Hagamos un poco de memoria, la década de los 80 que siguió a la transición estuvo marcada por un espectacular crecimiento de la economía española. España era tierra de oportunidades y en ese caldo de cultivo muchos jóvenes emprendedores se lanzaban a la aventura de crear su propio negocio, los había también con más suerte, que disponían ya de un negocio y veían en esos años la oportunidad de hacer crecer sus empresas al nuevo ritmo que marcaba nuestra economía. Pero llegó la famosa crisis del 92 de la que todos hemos oído hablar y que hasta ahora era la peor que recordaba este país en toda su historia de democracia.
Esta crisis, entre otras cosas, sirvió para como se suele decir, “separar la paja del grano”. Los empresarios que la superaron a base de ingenio, trabajo y corazón y los nuevos ricos surgidos en el largo período de bonanza económica posterior al 95, se convirtieron junto con sus empresas en ejemplo para toda la sociedad y pusieron de moda el término “self made man” (Hombre hecho a sí mismo), que reflejaba la capacidad creativa y de esfuerzo de esta nueva casta de empresarios españoles que habían conseguido reinventar sus empresas y a si mismos para superar aquella difícil situación, o de la misma manera habían sido capaces de interpretar las oportunidades posteriores que dejó aquella crisis para arrancar nuevas ideas de negocio y convertirlas en prósperas empresas.
Y en esas nos encontrábamos cuando en 2007 dio comienzo (Por decirlo de alguna manera) la actual crisis que nos afecta.
Algo muy importante y que todos conocemos diferencia este momento del vivido en el 92: España viene del período más largo y de mayor crecimiento económico de toda su historia, y del mismo modo ésta crisis también está resultando la más dura que se recuerda en nuestra aun relativamente joven democracia. Y aquí es donde llegamos al asunto que me gustaría tratar: A grandes problemas, grandes soluciones; a grandes crisis, grandes cambios.
Nuestra nueva realidad ya no requiere sólo de las recetas clásicas de mucho trabajo, dedicación y creatividad. La intuición, el corazón y el esfuerzo de aquellos “self made man” está resultando no ser la panacea para toda crisis. Tal vez, sólo tal vez, sea momento de abrir paso a una nueva generación empresarial que reúna todas aquellas cualidades del “self made man” pero que además incorpore todas esas otras cualidades inherentes a su generación: mayor preparación académica, mejor relación con las nuevas tecnologías y el entorno, más responsable socialmente; una generación que viene “mamando empresa” desde el mismo momento de nacer. Pero sobre todo, una nueva generación que aporte lo que más falta hace en estos difíciles momentos: Ambición. Porque la ambición en su justa medida trae consigo espíritu de lucha y ganas, que unidas a su juventud les otorga el tiempo y la fuerza necesarias para mantener esa llama viva durante muchos años más.
Claro que es difícil hacer entender a aquellos “self made man” que su intuición ya no es la de antes, y que tampoco resulta ya suficiente en un mundo marcado por la información y la nueva era digital. El empresario hecho a si mismo debe pensar en este cambio como un triunfo y no como una derrota, un triunfo porque sigue siendo aquel “self made man” el que debe plantearse su sucesión como un nuevo reto, porque de su correcta elección depende en gran medida el futuro de la compañía y porque además las empresas no son como los reinos (o no deben serlo), a rey muerto rey puesto, no, todo lo contrario, la sucesión debe de ser paulatina y tutelada por la generación anterior, garantizando la continuidad en la filosofía de la empresa y la transferencia de conocimientos mientras aun sea posible.
Es la oportunidad del hombre hecho a sí mismo para conseguir algo mucho mayor: hacer un hombre a su semejanza pero mejor, simplemente “a better man”.
Para los muchos escépticos sobre mis palabras, me gustaría recordarles que mis ideas pueden parecer arriesgadas pero no son descabelladas. De hecho, una de las mayores empresas familiares a nivel mundial ya ha realizado esta misma apuesta: el pasado 20 de Abril John Elkann era nombrado presidente del todo poderoso grupo Fiat, con tan sólo 34 años de edad y a pesar del excelente trabajo realizado por su predecesor.
Elkann llega, según sus propias palabras, “con un importante, decisivo, y extremadamente ambicioso plan industrial”, marcado por su fusión con Chrysler, y que de momento revalorizó en casi un 9,5% aquel día las acciones del grupo italiano en la bolsa de Milán. In bocca al lupo John!
Es hora de limpiar el aire viciado y abrir las ventanas. Que entre el aire fresco y, con él, también nuevas y refrescantes ideas.
Autor Jose Carlos Valero
http://premiofundacionruralcaja.es/blog/?p=280
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