EL RELATO MESOCRÁTICO DE O´HIGGINS Y LA MASONERÍA (1ª Parte)

Publicado el 30 octubre 2015 por Habitalia

Sebastián Jans. Presentado en el Homenaje al Bicentenario de la Respetable Logia de Investigación y Estudios Masónicos "Pentalpha" N° 119, el 02 de septiembre de 2010.

DEFINICIÓN DEL CONCEPTO MESOCRÁTICO.

En un sentido general, el concepto de clase media nace con la gestación de la burguesía, que antes del advenimiento de la acumulación capitalista, producto de la industrialización, estaba ubicada en los estratos medios de la composición social de las naciones europeas. En la medida que la burguesía adquirió poder económico, sin embargo, lo que va a entenderse como clase media es a aquellos sectores rezagados e intermediadores que se producen en las estructuras sociales nacionales, que vienen a cumplir roles intermediadores en los procesos económicos y en el Estado.

Si analizamos la constitución de las clases sociales, de acuerdo al rol que cumplen en los procesos productivos e institucionales, podemos claramente especificar que entendemos como "clases medias": los estratos medios de una sociedad organizada, aquellos que están en la interrelación entre la gran propiedad y los que, con su esfuerzo físico directo, ejecutan las tareas manuales, entre la alta administración y los estratos ejecutores de los servicios del Estado.

En ese contexto, su rol socioeconómico está asociado preponderantemente a la intermediación, a la administración y a la dirección de instancias formales económicas, sociales o políticas, o a la prestación liberal de servicios. Las clases medias se caracterizan por tener su actividad asociada a la administración del Estado o de las empresas, a las actividades del comercio de intermediación, a la propiedad pequeña o mediana baja y media de tipo industrial o agrícola, a la prestación de servicios profesionales, al artesanado próspero y la industria incipiente; a las actividades culturales, académicas, educacionales e intelectuales; a la administración de justicia, etc.

En un sentido general, pueden ser reconocidos como sectores sociales medios, todos aquellos que no tienen una clara identificación con la gran propiedad - en cualquiera de sus manifestaciones-, con la clase obrera, con el campesinado subordinado, y con el proletariado de los servicios, que representa en Chile la gran fuerza de trabajo manual, y que no tiene una específica condición obrera, es decir, de trabajo manual asociado a la industria o a la producción específica de bienes.

La definición de lo mesocrático tiene que ver con la relación de las clases medias con el ejercicio del poder del Estado. Es la condición preponderante que tienen en el gobierno, bajo el sello e influencia de sus ideas e intereses. De manera vulgar podría decirse que un gobierno mesocrático sería un gobierno de las clases medias. De alguna manera ello sería efectivo, en la medida que los partidos u organizaciones que ejerzan el poder, estén determinados por una componencia social típicamente de clase media. Sin embargo, la condición mesocrática se manifiesta también en la colaboración social y política, lo cual permite que la mesocracia se exprese en gobiernos de alianza social de manera recurrente, como ha sido históricamente en nuestro país.

LA CONSTRUCCION DEL PROYECTO MESOCRÁTICO EN CHILE.

En Chile, desde el punto de vista de las clases sociales, hay tres grandes concepciones de país que se construyen en el siglo XIX. Cada uno tiene sus elementos políticos, sociales, culturales y económicos, que le distinguen, más allá de las sutilezas de las correlaciones de fuerzas políticas que permiten la gobernabilidad y la administración del Estado que se manifiestan en el desarrollo de la institucionalidad o como se expresa el conflicto político coyuntural.

Uno de los proyectos está directamente relacionado con las clases poseedoras, con la gran propiedad y el patriciado, que emerge del feudalismo terrateniente colonial, y que se ve remozado con los mercaderes, a inicios de la República, para luego constituir la gran terratenencia y la burguesía capitalista. Tiene claros tintes y perfiles, que se resumen en el paradigma portaliano, en la idea de un gobierno autoritario, un liderazgo disciplinador, un concepto ideológico-político conservador, una alta afinidad religiosa. Es un proyecto de perfiles aristocráticos, de una definición profundamente oligárquica.

El segundo es el proyecto mesocrático, que surge en el proceso mismo de la independencia y se consolida luego de la derrota del peluconismo a mediados del siglo XIX, para luego ir tomando fuerza en el desarrollo político nacional, hasta gravitar con especial fuerza durante buena parte de la primera mitad del siglo XX.

Y el tercero es el proyecto obrerista, proletario, que se esboza a fines del siglo XIX, para adquirir su mayor envergadura, hacia mediados del siglo XX, marcando el carácter y especificidad del movimiento de las clases trabajadoras.

Nuestro interés, teniendo a la vista esos proyectos, es recabar los elementos que caracterizan el proyecto mesocrático. En esa condición intermedia están los administradores, los funcionarios de las empresas, los funcionarios públicos, los profesionales, los artesanos, los pequeños propietarios independientes, los educadores, etc. Es en estos grupos donde se comienzan a gestar las clases medias ya en la época colonial. Son ellos los que empiezan a generar el descontento contra el poder colonial, y los que esbozarán y radicalizarán el proceso emancipador, hasta concretarlo. Ellos le pusieron el acento y le dieron un contenido.

Fueron militares, funcionarios del sistema colonial, educadores, propietarios menores, productores menores, comerciantes, los que fueron aportando su visión a una idea de república, que solo era posible de concretar a través de un proceso emancipador.
Cuando se obtiene la independencia, esos mismos estratos serán los encargados de establecer los fundamentos del Estado. Ellos tratarán de llevar a cabo los primeros ensayos institucionales, los que darán cauce a la concepción de la República. Doctrinariamente adhieren a las ideas liberales. Son ellos los que darán forma a los clubes por las reformas, a las sociedades culturales, a la difusión de la ilustración. Son ellos los que se enfrentarán al peluconismo conservador, los que divulgarán las nuevas ideas y los nuevos propósitos.

En ese proceso irán incrementando su presencia social y su influencia política, de la mano del crecimiento del Estado y de la

cada vez más compleja gama de funciones en el sistema público y privado. Se consolidarán ampliamente luego de la Guerra del Pacífico hasta la Guerra Civil de 1981, y 30 años después de la mano de Arturo Alessandri coronarán su primer episodio en el poder político.

Con la llegada del Frente Popular al poder, el proyecto mesocrático adquiere una dominante condición de liderazgo social, que se prologará por poco más de dos décadas. Es un momento estelar del proyecto de poder de las clases medias.

EL CONTENIDO DEL DISCURSO MESOCRÁTICO.

El proyecto mesocrático históricamente ha tenido claros componentes de tipo ideológico y político, que se manifestarán con fuerza desde el primer momento de su historia republicana, aspecto que se hace presente ya en el tiempo en que O¨Higgins actúa.

A pesar de su cierta insularidad geográfica - aislado del mundo por una enorme cadena montañosa, por el desierto y por el amplio océano -, Chile no fue una isla desde el punto de vista de las grandes ideas de aquellos tiempos, que tenían su apogeo especialmente en la conmocionada Francia, cuna de grandes eventos que tendrán un alcance universal.

Y el discurso mesocrático se hilvana frente al orden establecido por la aristocracia, por los grandes dueños de la tierra, por las heredades de raigambre colonial. De allí, que toma un carácter esencialmente liberal, promoviendo con decidida fuerza las libertades individuales, los derechos de conciencia, y los derechos de ciudadanía.

El otro elemento es que tiene un carácter esencialmente republicano. Este es un factor no puede ser desdeñable para el caso de aquellos movimientos emancipacionistas más típicamente mesocráticos de América Latina. Cuanto más radicada estuvo la lucha independentista en sectores medios de la sociedad colonial, más fuerza republicana tuvo en su discurso. En aquellos países donde hubo más cacicazgo feudal, las ideas proclives a constituir monarquías fue más recurrente.

Un tercer elemento dice relación con el carácter nacional, es decir, donde se trata de establecer un vínculo que una a los componentes de una sociedad determinada, en torno a elementos comunes de identidad y a un Estado. En suma, la voluntad política de un Estado de expresar una suma comunitaria, en los ámbitos de una territorialidad específica. Recordemos que el concepto de Nación nace contra la dispersión feudal, y para afianzar el poder de los grandes reyes europeos que optan por un partido religioso en relación o en contra del papismo. Los grandes proyectos nacionales europeos se afirman en la partidización religiosa de un modo determinante, hasta la revolución francesa, donde surge el proyecto nacional fundado en factores comunes expresados en el carácter constituyente del poder político, en la soberanía del pueblo, en derechos individuales y en la convención social.

En América Latina, no habiendo reyes que personificaran una idea nacional, ello tendrá que hacerse en torno a la soberanía del pueblo. Definir la idea de "pueblo", marcará la diferencia entre conservadores y liberales, o entre las clases poseedoras y las emergentes clases medias.

El cuarto elemento vendrá a ser el laicismo, como consecuencia de la evolución de la posición anticlerical, que se desarrolla como consecuencia de la estrecha relación entre la jerarquía religiosa y el poder colonial. El anticlericalismo no tiene que ver con una posición genérica contra los clérigos, sino contra el clericalismo como tal, es decir, contra la posición ideológica del poder religioso que aspiraba a un control de las decisiones políticas por parte del clero.

Esto es importante de reiterar, porque históricamente los sectores confesionales en América Latina han pretendido imponer la idea de que el anticlericalismo de los sectores progresistas, deviene de una odiosidad hacia el clero. Lejos de ello, incluso muchos clérigos han sido protagonistas y líderes de la emancipación política y social. De hecho, la independencia de España, tuvo a muchos clérigos como radicales protagonistas. Lo que el anticlericalismo expresa en los movimientos emancipadores, es la decisión de erradicar la influencia del clero en lo temporal, específicamente del poder político, por su ligazón con el sistema establecido por la colonización española y por quienes ocupan un lugar en las estructuras de dominación.

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