Aunque en el caso de la Historia tenemos muy claras las diferencias entre ambos relatos: uno es el de los hechos que acontecieron en el pasado tal y como acontecieron, y el otro es el relato de los hechos que acontecieron como lo contamos. Uno puede tener muchas o pocas coincidencias con el otro, y a menudo tienen bastante poco en común.Hoy en día estamos acostumbrados a ver cómo los políticos elaboran complejos discursos y recurren a la retórica para crear un relato favorable a sus intereses: se deforman palabras, se usan eufemismos, se retuercen argumentos… todo hasta convencernos de que, por ejemplo, un dato económico negativo es en realidad positivo. El dato tal cual es sería el primer relato, el dato en la forma en que nos lo venden sería el segundo relato.Y hoy os venimos a contar un problema al que se enfrentan los historiadores día a día. Y es que a menudo, demasiado a menudo, construimos nuestro relato sobre el relato que hicieron a su vez otros más cercanos a los hechos. Hemos escogido un ejemplo polémico para que se entienda mejor: la batalla de Covadonga.
La batalla de Covadonga tal cual ocurrió.
La batalla de Covadonga, para quien no lo sepa, fue la batalla que enfrentó a musulmanes y asturianos, capitaneados estos segundos por Pelayo, en el año 722. Para muchos autores este es el glorioso inicio de la Reconquista, para otros no es más que una escaramuza sin importancia. Pero ¿qué dicen las fuentes en las que se basan los historiadores?Si atendemos a la versión cristiana, y consultamos la Crónica de Alfonso III, nos encontraremos a un Pelayo culto, capaz de reproducir citas bíblicas y construir elaboradas metáforas. En esta fuente, tras discutir con el obispo Oppa, que ejerce como portavoz de las tropas musulmanas, Pelayo concluye afirmando que en el montículo donde él se encuentra se iniciará “la salvación de España (Yspania) y la recuperación del ejército godo”
Estos probablemente sean de los que opinan que
glorioso inicio de la Reconquista.
Pelayo: ¿héroe culto o asno salvaje?
Muchas veces hemos hablado sobre la homeohistoria y quienes la cultivan, pero, pongámonos hoy en su lugar: ¿qué haría un homeohistoriador?Un homeohistoriador, o un mal historiador, lo que haría sería coger las fuentes y tratarlas tal cual. Para él efectivamente Pelayo sería un gran héroe, capaz de citar la Biblia, salvador de España, y él solo, con poco más de 30 hombres (“si lo dice hasta la versión musulmana”, aseguraría orgulloso), habría sido capaz de vencer nada más y nada menos que a 187.000 soldados musulmanes mientras resolvía sudokkus (esto lo dice otra versión más actual).Con estas fuentes el homeohistoriador lo tendría muy fácil para construir un relato trufado de los más sentidos presentismos: nos hablaría de nacionalismo, de un sentimiento de pertenencia a una entidad política llamada España, y todo porque dice “Yspania”. Nos hablaría de la religión como eje vertebrador de esa comunidad nacional, aunque para ello tuviera que ignorar que el portavoz de los musulmanes era un obispo; pero eso se soluciona rápidamente acusándolo de traidor o algo semejante. Nos hablaría de Pelayo como un caudillo ilustrado…A diferencia de él, el buen historiador recurre a la metodología, a lo que se denomina hermenéutica, es decir, la interpretación y crítica de las fuentes, y pone en duda lo que se afirma en ellas.Este es Alfonso III.
Más o menos
Esta sería una alternativa a todo lo que estamos diciendo.
Pero no vayamos a pensar que el homeohistoriador es siempre un nacionalista ultracatólico, los hay también progresistas, y este segundo tipo de homeohistoriador nos reconstruiría un relato crítico con la fuente cristiana (o ignorándola incluso), pero no con la musulmana, la cual recogería obviando que apenas aporta dato alguno y que FUE ESCRITA EN EL SIGLO XVI (este seguro que no se acordaba de lo que dijo Pelayo).Esto no es más que un ejemplo del trabajo que a diario tienen que hacer los historiadores. Y es un buen ejemplo de lo que diferencia a los historiadores de lo que nosotros hemos denominado homehistoriadores. Y cerramos con una cita de alguien que lo explica mucho mejor que nosotros, Justo Serna:La historia es la búsqueda de hechos verdaderos, sometidos al condicionante de la prueba. La historia es relato, sí, aunque también es pesquisa, averiguación: conocimiento sometido a método, a protocolo, a rutinas. Pero nuestra disciplina es comunicación, la transmisión de un dato ha de hacerse de manera verosímil. [...] Bien hecha, la historia es una operación detectivesca y es una narración rigurosa que convence.- Serna, Justo (2016). El pasado no existe. Ed. Punto de Vista Editores.
- Zabalo Zabalegui, Javier (2004). “El número de musulmanes que atacaron Covadonga. Los precedentes bíblicos de unas cifras simbólicas”. En Historia. Instituciones. Documentos, 31. Págs. 715-727. Ed. Universidad de Sevilla.
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