Así como en otro momento alguien creyó necesario hacer un tedioso, detallado, e inútil análisis acerca del juego del innombrable diez de Boca, es posible que ahora apareciera otro cristiano igual de ingenuo a demostrar que ya es casi un hecho la decadencia del mentado futbolista. En realidad, el fútbol es tan fácil que por mucho que se explicara y con dibujitos, quien no lo entiende de sólo verlo, no lo entenderá nunca y, lo que es peor, algunos fingen no entender hasta que, de tanto fingir, dejan de entenderlo.
Esto me hace pensar en la supuesta facilidad con la que nos dejamos manipular por el mensaje mediático. Ahora creo que no es para tanto. Si observamos una resumida lista de frases que se dijeron acerca del diez de Boca desde el 2008, cualquiera notará al menos dos cosas: Primero la intención de dirigir la opinión pública y, segundo, la dificultad argumentativa para lograrlo. Ajustaban El Reloj del diez según se les iban cayendo los caprichos y decían cosas como las siguientes.
"Está lesionado, no puede jugar más"
"No está para jugar noventa minutos"
"No corre"
"Corre en los últimos quince para disimular"
"No juega nunca"
"Boca pierde por su culpa"
"Se queda en Boca por la plata"
"Se va de Boca por cobarde"
Sin embargo, el innombrable diez de Boca lleva ganadas más de una decena de años, más de una década elegido por la gente, de modo que la manipulación se quedó en un simple intento.
Algunos ya negaban desde el siglo pasado la valía del jugador pero les era imposible confrontar una realidad tan evidente. Por dificultades argumentativas les siguió siendo imposible de confrontar hasta hoy día, pero la realidad empieza a cambiar y el mismísimo diez será el encargado de argumentar por ellos.
Por fin parece haber llegado el momento en el que habrá que darles la razón. Dificultades físicas, y no me refiero a las lesiones, que todo jugador las tiene, no me refiero a la edad, que jugadores con la mitad de años que el diez se han lesionado más veces. Dificultades físicas relacionadas a la eficacia en la resolución, pases lúcidos que no llegan a destino, disparos al arco muy desviados, en fin, situaciones que evidencian que el cuerpo no responde a la mente. Sin negar que lo peor del diez es bastante preferible a las más lucidas actuaciones de otros futbolistas.
Si vuelve para el próximo campeonato y se cumple la vieja profecía, será una constante discusión entre quienes no podrán aceptar que el innombrable ya no es el diez que provocaba multiorgasmos, y los que no podrán aceptar que recién ahora asisten a la decadencia del jugador. Unos se envalentonarán en la mentira de un futuro venturoso tras la caída del imperio del diez, y otros defenderán con timidez un presente menos malo que el que los otros aseguran. Como siempre, será más fácil detectar la falsedad en la negación que la falsedad en la promesa.