realidad, es como decir vamos nombrando palabras que como en una secuencia fílmica, en blanco y negro, discurren lentamente, arrancando una historia que nos conmueve, porque es como un bolero que en simples palabras cuenta toda una vida y una realidad: sutil juegos de vaivenes, de retorno en todo caso...
Si es cierta mi visión, el joven del Zamorano, paladeando platillos nuevos, el gusto por ese regusto (y es intencional la remarcación de la idea) amargo del descubrimiento será capaz de ver el diamante en bruto en el carbón de la palabra que ahora sabe germina dentro de él: la anunciación poética (de hecho así se presento ante Zúñiga en algún momento, como poeta) es la vía que despierta cierta capacidad, cierta conciencia de toma de conciencia (de nuevo el juego es intencional), para despertar de paso la intuición, que le lleva por la cacería de lo que ha de pasar después de ese momento y que, librándolo de todo mal; el sentimiento es parte de sus opiniones, la razón juega con sus emociones, y hay una clara definición de trabajo que establece una elaboración cuántica donde tiempo y escritura son una con la complicidad que se multiplica desde la intimidad del dialogo con los ecos de su propia forma de ver el mundo. Un sello simple; que por sencillo es difícil de alcanzar; porque es un sello de la palabra y quién lo abra, abrirá también la leve extensión del pensamiento: un trabajo que no se logra sin las lecturas adecuadas y que sin embargo, es sumergirse en la deriva del regreso que parte de viejos rumbos; que según Benedetto Croce, es intuición lírica y expresión de la personalidad, individualidad pura… nacida de la “necesidad interna de conocer y de buscar una intuición de cosas”, y es expresión y “objetivación individual de lo individual”, según diria Croce: toda objetividad a la lengua como sistema, como realidad autónoma cae en la conciencia de que la lengua, por tanto la palabra es un objeto inmaterial, abstracto, y el idealismo del autor puede, perfectamente, conciliarse con el objetivismo y hasta con el estructuralismo lingüístico, como en este caso, básico inicio del dialogo con la palabra, que lo redefine como un escritor comprometido con la palabra y, aquí entre nos, no hay reto más fuerte que ese.
Trece espejos de oro y diamante; por un trabajo bien hecho.

Para La Coleccionista de Espejos
Dlia Mc Donald / Anne Kellerman
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Santiago Porras Jimenéz: Abangares, 21 de julio 1951 Experiencia literaria:

  • Taller literario en el Tecnológico de Monterrey.


  • Taller literario "Francisco Zúñiga Díaz", San José.


  • Miembro activo del Centro Literario de Guanacaste.

Publicaciones:


  • Cuentos de ayer, de hoy y de nunca, 1993. Reeditado por la Editorial de la UNED en el 2003, dentro de la colección “Vieja y nueva narrativa costarricense”


  • Cuentos guanacasticos.1997, Segunda edición en el 2003. El regreso es parte del viaje. Editorial Guayacán, 2001. Reeditado por la UNED, en 2007


  • Incluido en Guanacaste escribe, 2004.